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CARTA DESDE ALEMANIA

Solo con los productos que diariamente botan a la basura  los supermercados  del mundo entero por límites en fechas de caducidad y/o por pequeños fallos, sería posible mitigar el hambre de millones de personas.
Solo con los productos que diariamente botan a la basura los supermercados del mundo entero por límites en fechas de caducidad y/o por pequeños fallos, sería posible mitigar el hambre de millones de personas.

¡Feliz Año Nuevo! – ¡Pero sólo si no se repite el año viejo!

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Ha empezado un nuevo año y de todas partes se reciben las consabidas tarjetas de saludo, ahora en forma de e-mails artísticamente decorados gracias a la técnica moderna. Así como la informática y la nueva y avasalladora ola de las comunicaciones regalan a todo el mundo la posibilidad de enviarse saludos navideños virtuales llenos de luces de colores, paisajes maravillosos, palabras que llegan al corazón y tantos buenos deseos, la frase adicional de desear un “próspero año Nuevo” insiste en recordarnos que hay alguien en nuestro círculo familiar o de amigos que siempre cree o espera que el nuevo año sea mejor que el anterior.
Sólo que un somero balance del año pasado debería producir más bien un efecto contrario en aquel que tiene tanta esperanza de que las cosas vayan por mejor camino en el mundo. O se está desinformado, se tiene mala memoria o por último se confía en que los gobernantes, la ciencia o por último las autoridades religiosas arreglarán el embrollo que se avecina y que ya muchas personas están viviendo, sobre todo en los países más pobres.

Se sabe que los alemanes son metódicos y previsores, y aquí las cosas no pasan sin que antes no se haya hecho un plan para prever riesgos y peligros. En base a esto, ya a principios de 2009 la canciller alemana anunció al país en el tradicional discurso de Año Nuevo, que ese año sería “un año de las malas noticias”. Haya sido el producto de una premonición, de iluminación por ser hija de un pastor protestante o simplemente por sentido común, ella tuvo razón con haber hecho tal declaración.

Para refrescar la memoria de los optimistas empedernidos de las tarjetas anuales aquellas, valgan algunos pocos ejemplos de por qué la Sra. Merkel no se equivocó en su apreciación:
Mientras la histeria a nivel mundial de la pandemia de la gripe porcina también quiso invadir a este país, que compró vacunas para casi toda la población y ahora se ve obligado a ofrecerlas en venta a otros países –ya que o pocos quisieron vacunarse (hasta ahora sólo entre el 6 y el 10% de la población) o la peste no se mostró tan grave como decían los defensores de la industria farmacéutica, habiendo fallecido hasta fines de año unas 100 personas a causa de esta enfermedad–, a raíz de la gripe común estacional los científicos calculan que en un año pueden fallecer entre 10 y 30 mil personas.

Muchos se preguntan en este país, quién pudo haber tenido un interés tan grande en que se compraran unos 50 millones de vacunas que ahora nadie quiere. Como comparación con los efectos de una pandemia que al parecer fue más producto de la codicia económica que de un peligro real, hay estudios que dicen que por ejemplo en África cada día mueren a causa de diversas pestes el doble de personas que las fallecidas en todo el mundo por la gripe porcina. Algo semejante sucede con los niños en todo el mundo, cuya cantidad de fallecidos por día muestra una cifra mayor que las víctimas de la enfermedad mencionada. De acuerdo con informaciones de la Organización mundial de la salud WHO, en el continente africano mueren de sida cada año 2,2 millones de personas; infecciones pulmonares causan 1,4 millones de muertos, malaria 2,4 millones, enfermedades intestinales 700 mil afectados. Por enfermedades que se podría evitar con vacunas adecuadas mueren unas 600 mil personas cada año, a lo que se unen los que fallecen por guerras, desnutrición y por vivir en Slums, los barrios pobres de muchas ciudades de todo el mundo.

El que en el año 2009 hayan muerto en todo el mundo “sólo” unas 12.000 personas en catástrofes, la cifra más baja de los últimos 20 años, en comparación a las 240 mil víctimas de 2008, no es motivo para tranquilizarse, ya que se ha podido comprobar que en el año 2009 enfermedades como la malaria y la fiebre de Dengue se han extendido de forma alarmante hacia los países más ricos del hemisferio norte. Hay incluso algunos periodistas que han llegado a la conclusión de que el año pasado no fue un año de catástrofes, pero el creciente deshielo de los polos, a raíz del cual los científicos advierten que si el hielo de Groenlandia se deshace completamente el nivel del mar en todo el mundo subiría en unos 7 metros, es como una espada de Damocles que pende de un hilo sobre toda la humanidad.

Si a lo anterior agregamos las pérdidas de las cosechas, uno de los resultados del cambio climático, el panorama no es como para pensar en un nuevo año tan feliz. La India vivió el año 2009 la sequía más grande de los últimos 83 años, lo que, entre otras cosas, hizo aumentar en el doble el precio del azúcar. Colombia y Brasil tuvieron el mismo año grandes dificultades con la producción de café. En la Lombardía italiana, la región con la mayor producción de maíz de ese país, un parásito que destruye las raíces de esta planta aniquiló un 30 por ciento de la cosecha. Entretanto este parásito ha llegado a otros países, entre ellos también a Alemania. También la disminución en el 2009 de un 41 por ciento de las reservas de arroz, es una consecuencia de las pérdidas de las cosechas en todo el mundo. Países como la India o Filipinas se vieron obligados a importar un producto autóctono y tradicional de la alimentación de sus habitantes.

A raíz del cambio climático y los problemas que éste trae consigo, unos mil millones de personas en todo el mundo padecen hambre. Cálculos recientes de este país dicen, sin embargo, que tan sólo el 0,6 ¡por mil! de la fortuna de todos los millonarios en dólares podría erradicar el hambre en el mundo. Tan sólo la cantidad de alimentos que se tiran a la basura en los países industrializados serían suficientes para alimentar ¡7 veces! a los que sufren hambre.

Tal vez este hecho es lo que ha motivado al sociólogo suizo Jean Ziegler a declarar que cada niño que muere de hambre, en realidad es un niño que ha sido asesinado. Y en el mundo cada 5 segundos muere un niño a causa de no tener cómo alimentarse.

Y a propósito de cambio climático, The New York Times informaba el 21 de diciembre pasado, que tampoco América Latina se libra de la catástrofe que éste está produciendo a nivel mundial, dando como ejemplo el peligro que vive Bolivia con el desaparecimiento de sus glaciares, por ejemplo el que abastece de agua y electricidad a la capital. Agrega que según un estudio del Banco Mundial, el cambio del clima eliminará muchos glaciares de los Andes en los próximos 20 años, amenazando la existencia de unos 100 millones de personas. Que los científicos también se equivocan, lo demuestra el hecho de que su reciente predicción de que el glaciar de Chacaltaya, en Bolivia, desaparecería en 20 años, fue muy precipitada. La realidad es que esto ya sucedió en 2009. En Asia, con el deshielo creciente de los glaciares, está amenazado el abastecimiento de agua de muchos millones de personas en China, India, Bangla Desh, Nepal y Pakistán. Algunas apreciaciones científicas del año 2009 dicen que a diario fallecieron diez mil personas en el mundo por no tener agua potable y por beber agua contaminada.

Otro error de cálculo de la ciencia es el crecimiento del nivel del mar, el que en los últimos 15 años subió en más de 5 centímetros; esto significa un aumento de un 80% más que el calculado en el informe que presentaron los científicos en el año 2001. Por su parte, investigadores daneses pronosticaron un crecimiento del nivel del mar de un metro en los próximos 100 años, aunque en mayo de 2009 científicos de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, “corrigieron”este cálculo diciendo que el alza del nivel del mar sería de 3,2 metros. Se trate de uno o más metros, el resultado de ello para los países costeros, para las cosechas, para muchas islas habitadas, para el abastecimiento de agua potable y muchas cosas más será catastrófico.

Y por último ya no es ningún secreto que la producción de carne es el factor más importante del cambio del clima mundial, debido al metano que producen los animales y que ocasiona el 18% de los gases de efecto invernadero, según comprobó la FAO hace dos años. Este porcentaje es tan alto como el que produce la circulación de todos los vehículos del mundo. Y hablando de animales, ¿quién piensa en el indecible sufrimiento que todo esto trae para las criaturas más desamparadas del planeta?

Se podrían dar muchos datos más sobre estadísticas y estudios que demuestran el peligro que se cierne sobre la humanidad, a no ser que los gobiernos actúen con urgencia y detengan este nefasto desarrollo. La última reunión de tantos países en Copenhague para buscar una solución demostró la impotencia de luchar contra los intereses económicos de los países más ricos. Y en este sentido una muestra de que la crisis económica es algo que sufren principalmente las clases más pobres, lo demuestran los bonos que los bancos y empresas siguen pagando a sus ejecutivos. En Alemania las 30 empresas más poderosas del país, incluidas en el índice bursátil DAX –algunas de las cuales sólo han podido ser salvadas con el dinero de los contribuyentes–, repartieron 23 mil millones y medio de euros por concepto de dividendos entre sus gerentes. Y en otros países, como en los EE.UU. esta cifra ha sido mucho mayor aún.

Pero para no pecar de alarmista, hay que recordar que en el año 2000 Naciones Unidas aprobó lo que llamó las Metas del Milenio, que habrían de ser alcanzadas hasta el 2015, entre otras combatir el hambre y la pobreza, educación primaria para todos los niños, equiparación de los derechos de la mujer, reducción de la mortalidad infantil, etc. La codicia no sólo de los magos norteamericanos de las finanzas echó sin embargo todo el proyecto por tierra, lo que hizo que el periódico Financial Times preguntara “¿no será que octubre de 2008 fue sólo una última prueba general del ‘crash’ mucho más terrible que se nos avecina?”.

¿Feliz Año Nuevo? –¿Para quién? ¿Y quién traerá al fin la solución para este panorama tan sombrío? Hay muchos que han empezado a preguntarse por qué Dios calla ante esta situación y no comprenden cómo los que dicen representarlo en la Tierra no le preguntan y piden ayuda. Por lo visto el sólo rezar no trae soluciones ni tampoco las muchas ceremonias y declaraciones teológicas. En este país muchos se preguntan por qué la institución religiosa “cristiana” más importante, no reconoce al fin que con haber dispuesto que la voz profética terminó con la venida de Jesucristo, cortó al mismo tiempo el diálogo directo que Dios tenía con sus hijos humanos a través de sus profetas. Que la jerarquía eclesial en los últimos 2000 años perdió con ello definitivamente ese contacto con el mundo divino, lo demuestran los hechos de la historia, como lo ha comprobado el gran historiador alemán Karlheinz Deschner, algunos de cuyos libros han sido traducidos al español. Además, si a aquel cuyo nacimiento se celebró hace pocos días durante la Navidad, se le mantiene desde hace siglos colgado muerto en una cruz, es lógico pensar que tampoco puede haber un contacto directo con un ser que ya no puede hablar.

Y sin embargo, todo aquel que sienta en su corazón que es imposible que el Creador haya dejado y deje abandonados a sus hijos humanos, y desee comprobar de forma independiente de la mordaza impuesta por la tradición eclesial, de que Dios sí habla y ayuda en este tiempo, aunque no dentro de las instituciones tradicionales, puede hacerlo libremente, por ejemplo consultando la página www.editorialvidauniversal.com. En esta oferta lo que prima es la libertad de decisión de cada ser humano, y por eso el querer o no tomar la mano que se le tiende queda al libre arbitrio de cada uno, bajo el lema de “quien quiera creer que lo crea, y quien quiera dejarlo que lo deje”. Para aquel que se atreva a ello más con el corazón que con el intelecto, esto podría ser entonces el comienzo de un Año Nuevo realmente más feliz.
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