El escozor de las naciones

El liberalismo, no muy dado a los cambios bruscos y a las tensiones, pero que busca que la libertad individual progrese, siempre se ha movido entre la autonomía y el federalismo en una desdibujada diferencia que busca el beneficio mercantil de esta unión de muchos sin demasiadas ataduras. El conservadurismo ha sido y será centralista hasta que la situación es inevitable; tras la explosión de los acontecimientos se vuelve más soberanista que nadie, recreando la idea nacional de la nada, si fuera necesario. La izquierda deambula sin rumbo entre las cuatro opciones, según la intensidad de las corrientes, el momento, encontrarse en medio de una tensión nacional, o que una de las opciones era capaz de mover lo que no ha movido la lucha de clases. Finalmente, hay una corriente minoritaria, en la que prima la visión comunitaria que se inclina por naturaleza a un federalismo abierto, pero que por su beligerancia con el soberanismo o con el centralismo, según hablemos de Europa o América, salta del centralismo al soberanismo. En España se ha hablado siempre poco de esto, por los escozores que provoca, pero la multiplicidad es para asustarse. Yo soy de esos federalistas que creen en la libre relación entre las comunidades de personas, autogestionadas, responsables, contrarias al poder de uno.