Ramón Lobo (Lagunillas, Venezuela, 1955), periodista y reportero de guerra en numerosos conflictos internacionales, sobre los que ha escrito otros títulos como Isla África (2001), El autoestopista de Gozni y otras historias de fútbol y guerra (2012) o Todos náufragos(2015).
“Este es un libro de personas y aromas, de un Kabul a pie de calle que fluye paralelo a la política y a la guerra. Un Kabul en su mayoría invisible para la mayoría de los diplomáticos y contratistas extranjeros que se mueven en vehículos blindados y viven en hotels de lujo o en casas amuralladas protegidos por ejércitos de guardas privados”, explica el autor.
El libro de Ramón Lobo es documental y ameno. Entre sus capítulos: El tráfico en una guerra es infernal; El negocio del inventor del miedo; Hoteles, Kapucinski y competencia; El bar que odian los talibanes; Oficios e pobreza alrededor de un kebab; Esclavos en la panadería de Kartace; El niño del zoológico quiere volar; Cazadores de recompensas en Chikes Street; Las patatas de Bamiyán saben a guerra… o El aeropuerto del fin del mundo.
Ramón dice que “los cuadernos fluyeron solos. Fueron una brújula y un ancla a la vez. Me obligaron a detenerme en personajes en apariencia menores, como el niño vendedor de zumos, las mujeres que jugaban al fútbol o “El cuidador del cementerio de los ingleses”.
En su Nota del Autor, Lobo concluye: Situado en el barrio Kalai Mosa, aquel camposanto es un lugar mágico. En él se hallan las lápidas en las que están escritas todas nuestras derrotas, y la razón por la que no ganaremos una guerra en Afganistán. Nos falta humildad para escuchar a la gente que pretendemos liberar. Otro eufemismo, como el de las elecciones. Esconde el único motor de la guerra: expoliar la riqueza, sea mineral o petrolera, ocupar un territorio, ser el rey del universo”.