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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

Noche De Reyes

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

martes 06 de enero de 2015, 01:11h
Noche De Reyes

A partir del año 1945 la tía Angelina, esa tía soltera que tenían todas las familias y a la que Serrat se refiere en su famosa canción “la tieta” llegaba a nuestra casa de la calle de Hilarión Eslava un ático espacioso con una luz enorme pero frío en invierno y muy caluroso en verano cargada con saquitos de aserrín, con bolsitas de escarcha, con espejos para hacer los ríos, musgo fresco y abundante comprado en los puestos de la Plaza Mayor, el papel pintado de azul con estrellas plateadas, el castillo de Herodes, el portal de Belén y muchas figuritas de pastores y corderos además por supuesto del niño Jesús en su pesebre, de la virgen María, de San José y de la mula y el buey, y por supuesto también de los Reyes Magos montados en sus camellos y majestuosamente vestidos y de otras cabalgaduras con los regalos.

Después de montar con cartones y cajas de madera aquel monumental belén donde se la oía un par de días martillear ante nuestro nerviosismo y estupefacción y ante mi madre que protestaba y no dejaba de estornudar por la polvareda que levantaba la tía, al fin una vez colocado todo nos dejaba boquiabiertos pues nosotros, mi hermano y yo, a la tía la queríamos muchísimo y todo lo que hacía estaba lleno de ilusión esa ilusión que nos contagiaba y la de la que estaba lleno el mundo de entonces quizá en mi recuerdo lejano de aquella España y de aquella capital donde caían nevadas monumentales y donde unas mujerucas vestidas de negro vendían por las esquinas pavos enormes de crestas rojas y andares temblequeantes.

Pues bien la tía Angelina, que así se llamaba, nos decía a mi hermano y a mí que los Reyes Magos, venidos de muy lejos, en general de oriente, seguían a una estrella misteriosa y muy luminosa porque sabían que esa estrella les iba a ir acercando al niño Jesús, años, muchos años más tarde, mi hermano y yo supimos que aquellos reyes tan sabios y tan magos lo que estaban buscando era la Verdad la verdad absoluta y sin tapujos que es lo que en el fondo buscamos los humanos desde Sócrates aunque con harta frecuencia nos perdamos a lo largo de la vida por esos itinerarios a veces tan confusos y otras tan excesivamente largos, por supuesto que esa Verdad absoluta y sin paliativos había llegado a la tierra encarnada en la forma de un niño pues esa verdad estaba en Dios y esa Verdad era Dios. Por eso mi hermano y yo guiados por la vieja tía soltera teníamos que ir acercando cada día de la navidad a los reyes y sus cabalgaduras un poquito hacía el portal de Belén, solo que llegaban por arriba, por el horizonte y tuvieron la mala pata de pasar por el castillo de Herodes, el rey Herodes de aquel lugar, y le preguntaron: “¿ Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?. Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”; Herodes que era muy malo como algunos de los políticos de entonces y de todos los tiempos les hizo prometer que al regresar a sus países lejanos y maravillosos volviesen a pasar por su castillo para contárselo porque él también le quería adorar.

Herodes nunca lo hubiera sabido y en realidad nunca lo supo porque los Reyes Magos dieron una gran rodeo después de adorar al niño y ofrecerle oro como rey, incienso como Dios y mirra como hombre, y regresaron a sus países con el corazón henchido de amor al poder adorar la Verdad absoluta y el Amor sin límites.

La tía Angelina esa noche nos hacía colocar a los reyes ante el portal de Belén, cenábamos muy pronto y nuestros padres nos metían en la cama donde nos poníamos a sudar de una forma tremenda y con bastantes nervios porque si oíamos entrar a los reyes y a sus pajes con los regalos, que seguramente nos dejarían por haber sido buenos, nos podía dar un patatús. La verdad es que a pesar de sudar como fieras y no pegar ojo durante bastante tiempo al final algo ocurría que cuando nos despertábamos, ahí cerca de las camas, junto a los zapatos lustrados una y otra vez los Reyes Magos nos habían dejado muchos regalos, además buena parte del pan duro para los camellos había desaparecido y más de la mitad del agua para los caballos también, lo que era prueba fehaciente de que llegaron con una sed enorme.

Sí, esa es y seguirá siendo la noche de reyes donde miles, millones de niños de todos los tiempos, épocas, lugares y países tendrán ocasión de tocar con sus manitas ese otro mundo que en realidad no es de aquí, el mundo de lo sobrenatural hecho milagro presencial y tangible, porque los Reyes Magos representan a los hombres y mujeres de todos los tiempos buscadores de la verdad y ese niño del pesebre cuando se hizo mayor repitió una y mil veces que él era la Verdad y la Vida y que el creyera en él no moriría para siempre, por eso los niños, materialización de la inocencia y de la pureza, al despertar más allá de la noche de reyes con lo que siempre se encuentran alborozados es con el regalo venido de ese Más Allá, mientras las sombras de los reyes, de los camellos y de los pajes cabalgan alejándose de sus camitas, más allá de la historia, hacia ese horizonte de luz que es ya la eternidad.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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