Mi ojo, el derecho, el objetivo vio un trabajo cuidado, una estética delicada, un intento en penetrar en el humano competidor, una atmósfera surrealista, poética, una energía actoral muy “Odin Theatre”, bello manejo de mascara, en fin… recursos varios.
El ojo izquierdo, el subjetivo, el mío, se asomó con curiosidad a descubrir al actor Gene del que hasta el momento conocía su personaje de profesor, de prestigioso pedagogo por el que se hacen enormes filas en alguna escuela publica para acudir a sus clases –Yo también la hice en su día-, por descubrir como actor al hombre que con más respeto he escuchado dar una voz mas alta que otra en clase y el que ha generado respeto absoluto departe de sus alumnos, todo un domador, un seductor de aprendices del teatro.
Curiosidad por ese maestro distante con agujerillos en los carrillos cuando sonríe. Allí en la escena, mi ojo curioso lo buscaba, aun no se si lo encontró, pero lo que si reconoció ese ojo, fueron unas manos que dibujan con delicadeza y precisión el espacio mientras lanzan dardos bellos de muerte o en la muerte, manos que se hacen enormes, dorso que se hace gigante al lanzar los sueños a través de una almohada. Bella realmente bella interpretación de la muerte de Scott.