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Cuando el Ártico dicta las reglas: así se diseña ropa para sobrevivir a -30°C
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Cuando el Ártico dicta las reglas: así se diseña ropa para sobrevivir a -30°C

  • La colaboración entre científicos polares y marcas técnicas está redefiniendo los estándares de la indumentaria extrema.
  • Por Gabriel L. Goold – desde Alicante

domingo 07 de diciembre de 2025, 21:14h
Cuando el Ártico dicta las reglas: así se diseña ropa para sobrevivir a -30°C

07DIC25 – ALICANTE.- En 1912, Robert Falcon Scott y su equipo perecieron en la Antártida a solo 18 kilómetros de un depósito de suministros. La causa no fue solo el agotamiento o la falta de alimentos: sus prendas de lana y gabardina, consideradas tecnología punta en su época, se congelaban con el sudor y perdían toda capacidad aislante.

Scott escribió en su último diario: "El frío es intenso, -40° durante la noche". Un siglo después, entendemos exactamente por qué murieron: la ciencia del aislamiento térmico era un misterio mortal.

Los glaciólogos que trabajan hoy en Groenlandia se enfrentan a temperaturas similares, pero con una diferencia crucial: regresan a casa. No es magia, es ingeniería térmica aplicada. Y detrás de cada expedición exitosa hay años de desarrollo técnico que han transformado la supervivencia polar de una apuesta a una ciencia predecible.

La lección de Shackleton que la industria tardó décadas en aprender

Ernest Shackleton, contemporáneo de Scott, sobrevivió a condiciones aún más extremas en 1916 durante la expedición del Endurance. Su secreto no fue solo el liderazgo legendario, sino decisiones técnicas específicas: mantuvo las prendas secas a toda costa y entendió que el movimiento constante generaba calor, pero que detenerse significaba hipotermia inmediata. Los miembros de su equipo que sobrevivieron 497 días en el hielo antártico lo hicieron porque Shackleton obsesivamente gestionaba la humedad en la ropa.

Este principio —que la humedad es más letal que el frío mismo— es el que guía hoy el diseño de prendas extremas. Cuando el plumón se moja, sus fibras se colapsan y pierden hasta el 90% de su capacidad aislante. Es física simple: las cámaras de aire que atrapan el calor corporal desaparecen. En temperaturas bajo cero, esto puede provocar hipotermia en menos de una hora.

Del laboratorio polar a la prenda final

La Arctic Patrol Down Parka de Helly Hansen nace precisamente de este conocimiento histórico aplicado al presente. La marca noruega colaboró con científicos de The Greenland Project, quienes enfrentan el mismo dilema que Shackleton: permanecer inmóviles durante horas tomando mediciones sobre el hielo, mientras el termómetro marca 30 grados bajo cero.

"Nunca me he sentido más cómodo filmando por debajo de -30 grados centígrados", señaló Niklas Marc Heineke, fotógrafo de la expedición. Su testimonio contrasta dramáticamente con las experiencias de exploradores históricos. La diferencia está en el plumón HyperDRY de ALLIED: tratado químicamente para repeler agua a nivel molecular, mantiene su estructura incluso cuando el vapor corporal se condensa por el contraste térmico.

Mientras que marcas como Patagonia o The North Face han apostado por aislamientos sintéticos en sus líneas profesionales —más predecibles en mojado pero más pesados—, Helly Hansen apostó por solucionar el problema histórico del plumón. Canada Goose, por su parte, utiliza plumón de ganso canadiense de alto fillaje, pero sin el tratamiento hidrofóbico integral que caracteriza esta propuesta noruega.

Cuando cada detalle es una lección de supervivencia

La exploración moderna ha enseñado que el diablo está en los detalles. Mike Horn, uno de los exploradores polares contemporáneos más reconocidos, ha documentado cómo pequeños fallos de diseño se magnifican en el ártico: una cremallera que se congela, un bolsillo inaccesible con guantes, o un tejido que se rasga con el roce del arnés pueden comprometer una expedición completa.

La Arctic Patrol incorpora estas lecciones específicas: bolsillos posicionados para permitir el uso de arneses de seguridad sin quitar la prenda, lazos lo suficientemente grandes para manipularlos con guantes gruesos, y tejido CORDURA® en zonas de fricción. No son decisiones estéticas sino respuestas a problemas reales documentados en el terreno.

Jan Rasmussen, líder de expedición en Groenlandia, lo resumió pragmáticamente: funciona "tanto como una capa rápida en tiempo semi-frío y como una capa de trabajo en condiciones muy frías". Esta versatilidad resuelve otro problema histórico: los exploradores clásicos transportaban múltiples capas pesadas, aumentando el agotamiento. Una prenda que funciona en un rango amplio reduce peso y complejidad logística.

El reconocimiento de quienes entienden el verdadero frío

La parka ha recibido el premio ISPO y el Red Dot Design Award antes de su lanzamiento comercial en otoño de 2025. El jurado del ISPO destacó que se trata de "una parka diseñada al 100% para uso profesional en condiciones extremadamente frías", una distinción importante en un mercado donde abundan las prendas técnicas de apariencia.

Marcas como Arc'teryx, Fjällräven o Mammut también integran refuerzos y tratamientos técnicos similares, reconociendo que en entornos extremos la durabilidad es tan crítica como el aislamiento. Sin embargo, la colaboración directa con expediciones científicas activas —no solo con atletas patrocinados— aporta un feedback más cercano a las condiciones reales de trabajo estático en frío extremo.

De Groenlandia a los Pirineos: ¿quién necesita esto realmente?

La pregunta es pertinente. España no es la Antártida, y la mayoría de usuarios nunca enfrentarán -30°C. Sin embargo, existe un sector creciente de montañeros invernales, fotógrafos de naturaleza y profesionales que trabajan en condiciones severas. En los Pirineos o en la Sierra de Guadarrama durante temporales, las temperaturas pueden descender a -20°C con sensaciones térmicas aún más bajas debido al viento.

El precio de estas prendas profesionales oscila entre 600 y 1.200 euros. No es ropa casual, sino equipamiento especializado. Pero lo interesante es cómo el conocimiento de usuarios extremos se filtra a productos accesibles, igual que la tecnología de competición llega a los coches familiares.

Conclusión

Desde aquellos trágicos días de Scott hasta las expediciones actuales en Groenlandia, hemos recorrido un siglo de aprendizaje sobre cómo proteger el cuerpo humano del frío extremo. Lo notable no es solo que ahora tengamos la tecnología para hacerlo, sino que esta tecnología se base en lecciones duramente aprendidas por exploradores que pagaron con sus vidas por nuestro conocimiento actual. Cuando un fotógrafo puede trabajar a -30°C concentrado en su arte, cuando un glaciólogo puede enfocarse en sus mediciones sin temer por su supervivencia, estamos ante algo más que progreso técnico: estamos ante un tributo a aquellos pioneros que nos enseñaron, a menudo trágicamente, qué necesita el cuerpo humano para sobrevivir en los lugares más inhóspitos del planeta. Que este conocimiento ahora se traduzca en prendas accesibles para montañeros, profesionales y aventureros es, quizás, la mejor forma de honrar su legado.

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