“Aunque el impacto de la dieta sobre enfermedades específicas relacionadas con el envejecimiento ha sido estudiado en profundidad”, explica la doctora Tasmine Akbarali, autora principal del estudio, “muy pocas investigaciones se han centrado en establecer una relación entre la dieta y la salud general en edades avanzadas”. Akbarali y sus compañeros han analizado los patrones alimenticios y los fenotipos de envejecimiento de los participantes en el estudio durante un periodo de 24 años, siguiendo su evolución desde que tenían en torno a 50 años (en 1985) hasta que alcanzaron los 66 (en 2006).
Los adultos que más se alejaban de los patrones recomendados en el Alternative Healthy Eating Index (AHEI) –una guía alimenticia elaborada para combatir las enfermedades crónicas no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes–, y abrazaban con más fuerza la “dieta occidental”, –rica en fritos, dulces, embutidos, carne roja, carbohidratos refinados y productos lácteos ricos en grasa–, más problemas de salud tenían de mayores.
Muy poca gente mantiene su edad ideal
Tras analizar todos los datos, una combinación de historiales clínicos, chequeos realizados cada cinco años y otros registros hospitalarios, los investigadores identificaron las tasas de muerte y enfermedades crónicas entre los participantes. Sólo un 4% de las 5.350 personas analizadas tenían su “edad ideal”, sin enfermedades crónicas y con una buena puntuación en test físicos, mentales y cognitivos. El 73,2% tenían una edad normal, con los achaques propios de ésta. Un 12,7% sufrieron algún tipo de accidente cardiovascular en el periodo de la investigación. Y el resto murieron: un 2,8% por accidente cardiovascular y un 7,3% por otra causa.
El estudio llegó a la conclusión de que los participantes que no seguían los patrones recomendados por el AHEI tenían un mayor riesgo de morir y una menor probabilidad de situarse en torno a la edad ideal. “Evitar las comidas típicamente occidentales”, explica la doctora Akbarali, “puede realmente aumentar las posibilidades de alcanzar edades más tardías libre de enfermedades crónicas y permaneciendo totalmente funcional”. En su opinión, “un mejor entendimiento de la distinción entre determinados comportamientos sanitarios que ofrecen protección frente a las enfermedades y aquellos que empujan a los individuos a alcanzar su edad ideal podrían facilitar la mejora de los programas de salud pública”.
Fuente Elconfidencial.co - Miguel Ayuso - 23/04/2013