Y Mahler lo cuenta con la precisión de un reportero y la sensibilidad de un novelista. El momento no puede ser más adecuado. El año que viene se celebrara el 400 aniversario de la fundación de la ciudad por la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales con el nombre de Nueva Ámsterdam. . Cuarenta años después,durante la segunda guerra Angloholandesa, la colonia se rindió a los ingleses que la rebautizaron con su nombre actual.
Mahler es conocido por su capacidad para narrar la historia reciente de la ciudad con profundidad periodística y pulso narrativo. Su obra más célebre antes de esta fue Ladies and Gentlemen, the Bronx Is Burning, sobre la campaña de 1977 entre Ed Koch y Mario Cuomo, para la alcaldía de la ciudad, el auge de los Yankees y el incendio literal y simbólico del Bronx. En The Gods of New York, Mahler vuelve a su territorio favorito: la ciudad como protagonista, y sus habitantes como dioses imperfectos que la moldean y la destruyen.
El libro se sitúa en un momento de transición feroz. La ciudad entraba en 1986 con beneficios récord en Wall Street, pero también con decenas de miles de personas durmiendo en las calles, el auge de la cocaína y el crack, el horror del sida, y las tensiones raciales. Mahler reconstruye este periodo a través de eventos clave bien conocidos para los neoyorquinos, pero no tanto para los que no lo son.
Cada episodio es tratado como un capítulo autónomo, lo que da al libro una estructura que recuerda a una colección de largos artículos de The New Yorker. No hay una trama lineal, sino una sucesión de escenas, perfiles y momentos que, juntos, componen un fresco caleidoscópico de la ciudad, narrados cronológicamente.
Mahler no oculta su fascinación por la ciudad. En palabras del entonces alcalde Ed Koch Nueva York era “una ciudad que tenía más judíos que Jerusalén, más negros que Nairobi, más irlandeses que Dublín, más puertorriqueños que San Juan y más italianos que Florencia”. Esa frase resume el espíritu de una urbe que no solo era diversa, sino desbordante.
Pero Mahler no idealiza. Su Nueva York es también una ciudad rota, desigual, donde el poder se negocia en despachos, juzgados y platós de televisión. Es una ciudad que se vende, se reinventa y se traiciona a sí misma, pero siempre dividida por la frontera racial.
El título del libro no es casual. Los protagonistas de esta historia son los “dioses” que moldearon la ciudad a su imagen y semejanza. Algunos son conocidos, otros menos, pero todos tienen algo de mitológico.
El principal es Ed Koch el hiperactivo alcalde, judío y homosexual, que se niega a salir del armario. Es retratado como un político carismático, contradictorio y omnipresente. Su estilo directo y su obsesión por la aprobación pública lo convierten en un personaje central.
Rudy Giuliani, entonces fiscal del distrito sur, aparece como un hombre más preocupado por su imagen que por la justicia. Mahler lo muestra como alguien que usa los casos mediáticos como trampolín político, anticipando su futura carrera como alcalde.
Donald Trump, aún joven magnate inmobiliario, es descrito con una mezcla de ironía y precisión quirúrgica. Regala a su abogado unos gemelos falsos de Bulgari; exigió al periodista que redactó el libro que él firmó: El arte del acuerdo que pagara la mitad del cóctel de presentación .Se mueve por la ciudad como un actor secundario que quiere ser protagonista.
Roy Cohn, abogado de Trump y figura clave del conservadurismo neoyorquino, es retratado como alguien para quien la ley no importaba tanto como el juez que la tenía que aplicar. Su cinismo y poder en la sombra lo convierten en uno de los personajes más inquietantes del libro. Murió de SIDA
Al Sharpton, pastor y activista por los derechos de los negros, aparece como una figura polarizadora, capaz de movilizar multitudes y generar controversia. Mahler lo presenta con matices, sin caer en caricaturas.
Y junto a ellos, Spike Lee y otros que forman parte de un mosaico humano que define la ciudad en ese momento.
Para quien no esté familiarizado con Nueva York, el libro puede resultar complejo. No está traducido al español, y muchos de los episodios requieren contexto. Pero para quien conoce la ciudad —o quiere conocerla en profundidad— es una lectura fascinante, casi adictiva. Incluso los que hemos vivido allí -yo viví entre el año 1996 y el año 2.000-tenemos dificultad para captar ciertas situaciones y es que NYC es una ciudad mutante, no solo en los edificios sino tambien en su forma de vida. Solo una década después de los hechos narrados en Gods of New York se estrenó una de las series de televisión más exitosas de la historia: Sex and the City, traducida aquí como Sexo en Nueva York, que nos describe una ciudad totalmente diferente, al menos en las costumbres sexuales.
Mahler plantea una pregunta que atraviesa todo el libro: ¿puede Nueva York seguir siendo una ciudad diversa y abierta, cuando el dinero y el poder la transforman en una capital global de las finanzas? ¿Puede conservar una cultura cívica común cuando sus ciudadanos viven realidades tan distintas? Hoy la respuesta es clara, pero a finales de los 80 todavía había dudas.