Nació en una familia acomodada, pero de ideología progresista, lo que provocó la persecución de su padre y abuelo. Fue la tercera de nueve hermanos y se trasladó a Badajoz a los cuatro años cuando su padre comenzó a trabajar en la Diputación provincial. Su educación fue tradicional, centrada en las labores propias para una niña de su tiempo, pero desde muy joven mostró gran interés por la literatura, dedicándose a la lectura y a la escritura con pasión.
Comenzó a componer versos desde los nueve años, inicialmente con un lenguaje ingenuo pero cargado de emoción, inspirado en amores imposibles y en su propia experiencia con la catalepsia, una enfermedad que afectaba su salud y acentuaba su temperamento romántico.
Carolina Coronado vivió intensamente los acontecimientos políticos de su tiempo. Participó activamente en la guerra civil de 1838, bordando la bandera para un batallón en defensa de Isabel II y mantuvo una postura claramente progresista y revolucionaria. En 1852 se casó con Justo Horacio Perry, diplomático estadounidense, con quien tuvo tres hijos, aunque solo su hija Matilde sobrevivió a la infancia. La obsesión de Carolina por la muerte y el más allá se reflejó incluso tras el fallecimiento de su marido, cuyo cuerpo embalsamó y conservó, negándose a enterrarlo.
Residió principalmente en Madrid, donde su casa se convirtió en un centro de tertulias literarias y un refugio para escritores progresistas y perseguidos políticos. Fue amiga de la reina Isabel II, quien intervino para que Coronado adquiriera un terreno donde construyó su palacete en la calle Lagasca. Más tarde, tras las revoluciones de 1868, se trasladó a Lisboa, donde falleció en 1911.
En el ámbito literario, Carolina Coronado fue una de las primeras mujeres en abrirse paso en un mundo dominado por hombres. Su primer poema publicado fue en 1839 y su primer volumen de poesías apareció en 1843, prologado por Juan Eugenio Hartzenbusch, su mentor y principal apoyo literario. La calidad de su poesía, de estilo romántico con fuertes dosis de sentimiento y sensualidad, le valió reconocimiento, aunque también enfrentó críticas y censura debido a sus ideas políticas y su condición de mujer escritora.
Su producción fue diversa: además de poesía, escribió quince novelas —entre las que destacan Paquita, Jarilla y Luz—, obras teatrales, ensayos y narrativa epistolar. En la prensa, donde publicó numerosos artículos y poemas, abordó temas sociales, políticos y feministas, defendiendo la abolición de la esclavitud y los derechos de la mujer. Fue miembro activa de la Sociedad Abolicionista de Madrid junto a Concepción Arenal y su poema A la abolición de la esclavitud en Cuba generó un escándalo político cuando fue declamado en público en 1868.
Carolina Coronado también lideró la llamada "Hermandad Lírica", un grupo de escritoras de su generación que se apoyaban mutuamente frente a las dificultades para ser reconocidas en la literatura. Estas mujeres, muchas de ellas autodidactas y provenientes de la burguesía, establecieron redes de sororidad que les permitieron publicar y promoverse, siendo Coronado un referente y modelo para muchas de ellas.
Su estilo literario combina la sensibilidad romántica con una marcada preocupación social, con una poesía caracterizada por la musicalidad, la emoción intensa y una cierta influencia del naturalismo, especialmente en sus poemas más conocidos como El amor de los amores y La rosa blanca.
La vida de Carolina Coronado estuvo marcada por dificultades personales, como sus problemas de salud, varias depresiones y la pérdida de sus hijos, pero también por una fuerte voluntad y un compromiso con la escritura y las causas sociales. Gracias a su tenacidad, logró una respetable carrera literaria, siendo una pionera en la visibilización femenina dentro de la cultura española del siglo XIX.
Falleció en Lisboa en 1911 y fue enterrada en el cementerio de Badajoz. Su legado literario y su ejemplo de mujer comprometida siguen siendo un referente fundamental para el estudio de la literatura romántica española y la historia de las escritoras en España.
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*María del Carmen Calderón Berrocal, Dra. Historia. Ciencias y Técnicas Historiográficas, Correspondiente por Extremadura en Academia Andaluza de la Historia, Cronista Oficial de Cabeza la Vaca. Secretaria Canciller de la Asociación de Cronistas de Extremadura y miembro de la Real Asociación de Cronistas de España.