Este proyecto, impulsado por la Delegación de Acción Cultural, Patrimonio y Recursos Culturales, plantea una original forma de acercar la cultura a pie de calle: esculturas de bronce, a tamaño natural, situadas en lugares emblemáticos de la ciudad y acompañadas de códigos QR que ofrecen información sobre las obras y los personajes que representan. No se trata solo de decorar el paisaje urbano, sino de contar historias propias en el mismo lugar donde nacieron o fueron imaginadas.
El arte como espejo de València
Entre una veintena de candidatos, el jurado ha elegido a cinco artistas con trayectorias diversas pero con un fuerte vínculo con el lenguaje figurativo, capaz de conectar con el gran público y de mantener la fidelidad a los personajes que representarán.
Destaca Alfredo Llorens García, autor de esculturas públicas como la dedicada al arquitecto Rafael Guastavino, con una sólida formación académica y experiencia en obras que combinan expresión artística y memoria histórica.
Le sigue Gabriel Raúl Cisneros Báez, joven artista cubano con proyección internacional, cuya obra une calidad técnica e intensidad simbólica.
El tercer finalista, Raúl Rubio Sánchez, trabaja desde hace más de dos décadas en la firma Lladró, donde ha desarrollado una destacada carrera como modelador, también vinculado al arte fallero.
Josep Manuel Juan Moraleda, profesor y escultor premiado en diversos certámenes, aporta una visión expresiva y contemporánea, mientras que Alejandro Inglés Pérez, con una reconocida labor en la restauración de patrimonio histórico de la ciudad, representa el diálogo entre la escultura y la memoria urbana.
Una ruta para reconocer y redescubrir València
Los artistas deberán presentar, antes del 15 de septiembre, uno o dos bocetos que representen a personajes muy queridos por los valencianos: el niño aragonés de Arroz y tartana (Vicente Blasco Ibáñez) y el grupo Mortadelo y Filemón, de la película de Javier Fesser. Las esculturas literarias se ubicarán en la plaza del Mercat, y la cinematográfica cerca de la calle de Dalt, en el barrio del Carme, junto al futuro Centro del Cómic.
Con un presupuesto de hasta 145.000 euros, este proyecto aspira no solo a embellecer la ciudad, sino a reforzar el relato colectivo de València a través del arte público. La iniciativa reconoce la importancia de sus escritores, cineastas y dibujantes, y busca que sus personajes cobren nueva vida en el mismo escenario que los inspiró.
Un paso más hacia una ciudad con alma
Con esta ruta, el Ayuntamiento no solo pone en valor el patrimonio cultural tangible e intangible, sino que apuesta por el arte como forma de conexión ciudadana. Es una invitación a mirar la ciudad con nuevos ojos, a reencontrarse con sus historias y a caminar entre personajes que ya forman parte de nuestra memoria colectiva.
València se convierte así en una ciudad que no olvida su pasado ni sus referentes, sino que los celebra, los coloca en sus plazas y calles, y los comparte con quienes llegan. Porque cuando una ciudad se reconoce en sus propios relatos, crece con más identidad, más belleza y más sentido.