Millones de personas abandonan sus países debido a conflictos, persecuciones y crisis humanitarias. Según datos recientes, en 2024 se registraron 110 millones de desplazados forzosos en todo el mundo. Las causas principales incluyen, guerras y conflictos, como Siria, Ucrania y partes de África obligan a huir a millones de personas. Crisis económicas y pobreza extrema, en países de América Latina y África, la falta de oportunidades impulsa la migración. También sequías y desastres naturales desplazan a comunidades enteras.
El presidente Donald Trump ha propuesto medidas estrictas contra la inmigración irregular, sus planes incluyen, deportaciones masivas, se estima que pretende expulsar entre 15 y 20 millones de inmigrantes indocumentados, pero entre ellos también están personas que no cumplen estos requisitos, que tienen papeles y han nacido en suelo americano, pero no le importa, lo lleva todo en su típica forma de actuar. Incluso planea permitir arrestos en escuelas, iglesias y hospitales, eliminando protecciones anteriores. Intenta aplicar la Ley de Enemigos Extranjeros de 1978 para facilitar deportaciones sin su debido proceso. Todas estas políticas han generado críticas por su legalidad, costas y posibles violaciones a los derechos humanos.
En general, países desarrollados enfrentan un envejecimiento poblacional y una disminución en la tasa de natalidad. En España, por ejemplo, se prevé que en 2025 haya más jubilaciones que nuevas incorporaciones al mercado laboral.
Sectores como la sanidad, educación y manufactura ya experimentan una total escasez de profesionales en estos momentos. La inmigración podría ser una solución para cubrir estas vacantes y mantener el crecimiento económico.
Para abordar la inmigración de manera equilibrada, se proponen medidas como:
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Controles de antecedentes, implementar sistemas eficientes para detectar y prevenir la entrada de personas con antecedentes penales.
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Programas de integración, facilitando la adaptación de los emigrantes a la sociedad, mediante educación, empleo y participación comunitaria.
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Cooperación internacional, trabajar con países de origen para abordar las causas raíz de la inmigración y establecer acuerdos de repatriación seguros.
Pero aquí llegamos a un punto clave, que a menudo se pasa por alto, la corrupción y la mala gestión de los fondos destinados a frenar la inmigración en los países de origen. Esto es algo que se esta viviendo continuamente, que no arregla la situación, porque la gran parte del dinero que se entrega a esos países, no llega a quienes lo necesitan, sino que se queda en manos de gobiernos corruptos, militares o élites económicas que perpetúan el mismo sistema que hace que la población huya.
Se crean proyectos simbólicos o ineficaces, sin un verdadero impacto a largo plazo.
Mientras tanto, se sigue criminalizando al inmigrante, sin atacar el verdadero origen del problema. Se debería de realizar una supervisión internacional, que los fondos de ayuda estén condicionados a auditorias independientes, y se canalice a través de organizaciones fiables, no a través de los gobiernos corruptos. Visados de trabajo temporales y controlados, creando vías legales para que las personas puedan migrar por temporadas y regresar con garantías, como se hace con los jornaleros.
Programas de formación en origen, ayudando a formar a personas en sus propios países para que estén preparadas para trabajos demandados en los países receptores, seguido facilitar su entrada legal.
Un reparto europeo o internacional equitativo, con el fin de no dejar la carga migratoria en los países de frontera como España, Italia o México.
Una regulación clara y firme, que combine humanidad con orden, ni todo vale, ni se puede cerrar la puerta sin más. Hay que saber quién entra, por qué entra y como se le va a integrar, no valen excusas en ninguno de los sentidos, tiene que ser una colaboración total, no dejar que se queden aparcados en los países de frontera, mientras los demás se lavan las manos.
Porque la inmigración no se va a frenar a golpe de chequera, si no se cambia el enfoque. No se trata de pagar para que no salgan, sino de construir un sistema honesto, transparente y humano que entienda que nadie deja su hogar por gusto.