Novela y serie merecen una secuela dedicada al siglo XXI, que los productores podrían encargar al ya exministro de cultura Gennaro Sangiuliano y a su examante Maria Rosaria Beoccia. Si la presentara una guionista profesional sería rechazada por inverosímil.
Cuando te bautizan como Gennaro en la etiqueta adjunta pone made in Napoli. Ya sabemos que solo allí el santo hace el milagro de la licuación de su sangre tres veces al año. Ese el nombre que le dio Lila, la amiga estupenda, a su hijo que según el relato nació a comienzos de los sesenta. Igual que el Gennaro ministro, protagonista de la quinta temporada. Ambos personajes se fundirían en uno por mor del relato.
Sangiuliano tiene un buen currículo como periodista y profesor universitario, siempre desde su posición posfascista que le permitió escalar en las filas de Fratelli D´Italia hasta el consejo de ministros.
En su puesto tuvo la oportunidad de conocer a Maria Rosaria -otro nombre que lleva etiqueta sureña-. Una belleza de trucco (así llaman en Italia al maquillaje) y botox, 21 años más joven, que asegura contar con par de licenciaturas lo que su exmarido niega. Ha regado las redes sociales de selfies con el ministro al que le saca una cabeza, normalmente poniendo una mano protectora en su hombro. Pretendía ser su asesora para grandes eventos. Le acompañó en 8 viajes con gastos pagados por el ministerio, aunque el asegura que los pagó de su bolsillo.
Querían aparecer como los nuevos Carlo Ponti y Sofia Loren. El 21 años mayor y ella 10 centímetros más alta y napolitana -aunque nacida en Roma-. Desgraciadamente, para ellos ni él era productor de cine ni ella una verdadera señora y una estrella del negocio.
El asunto saltó a las primeras páginas de los periódicos y a los informativos de la radio y la televisión. No había terminado Gennaro de desmentir una noticia que ya aparecía la siguiente, aún más dolorosa. Se negó a dimitir asegurando que no había hecho nada que lo justificara. Meloni, que echó de casa a su pareja cuando se hicieron públicos unos videos en los que este proponía a dos compañeras de la Rai hacer un trío , le permitió seguir.
Las cosas se complicaron cuando Sangiuliano negó que Rosaria hubiera tenido acceso a informaciónes relevantes y ella contraatacó con datos sobre la seguridad de la reunión de ministros de cultura del G7. Resulta que grababa con unas gafas de sol y que había accedido al teléfono móvil del ministro.
Genialmente, un amigo italiano definió la relación como la de un ququaraquá y una accaparatrice . Un ququaraquá es el que emite el sonido de los patos, todo ruido y ninguna sustancia. Es una expresión de origen siciliano que ya se usa en toda Italia y que popularizó Siascia en su novela más conocida : La noche de la lechuza. La otra expresión no hace falta traducirla.
La situación se hizo imposible. Sangiuliano acudió a un informativo de máxima audiencia de la RAI para comunicar que había presentado su dimisión a la presidente del consejo porque prefería a su mujer que a la política. Entre lágrimas admitió que había sido infiel. Aseguró que había estado a punto de nombrar a Rosaria asesora pero que no lo hizo porque se lo había prohibido su esposa. Imposible mejorar esa escena. Al día siguiente se dejó fotografiar de la mano de su legitima que, resulta que también es rubia y que le saca medio palmo, pero más próxima en edad. Ya sabemos lo importante que es allí la famiglia .No ha podido evitar que el fiscal le investigue por posibles delitos.
He tenido la fortuna de trabajar en algunas de las mejores ciudades del mundo, como Nueva York, Londres, París y Milán. Me quedo con la última. Los españoles que hemos vivido en Italia no podemos dejar de admirar a ese país y a sus habitantes. Cuando aquí somos dramáticos allí son melodramáticos. Nosotros tenemos un Calderón de la Barca escribiendo sobre el honor cuando ellos ya tenían a un Monteverdi inventándose la Ópera.
Auguro un gran éxito a la nueva temporada de La amiga estupenda.