Estamos encantados por tener una maga en la familia, porque, en líneas generales somos gente convencional -demasiados abogados, periodistas y farmacéuticos. Además, toda tribu que se precie tiene un hechicero o mago en ella, y nosotros la tenemos en versión femenina. Isabel Uve veranea también en la preciada sierra de Guadarrama, no lejos de la Universidad María Cristina, donde se imparten con éxito Estudios Superiores de Ilusionismo, como una de las Bellas Artes (véase el enlace).
No sé qué pensaría Felipe II de estos estudios en la Universidad, aunque la magia también ha rodeado la historia de la construcción del Real Monasterio. Juan García Atienza tiene escrito y publicado el libro: “La cara oculta de Felipe II. Alquimia y magia en la España del Imperio” (1998). Pero esto no va nigromantes.
Felipe II fue un monarca contradictorio. Mientras era considerado campeón del catolicismo y impulsor del Concilio de Trento, al mismo tiempo, en 1559, amparaba el Índice de Libros Prohibidos, coleccionaba obras sobre astrología, alquimia y esoterismo, y volúmenes relacionados con el Templo de Salomón. El ensayista Mariano Fernández Urresti asegura en su libro “Felipe II y el Templo de Salomón” 2024), que el arquitecto del Real Monasterio, Juan de Herrera, era el “mago de cabecera del Re”. Ambos eran muy aficionados al esoterismo.
En San Lorenzo de El Escorial, existe la Cripta de la Magia, dentro del Cafetín Croché, donde todos los viernes -verano e invierno- acude un mago diferente para mostrar sus habilidades.
Amélie Nothomb y su novela de magos
Como no hay casualidades sino causalidades, he retirado al azar-pienso leerlas todas- de la biblioteca municipal otra “nouvelle” de Amelie Nothomb, con el título freudiano “Matar al padre”. La sorpresa, al comenzar a leerla es que trata de la relación de dos magos, joven y adulto, que oscila entre la fascinación y la realidad. Yo ya tenía la idea de escribir esta crónica sobre la maga Isabel Uve y me encuentro con esta bella fabulación de magos, con desenlace inesperado.
La autora belga escribe: Tendemos a confundir al tramposo y al mago. Son dos universos conectados pero muy distintos. Los magos van a intentar, con generosidad, poner en duda la realidad para que podamos cuestionarla. El tramposo, en cambio, abusará de sus cualidades de mago hasta llegar a ser decididamente deshonesto”.
Amélie Nothomb se explaya después sobre si la literatura no es también una forma de magia, y el escritor un generoso prestidigitador que mantiene lo real en suspenso, mientras dura la fábula.
¡Cuántos mundos hay en este mundo, porque afortunadamente hay gente “pa tó”!, como bien decía el torero Rafael “el Gallo”, cuando le presentaron al filósofo José Ortega y Gasset y le explicaron que era “un hombre que pensaba”.
Mientras esto escribo, una fuerte tormenta de aire agita las copas de los árboles centenarios frente al Monte Abantos. Impresiona el sonido seco de las hojas de los árboles entre sí. Me gusta la aliteración en ese.
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