Fue el pasado sábado, día 26 de agosto, cuando el Grupo Per Versos de Valladolid y varios poetas zamoranos se reunieron a la once de la mañana en el Museo Etnográfico de Castilla y León, en Zamora, donde por espacio de dos horas y media se leyeron textos de ALACIAR, uno de los libros de Justo Alejo. Al respecto de este título dice el poeta que, si un ave golpetea sus alas contra sí o contra aquello que las aprisiona, dícese por allí, que está “estartalaciando” Este término, al parecer, mantiene su vigencia a lo largo de la Raya de Portugal, desde Sanabria a Ciudad Rodrigo y aun quizás a tierras cacereñas, pasando por Aliste, Sayago y adentrándonos en la Maragatería. Añade Alejo que “alaciar” es el signo que se hace con la mano a alguien que anda muy lejos o al que por algún otro motivo no podemos llegar con la voz. En suma, un saludo gestual.
Pues así, sin saber lo que significaba todavía esta palabra la descubrí leyendo uno de sus textos en el gerundio estartalaciando . Me ayudó él desde el Más Allá para que me saliera a la primera. Incluso a la segunda, ya por la tarde en Fornillos. Gracias, Justo Alejo, por tu enorme sabiduría.
Una jornada sencilla y emotiva que sirvió para que poetas de estas tierras de Castilla y León nos conociéramos y supiéramos de actividades comunes. El encuentro surgió en una amigable conversación en el homenaje a la Sierra de la Culebra en Tábara que mantuvimos con los amigos de Valladolid del grupo poético Per Versos. Este grupo lleva ocho años recitando por pueblos y ciudades; en bares, tascas, salas o bibliotecas. Cualquier foro es válido para unir a la gente y para demostrar que la vida no es tan prosaica como parece. Allí, en Tábara, y en ese contexto se pergeñó el homenaje a Justo Alejo para redescubrir a un hombre de una personalidad y sabiduría inconfundible. Su biografía es digna de llevarse a la pantalla.
Tras el acto en el Museo Etnográfico nos trasladamos al Puente de Piedra, junto al evocador puente de los Poetas donde seguimos con el recital. Veintiséis voces, otros tantos estilos y sentires entregaron sus versos al Duero. Allí también fuimos conociéndonos y descubriéndonos unos a otros.
Y el río volvió a acogernos en el MerenDuerO para el almuerzo. La brisa nos llegaba con la frescura que anuncia el otoño. Y partimos ya para la tierra del poeta. Formariz. Formariz y Fornillos fueron los últimos destinos. Allí la mermeladería O Sauco de Teresa Cotorruelo nos acogió con su delicadeza y dulzura. Pero antes, antes pudimos ver la casa museo de Justo Alejo en Formariz. Hay que mirar con calma las paredes de piedra, las ventanas, el interior, las cosas que Justo acarició, sus libros, sus maletas, sus recuerdos. Hay que imaginarlo allí, junto a la chimenea, en los días de invierno, mientras su mente se abría al mundo y a la libertad. Fue muy poco tiempo. Algunos no pudieron entrar al recinto místico del poeta debido a la involuntaria descoordinación. Pero las imágenes de los compañeros hablan por sí solas.
Hay que dar visibilidad a estos pueblos remotos y despoblados alejados del mundanal ruido pero que vibran y dan constantemente lecciones de vida. Hay que volver, hay que repetir el próximo año para conmemorar un Segundo encuentro en Fariza in memoriam de Justo Alejo.
Si (
No(
