En ese contexto somos muchos los interesados en conocer mejor ese país tan complejo y permanentemente en tensión. Mi interés personal tiene su origen en los años 80 del pasado siglo cuando, como director general de turismo, fui el primer alto funcionario español en visitar oficialmente Israel, antes del reconocimiento diplomático.
Este año festejamos además el 75 aniversario del nacimiento del Estado de Israel tras los acuerdos de Naciones Unidas.
Hoy día una de las maneras de obtener esa información es a través de las series de televisión. Algunas de las producidas en Israel son de gran calidad. Recientemente tuvimos la oportunidad de ver la cuarta temporada de Fauda, que tiene como protagonistas a un grupo de elite del ejercito , pero que estudia las relaciones entre el poder judío y la población árabe.
Anteriormente, Shitsel se adentraba en el mundo ultraortodoxo. Ambas fueron producidas por Yes Studios, que acaba de lanzar al mercado otra ambiciosa producción : Miss Jerusalén - "The beauty queen of Jerusalem ", cuyo protagonista Michael Aloni también lo fue de Shitsel. La serie está basada en la novela de igual título de Sarit Yishai Levi que obtuvo un buen éxito editorial.
Miss Jerusalén nos presenta la historia de la familia Armoza, comerciantes locales de buena posición, entre los años 20 y comienzos de los 40, en el marco de una ciudad que está bajo el imperio otomano y el mandato británico. Por primera vez en el cine israelita todos los personajes principales son judíos sefarditas. Los magníficos diálogos son en hebreo, inglés, árabe y español ladino.
La pertenencia a ese grupo es un elemento fundamental de la historia. Gabriel Armoza se enamora de una bella joven askenazi ante el horror de sus padres. La madre, ya viuda, le obliga a casarse con Rosa, la limpiadora de la casa, ella si sefardita, dando lugar a un matrimonio sin amor. A su vez, Gabriel exige parejas sefarditas para sus propias hijas. La mayor Luna, que da nombre a la serie, magníficamente interpretada por Swell Ariel Or, no quiere saber nada de la política, pero no puede escaparse de sus efectos. La política lo penetra todo. Los militares turcos aparecen como despiadados, los británicos son honorables, mientras que Efraín, hermano de Rosa y sus compañeros, miembros del grupo terrorista Irgun, también llamado Etzel, aparecen como gente sin escrúpulos que atacan no solo a los ingleses sino también a árabes y judíos. El punto débil de la narración es el retrato que hace de todos los personajes árabes de Palestina, violentos, mentirosos y violadores cayendo en el estereotipo.
La combinación de dramas personales con ambientación histórica bordea permanentemente la línea fronteriza con el culebrón. Pero la serie tiene éxito en el empeño.
La estética también es peculiar. Filmada totalmente en interiores, parece una obra de teatro. La mayor parte de las escenas transcurren en el patio que comparten los Armoza con los Franco, familia humilde con los que, desde un desprecio inicial, terminan compartiendo vidas a través de muertes, matrimonio frustrado y finalmente matrimonio efectivo.
Las mujeres de ambas familias aparecen como modernas y liberadas en todos los sentidos, sin ningún tipo de presión religiosa. Esa presión que los ultraortodoxos, cada vez más influyentes tratan de imponer en la sofisticada y compleja sociedad israelí de forma poco sutil. Un importante miembro del partido United Torah Judaism, que forma parte del gobierno declaraba al New York Times: "nosotros no imponemos nuestras creencias religiosas a los judíos seculares. Permitiremos que hombres y mujeres caminen juntos por la calle"
La primera temporada, estrenada en España consta de 20 capítulos. Esperemos que la segunda, ya filmada se estrene aquí pronto.
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