Aunque la Parca, da la sensación que no es tema de interés para muchos, sin embargo, a tenor de los que nos reunimos en la puerta del cementerio, quedó demostrado que el asunto de la muerte y del Más Allá, interesa, y mucho. Más de un centenar de personas nos dimos cita allí, a las cuatro treinta de la tarde para conocer un lugar tan singular y bello como es el cementerio zamorano. Salimos bien avanzada la tarde, casi a las siete.
El recorrido, por tanto, fue largo y productivo. Se visitó el Panteón, bellísimo, de personajes ilustres donde reposa Eduardo Barrón, importante imaginero, autor de la estatua de Viriato de nuestra ciudad; y también el gran poeta Jesús Hilario Tundidor. Se nos aclaró a los presentes que el poeta fue enterrado allí, junto al imaginero por expreso deseo de su familia, que lo solicito. Ante la curiosidad de por qué no había otros ilustres enterrados allí como Claudio Rodríguez, por ejemplo, se nos dijo que la citada distinción de PERSONALIDADES ILUSTRES es posterior al fallecimiento de Claudio y éste ya tiene su propio panteón, obra del polifacético y versátil artista, ya fallecido, Luis Quico, donde talló en la losa ese "río duradero" tan significativo y tan inspirador para Claudio, como para todos los que paseamos junto a él. Aunque no se dieron más detalles, cabe pensar que el citado panteón debe ser propiedad del Ayuntamiento.
Mientras paseábamos entre las tumbas, para la ocasión llenas de flores por la reciente festividad de Todos los Santos, íbamos contemplando los lugares donde reposan Ramón Álvarez, otro ilustre imaginero, autor de la Virgen de La Soledad, tan querida por los zamoranos. El artista Ramón Abrantes, importante escultor, descansa en una sencilla y humilde tumba, sin apenas sobresalir de la tierra. Tan sencilla y humilde como lo era él en vida. Y unos pasos más allá, el soldado del teniente Tito, tallado en piedra, vigilando su propio panteón. Muy interesante, cómo no, la tumba donde reposa la locutora Charito Borrego, entrañable amiga con la que compartimos tantas cosas. Se lo encargó, en vida, al artista zamorano, José Luís Coomonte. Una cruz de cristal azul y transparente se iza entre cipreses y panteones con el inconfundible estilo del gran artista zamorano.
Llamó nuestra atención el lugar donde reposa Isabelita de Jerez, una cantaora que nació en 1895 y murió en 1942, en Zamora, en extrañas circunstancias, estando de turné con Pastora Imperio. En el año 2016 se publicó un libro sobre su vida y su muerte en Zamora, a cargo del profesor José Ignacio Primo, gran aficionado al flamenco, que también nos dejó. Otro espacio en el camposanto para las monjitas Sor Dositea y Sor Ignacia; dos ilustres que comparten su lugar junto a miles de zamoranos.
Nos llama la atención la despoblación de Zamora, cada vez con menos habitantes, con lo poblado que está el Cementerio. La ciudad decrece mientras el cementerio aumenta cada día con los que se nos van. Y no hay repuesto porque apenas hay nacimientos. Zamora ocupa lugar destacado en la España Vaciada.
David Gago, quien nos acompañó en todo el recorrido, fue dando datos y detalles de unos y de otros. Llamaron la atención los numerosos panteones decorados con columnas con capiteles jónicos o corintios, con figuras faraónicas, como el de la familia Barrueco. Muy interesante el panteón del empresario Marciano Fernández y el de otro ilustre, entre los más, Agustín García Calvo, de quien guardamos tantos recuerdos. Hoy disfrutamos de su extenso legado intelectual. Recuerdo sus clases de latín en el Instituto Claudio Moyano de Zamora, como recuerdo el día de su entierro, al que asistí, como muchísimos zamoranos y gentes venidas de fuera. Los poemas de Agustín se recitaron al unísono y la voz de Amancio Prada se alzó también en medio del silencio: Libre te quiero. Un hermoso recuerdo que me acompaña como me acompañan sus magistrales discursos.
Y, cómo no, la tumba de Amparo Barayón, esposa de Ramón J. Sender, aquél que decía: "Yo no soy ni he sido nunca un político. Soy un hombre que escribe novelas, poesía, teatro y ensayos y esta es una tarea que me ocupa todo el día". Sus cenizas, según su deseo, fueron esparcidas en el mar. Ayer me enteré de que la familia de Amparo está emparentada con los Maes, a los que conozco desde mi infancia en el Poblado de Iberduero, donde nací.
Impresionante la visión de las tumbas, blancas, y con una sencilla crucecita, de los fallecidos en la guerra. Algunos no las conocíamos. También descubrimos un espacio reservado a los numerosos musulmanes, practicantes de esa religión, que conviven con nosotros en esta ciudad. Allí también tienen su espacio. Ya hay algunos enterramientos de marroquíes y libaneses. La globalización ha traído un gran flujo de personas que se mueven por el mundo y ello obliga a las instituciones a favorecer, no sólo la vida social y el trabajo de los muchos extranjeros que se asientan en nuestra tierra, sino también facilitar que esa tierra sea su última morada.
Los cementerios son lugares hermosos, inspiradores y llenos de magia. Hoy día, son muchas las ciudades que los incluyen en sus rutas turísticas. Personalmente, siempre he sentido verdadera atracción por ellos.
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