Lleva la nítida e imborrable imagen de sus barrios, en que cada esquina le recuerda a alguien y cada árbol ha sido testigo de su historia; cada rama un camino y cada hoja una foto.
Lleva la desazón de abandonar a algún familiar o amigo que necesariamente debe quedarse custodiando su país, por el simple "pecado" de tener entre 18 y 60 años, lo que les separará quizás por cuanto o quizás por siempre...
Pocas veces me había costado tanto expresar mis emociones por escrito.
Creo que solo cuando murió mi hija, y hoy, que murió la paz.