El nivel de comprensión, de una parte considerable del alumnado de Secundaria, deja mucho que desear. Es cierto que, en su labor educativa, el profesorado aplica todos sus mejores esfuerzos, pero parece que no es suficiente.
En Primaria todos los niños y niñas deberían acabar esa etapa formativa sabiendo leer y escribir, pero esto no siempre sucede, ya que, a veces, llegan alumnos con graves problemas de lecto-escritura a los institutos. Es cierto que existen procedimientos pedagógicos que apoyan y orientan a estos alumnos, para que sigan con aprovechamiento su proceso de aprendizaje. Pero en la ESO los problemas de comprensión lectora son muy frecuentes. Esto se debe a que no se lee y no se sabe el significado de muchas palabras.
Parece como si el lenguaje de los libros de texto tuviera que ser muy sencillo y concreto en la ESO y es algo que no tiene que ser así, porque esto supondría volver al nivel de Primaria.
Aunque en las adaptaciones de contenido o significativas y también en las metodológicas se contemplan medidas o programas que mejoran el rendimiento del aprendizaje. Lo sorprendente es que estas ayudas o refuerzos formativos son necesarios para un número considerable de alumnos.
Además, se notan especialmente en los cursos de la ESO y también en Bachillerato problemas para entender lo que dicen los libros de texto, algo hasta cierto punto entendible, pero es que incluso la lectura de periódicos representa dificultades, ya que no entienden lo que leen, bastantes estudiantes especialmente de la ESO. Si a esto se añaden las faltas de ortografía, que se observan también en los estudiantes que llegan a la Universidad, el panorama no es muy brillante que digamos, de forma general, aunque con excepciones. Muchos alumnos no saben redactar un escrito o lo hacen mal.
Es indudable que la tarea de los docentes es enseñarles a que sepan redactar correctamente, pero es una actividad que tendrían que haber aprendido en los últimos cursos de Primaria.
Es absolutamente necesario que los estudiantes aprendan el significado de miles de palabras, que forman parte del vocabulario de cualquier persona medianamente culta. Es entendible que los niveles no sean los que tienen que ser en muchos casos, porque en el aprendizaje de idiomas, por ejemplo, esto también se nota de manera alarmante. Influye en todas las asignaturas no entender el lenguaje, por falta de comprensión de lo que se lee. También es cierto, que una considerable parte del alumnado de Secundaria tiene buen nivel, pero otra parte no.
La expresión escrita es fundamental en cualquier proceso de formación y debe dominarse, ya que es absolutamente imprescindible para la realización de pruebas escritas, actividades, redacciones, trabajos escritos y de investigación, etcétera. La comunicación oral también es esencial para todo estudiante. Saber hablar y comunicarse es una de las habilidades requeridas en el mundo actual, tanto en el ámbito formativo como laboral.
Los conocimientos son lenguaje y se sostienen en las palabras. Olvidar esto es dejar de lado lo básico. Cualquier tipo de aprendizaje significativo se apoya en los términos y también la formación por proyectos y la enseñanza invertida y otros modelos o formas de aprender.
El hábito de la lectura y la escritura debe potenciarse mucho más. También que, desde la educación primaria, los alumnos aprendan muchas más palabras y que aprendan a combinarlas para entender lo que leen. De esta manera, llegarán a Secundaria con un buen nivel de comprensión lectora, algo indispensable para un adecuado rendimiento académico.
El trabajo de los profesores es crucial, pero también lo es el de los alumnos para que, a través de la dedicación y el interés que demuestren, puedan lograr un buen rendimiento.
Los niveles de conocimiento correspondientes a cada curso están establecidos rigurosamente en las programaciones y en los currículos especificados, en la disposición normativa de la ley educativa vigente legalmente. El tiempo lectivo de que se dispone no es ilimitado y los docentes lo aprovechan al máximo, hasta límites increíbles y admirables, sin ninguna duda.
En España, aproximadamente, la mitad de la población no lee nunca un libro. Es un dato demoledor y desolador. Parece ser que en algunos hogares no hay libros. Difícilmente se puede estimular la lectura en estas condiciones. Si no se leen libros, la mente no se acostumbra al esfuerzo intelectual y no se desarrolla la atención y la concentración.