Es cierto que la helenización es una de las bases propulsoras de la difusión del cristianismo en los primeros siglos de nuestra era. Como dice Jaeger «El cristianismo era un movimiento judío y los judíos estaban ya helenizados en tiempos de San Pablo».
Hubo en el siglo IV una síntesis de pensamiento griego y cristiano precedida por grandes polémicas en los siglos anteriores entre paganos y seguidores de la nueva religión.
Ya un Padre de la Iglesia como Clemente indica que la paideia de Dios es una fuerza protectora, ya que es una enseñanza para la vida. Los argumentos filosóficos son más utilizados para la defensa de los nuevos planteamientos religiosos de Jesús de Nazaret. De hecho, la ética es la parte central o nuclear de las doctrina cristiana o de los preceptos de la misma. La teología incorporaba también en su desarrollo doctrinal cuestiones de tipo político y moral esenciales también para comprender el mundo antiguo y el cambio social del mismo y el advenimiento de la Edad Media.
De todas maneras, es preciso recordar que un filósofo y emperador de la talla intelectual de Marco Aurelio, todavía habla de los mártires cristianos como fanáticos religiosos. Aunque considera que la actitud valiente de estos es una función teatral forzada.
En cambio, el médico y filósofo Galeno habla de judíos y cristianos como de filósofos. Si bien matiza sus planteamientos, ya que dice que la fe cristiana no dispone de suficiente base epistemológica, ya que es una creencia subjetiva y carece de evidencia objetiva. Con el emperador Constantino el cristianismo se asentó en el Imperio Romano y poco a poco fue venciendo al paganismo.
Con San Agustín la teología fue organizándose más y los tratados de obispo de Hipona contribuyeron, de modo decisivo, a ello. Con la caída del Imperio Romano en el siglo V se puede decir que el cristianismo ya posee una fuerza muy considerable, desde una perspectiva política y social. El agustinismo político que establece el poder divino como superior al terrenal o temporal es la máxima expresión del poder de la Iglesia.
Lo que en la antigua Grecia nos enseñan los filósofos es que el valor de la educación o la paideia es inmenso, en todos los órdenes pensables. Es el fundamento de los proyectos de vida humana y de la necesaria racionalidad política.
En el mundo actual, que todavía sufre los daños de la pandemia del coronavirus, los valores éticos que derivan directamente de la paideia griega y del civismo romano son más necesarios que nunca.
El respeto, la tolerancia, la justicia, la libertad, la igualdad, la compasión, etcétera., son las plataformas en las que se debe sustentar una sociedad que aspira a la justicia ya y no dentro de decenas de años o de siglos.
Y estos valores se aprenden desde la niñez y también durante la adolescencia y la vida adulta. Las leyes se fundamentan también en estos principios éticos que reafirman el bienestar individual de todos, sin excepciones ni exclusiones de ninguna clase.
En un mundo que hoy en día sigue siendo muy desigual y en el que no se respetan, en muchas partes, los derechos humanos, la tarea a realizar es inmensa, pero eso no quiere decir que sea imposible.
Con los medios materiales y tecnológicos existentes se puede hacer muchísimo para ayudar de verdad a las personas necesitadas de asistencia económica, para que puedan vivir con dignidad. Es necesario un Estado y una política asistencial, mientras el capitalismo neoliberal no cambie su estructura.
En este sentido, los Gobiernos considero que tienen la responsabilidad ética y legal de garantizar una vida digna para todos los ciudadanos de cada país. No sirven excusas ni justificaciones. Los Derechos Humanos son claros en su texto.
Es realmente posible un cambio a mejor en la Humanidad, pero casi todo depende de la acción de los Gobiernos de los Estados del mundo. Por supuesto, los ciudadanos partiendo también de una actitud cosmopolita, deberían disponer de más cauces de participación real en la sociedad del espectáculo, que conforman los diversos países del planeta.