En algún lugar escribían hoy que ya hace tiempo han vuelto las subastas de esclavos a Libia. Pero esa gente ya está acostumbrada, pensarán algunos. No obstante, recomendamos no viajar al lugar, no por el peligro, que existe, sino porque un viaje de ¿dos, tres, cuatro horas? nos haría ver que el horror habita más cerca de casa de lo que se pudiera pensar.
El otro “hombre más poderoso del mundo”, Obama, sostuvo siete guerras simultáneas en sus ocho años de mandato. Si se hubiera objetado su premio Nobel seguramente se habría contestado con algún cultismo, como ese de si vis pacem, para bellum. Hay respuestas para todos los gustos. Durante esos ocho años el New York Times no perdió ni en un instante la esperanza de que “el presidente” cumpliera su pacifista promesa electoral. Como si el NYT no supiera quién manda de verdad.
Cuando se derrocó al doctor Mohammad Najibulá Ahmadzai todo el mundo occidental aplaudió. Lo importante era derrocar a un médico marxista. Lo demás caería por su propio peso. Con el doctor, las mujeres, entre otros beneficios, podían ir a la universidad, lo cual, en Afganistán, era y es muy importante: los integristas no permiten que un hombre vea desnuda a una mujer. Es decir, que cuando se acabe la actual generación de doctoras, si no se ha acabado ya, no se sabe bien cómo van a resolver la cosa. Pero no importa, que el “hombre más poderoso del mundo” ya proveerá. Hoy Irak, Libia, Yemen, Siria, Pakistán, Somalia y otros etcéteras son regímenes y situaciones esplendorosas donde los derechos humanos brillan con luz propia. A eso fueron sus salvadores.
De estas cosas se debería aprender, no ya por rigor intelectual, sino para evitar tonterías perjudiciales. Los “hombres más poderosos” de la tierra también se equivocan –llamémoslo así—lo cual hace aconsejable pensar con lógica propia. Si sube la luz no busquemos un culpable cualquiera: resolvamos el problema. Y si nos dicen que la guerra trae la paz respondamos que ya son excesivos años de espera, y pagando el pato y la luz los demás. Ahora, un gesto púdico por parte de todos sería evitar gimoteos y aspavientos inútiles. No empecemos a hacer corazoncitos con los dedos y a fotografiar afganas de ojos verdes. Después de todo volveremos a apoyar cualquier cosa que pida el “hombre más poderoso de la tierra”.