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Opinión: “Es Mi Sentir...”

Abundancia de excrementos
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Abundancia de excrementos

  • Por Geral Aci

lunes 21 de septiembre de 2020, 02:57h

20SEP20 - MADRID.- Apartándome del asunto de los virus, quiero si el director me lo permite, contar un- anécdota que me tocó vivir en una calle cercana a mi domicilio. Comenzaré contando lo que viví a primera vista y también iré diciendo mi opinión sobre lo acontecido.

Mientras caminaba en busca de la querida barra de pan, escuché varios voces que más que hablar, gritaban o quizás insultaban: ¡viejo cochino, viejo degenerado, sucio, hazlo en tu casa, ¿no ves que hay niños?, sinvergüenza, si fueras más joven te metería una ostia, muérete guarro! Fueron tantos los insultos y recriminaciones, que me detuve y miré a quien insultaban: entre dos coches había un vecino con el pene en la mano tratando de orinar, lo movía y se movía él, sufría, cuando pasado un minuto, parece que logró hacerlo, lo guardó y lentamente se encaminó al portal sin prestar mayor atención a los recriminadores. Volví a mi casa y toda la tarde estuve recordando el incidente.

Dicen algunas estadísticas que en la ciudad de Madrid hay más o menos cien mil perros, y a cada cual lo sacan cada día a pasear un rato; durante ese paseo orina y defeca, sin olvidar que algunos dueños de perros los sacan dos veces al día. Por lo tanto cada día en Madrid se reciben excrementos y orinas en grandes cantidades. Un cálculo bastante lógico; 20 perros originan un kilo de excrementos o caca, por lo tanto cien mil perros nos regalan cada día cinco mil kilos de caca o excrementos sin contar los miles de litros de orina.

Estas deposiciones se secan, atraen moscas, malos olores y posiblemente virus que hasta hoy no conocemos, y cuento esto porque entre las personas que insultaban habían dos sujetando a uno de estos proveedores de excrementos y orinas. Pero nadie dice nada, no se escucha ni un solo insulto, a pesar que es difícil caminar por las aceras; puede ser temor al vecino, puede ser cobardía, hipocresía, poca dignidad o desconocimiento de la gravedad que significa para toda la sociedad este mal oliente hecho.

También recordé que en las pantallas de los televisores y en todas las cadenas se escuchan palabrotas y como la autoridad correspondiente guarda silencio imagino, están permitidas palabras tales como: guarro, cabrón, gilipollas, mierda, hijo de perra y mal nacido. Esto, sin olvidar la pornografía que también se enseña a todas horas.

Como ésto sucede durante todas las horas de emisión, tiene que ser un mal ejemplo para los menores, pero nunca se ha escuchado a nadie protestar. Estando al tanto algunos inteligentes, de que la autoridad mira hacia otro lado ignorando excrementos y orinas, inventaron algunas comodidades para los perros; alimentos especiales, algunos con vitaminas, otros para evitar la caída del pelo, y la mayoría para alejarles instintos sexuales. También hay hospitales, clínicas, casas de reposo, guarderías para cuando los amos están de vacaciones además de collares, medicinas y la mayoría de la sociedad, contenta y feliz.

Al tiempo, me digo que cada día en el mundo, mueren miles de niños y niñas por falta de pan, atención médica, leche y frutas. Pero nadie dice nada. Y recordando los insultos, una señora decía: ¡qué espanto, imagine que mis niños vean esto!, la señora -obviamente- olvidaba lo de la televisión. Otro que espetó al vecino de este caso dijo: ¡guarro ensucias las calles!. Olvidando o no queriendo saber que mierda –y nunca mejor dicho- hacen cada día en Madrid, cinco toneladas de caca de perro.

Y sigo pensando lo mismo: somos una sociedad hipócrita. Somos seres humanos que de humanidad no tenemos nada. Somos falsos; es difícil distinguir a un político de un ciudadano, nos acostumbramos a mentir, corromper y ofender al que no puede defenderse.

El señor que orinaba entre dos coches es un vecino, un hombre que toda su vida fue un trabajador, pagó impuestos y cumplió con las leyes vigentes. Hoy está enfermo de la próstata, le cuesta caminar, ha perdido algo de vista y también algo de memoria.

Que no olviden los amantes de los perros, de los ofendedores, de los abusadores con los mayores, de los sin respeto, que el guarro, cochino, mal educado y sucio vecino, es un hombre que tiene 96 años. No lo ingresan en un centro médico, porque con lo de la pandemia, están saturados, no hay disponibilidad y a esto se suma que la mayoría de la sanidad publica, está siendo privatizada.

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