Según la Cancillería china, su respuesta está “en línea con la ley internacional, las normas básicas que rigen las relaciones internacionales y las prácticas diplomáticas” dado que, a sus ojos, la medida que tomó Washington rompió todas estas reglas.
Como consecuencia, el Ministerio informó a la Embajada de Estados Unidos en la mañana del día 24 su decisión de “revocar el consentimiento para el establecimiento y puesta en marcha del Consulado estadounidense en Chengdu -capital de la provincia suroccidental de Sichuan-”, y exigió “el cese de todas sus operaciones y eventos”.
“Pedimos nuevamente a Estados Unidos que se retracte de su decisión errónea y cree las condiciones necesarias para devolver las relaciones al camino de la normalidad”, agrega el comunicado.
El jueves, China negó que su consulado en Houston (Texas) haya robado propiedad intelectual o información de empresas estadounidenses, y avanzó “represalias” por el cierre de la oficina diplomática en medio de nuevas acusaciones de espionaje por parte de Estados Unidos.
Washington dio el miércoles 72 horas a Beijing para cerrar su consulado en Houston para “proteger la propiedad intelectual estadounidense y la información privada de sus ciudadanos”.
“Estas acusaciones son maliciosas y su único objetivo es difamar a China. El cierre del consulado es una medida completamente injustificada, y China se reserva el derecho a tomar represalias”, afirmó ayer el portavoz del Ministerio Wang Wenbin.
El trasfondo de las diferencias entre las dos potencias es la subyacente pugna por la hegemonía, la guerra tecnológica y comercial y, más recientemente, las críticas de EE.UU. a la nueva ley de seguridad para Hong Kong y a la situación en Xinjiang.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, declaró el jueves que el consulado de China en Houston era “un centro de espionaje” chino y “de robo de la propiedad intelectual”.