Incluso dice en un documento que el departamento de Salud de Cataluña ha enviado un escrito indicando que es recomendable priorizar a los afectados con máxima posibilidad de supervivencia. No estamos en una guerra, pero lo parece. Incluso en una guerra debe atenderse a todos de la mejor forma posible en los hospitales.
La Consejería de Salud del Gobierno catalán propone dar a los pacientes mayores solo oxigenoterapia y no ventilación mecánica y administrarles paliativos. De lo que se deduce que hay vidas de primera y de segunda o tercera categoría.
Pero, hay más, también se dice que es mejor que los sanitarios no afirmen que no están disponibles camas para todos. En definitiva, que los mayores se vayan a morir a su casa con cuidados paliativos, porque hay escasez de respiradores y UCI.
El derecho a la vida salta por los aires. Es claramente indignante. Los Derechos humanos son como papel mojado, si no se toman medidas inmediatas para garantizar el derecho a la mejor asistencia médica, puesto que es algo de lo que deben gozar todas las personas tengan la edad que tengan.
Lo lógico y racional es que se atienda por igual a todos, sin discriminaciones de ningún tipo. Y si no hay suficientes respiradores o UCI los responsables no son los pacientes con coronavirus y, por tanto, no tienen porqué pagar las consecuencias con su propia vida, por la falta de previsión o cálculo de la administración sanitaria.
Los recortes en el sistema sanitario español o el intento de privatización parcial no son justificaciones coherentes para la precariedad y la falta de medios. Las consecuencias ya se están notando, por desgracia.
Si hacen falta cientos de respiradores o unos pocos miles que se compren o se fabriquen ya de forma inmediata. Los que están en estado grave o muy grave no pueden esperar.
El código hipocrático de los médicos debe ser respetado. Lo que la Consejería de Sanidad catalana recomienda a los médicos incumple de forma flagrante, a mi juicio, el código deontológico de los galenos que velan por la salud y la prolongación de la vida de los pacientes, sin discriminaciones de ninguna clase, como es natural.
La vida de una persona adulta o mayor tiene el mismo valor y dignidad que la de un joven o un niño. Y todos tienen el mismo derecho a vivir y esto es reconocido legalmente y también desde un planteamiento ético y filosófico. No estamos en el tiempo del exterminio o genocidio de los judíos por los nazis. No se puede clasificar por edad para dar preferencia a los que no son mayores, por la escasez de medios.
No se puede jugar con el derecho a la atención sanitaria de todos los españoles tengan la edad que tengan. Ya se sabe que, en casos de encarnizamiento terapéutico, el criterio de los médicos es decisivo, pero no estamos hablando de este tipo de situaciones.
No puede haber suicidios asistidos u obligados por la edad. Y lo que recomienda el Gobierno catalán es una eutanasia pasiva en toda regla para los mayores que estén afectados por el coronavirus y están graves o muy graves.
La eutanasia directa pasiva consiste en la consecución de la muerte mediante la suspensión de tratamiento médico que incluye, por ejemplo, la necesaria aplicación de ventilación mecánica o una estancia más o menos prolongada en la UCI.
Supongo que todo esto que expongo no servirá para nada, pero mi conciencia moral o mi inteligencia me impulsan a decirlo. Si los ciudadanos no expresan sus opiniones en relación con esto que he explicado están en su derecho. De todos modos, me hago portavoz de los miles o millones de personas que están de acuerdo con lo que afirmo.
Si no defendemos el derecho a la vida me parece que retrocedemos como sociedad. Lo digo con todo el respeto y convencido. El suicidio, dice el gran filósofo Gustavo Bueno que es falta de firmeza y la eutanasia pasiva aplicada a la fuerza a los mayores supone la falta de cuidados médicos a los que más los necesitan y es otro modo de querer imponer un suicidio asistido obligatorio a los que nos dieron la vida.