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Mayte Spínola, pintora, mecenas, mujer insigne, corazón magno
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Mayte Spínola, pintora, mecenas, mujer insigne, corazón magno

Por Julia Sáez-Angulo
lunes 13 de agosto de 2018, 18:57h

12AGO18 - MADRID.- Le encanta compartir su espacio y su tiempo con los amigos y recibe a gusto en su casa grande, porque tiene el corazón magno. La amistad y el arte copan su mente y su energía. Ayudar y crear es el lema que impuso al Grupo pro Arte y Cultura que fundó en 1990 y aúna a artistas visuales, literatos y músicos.

Ella mezcla con naturalidad nobleza y artistas y se desenvuelve con igual donosura entre palacios y estudios alborotados de pintores y escultores. Es una mujer con clase y una todo terreno. El I Premio Iberoamericano de Mecenazgo obtenido en 2015, junto al Grupo pro Arte y Cultura es el reconocimiento más justo que se ha podido otorgar en este campo.

Mayte Spínola y González-Cocho (Madrid, 1943), pintora y mecenas, es guapa, inteligente, generosa y se hace querer. A los que colaboramos junto a ella en asuntos de arte nos magnetiza, cuando nos dice: “ven, lo dejamos todo”. Le gusta reconocer los méritos del prójimo, sea quien sea, y ha creado las Medallas Mayte Spínola y diplomas que el Grupo quiso también que llevaran su nombre.

Con su audacia singular, consiguió en su día del que fuera ministro de Cultura Pío Cabanillas, que Joan Miró expusiera por vez primera en España. Miró y ella pintaban juntos en el estudio de Son Abrines en Mallorca, un privilegio que ella no olvida de su querido Don Joan. Conserva sus enseñanzas plásticas como monedas de oro en la memoria, por ejemplo, la de incorporar la mancha casual de pigmento en el cuadro, si la caída se produce.

También recuerda la conversación que Miró sostuvo con el rey Emérito y Doña Sofía en un almuerzo que sostuvieron en privado con ellos en la Zarzuela: ¿Cómo se crea mejor, con medios o sin ellos?, preguntó Don Juan Carlos. Miró respondió: Los medios siempre son buenos, Señor, pero si se carece de ellos se estimula el ingenio y surge la genialidad.

Sus memorias, a las que Mayte titula Vivencias, están escritas hace años, pero no acaba de decidirse a publicarlas. En su familia ha conocido el fervor dinástico por Don Juan de Borbón, con viajes clandestinos de su padre, Don Máximo Spínola, a Estoril o Londres, durante el franquismo. Ella estuvo en Atenas invitada en la boda de Don Juan Carlos y Doña Sofía, y el rey Felipe VI, siendo niño, ha navegado con sus hijas durante los veranos en Mallorca.

Mayte Spínola se casó con el ingeniero industrial Graciliano Barreiros, fundador junto a Eduardo y los otros dos hermanos del grupo Barreiros, primera firma de automoción española en los 60. En esta etapa participó junto a su marido y el Caudillo en las monterías, cuando éstas eran lugar de encuentros políticos y comerciales. Mayte, montera desde los 7 años, mató su primer venado en la Aljabara de Cárdenas en Córdoba. Rainiero de Monaco les pidió en su día, a Graciliano y a ella, un encuentro privado con Franco, y lo llevaron a cabo organizando una montería.

Pero el arte, la pintura captó la vocación y energía de Mayte Spínola desde joven. Doña Ana de Orleans, buena amiga, le animó a optar por la gestualidad y la abstracción que era su mejor lenguaje. Y en el mundo del arte, además de exponer internacionalmente, ha ejercido el mecenazgo con numerosos artistas: Claudio Bravo, su gran amigo, le hizo un retrato al estilo renacentista en los 70 y a partir de él, numerosos personajes de la alta sociedad posaron para él. Cuando Claudio murió en Marruecos, Mayte Spínola andaba buscándole un edificio noble para museo, porque el pintor chileno quería dejar su obra en España.

“Genio, creatividad, generosidad... son ideas que se combinan muy bien junto al arte”, escribe en sus Vivencias. Siempre me ha gustado ayudar de mil modos a los artistas, recibiéndolos en casa, presentándolos a personalidades de la cultura o de la política para que les hagan encargos, animándolos, comprándoles puntualmente algunas obras, pero, sobre todo, difundiendo su trabajo y haciendo que las personas a mi alrededor se interesaran por su obra”, escribe Mayte.

“¿Mecenas solitaria? No. Yo diría que el mecenazgo es más efectivo en una institución o un grupo amplio. Las cosas salen mejor en equipo, tanto en el mundo de la empresa como en el arte. Lo he aprendido de los Barreiros y con el tiempo. Una persona sola no puede hacerlo todo, sí puede mover voluntades si tiene carácter y medios a su alcance, entusiasmo y, de alguna manera, cierta autoridad o liderazgo, pero sola no se consigue nada. Quien lo crea así es que le ha entrado el mal de altura y empieza su caída. La soberbia es el peor pecado. Bueno... la soberbia y la mentira... todos los demás son materia comprensible. En las personas admiro la bondad, la generosidad y la inteligencia; con ellas se puede aprender y convivir. La inteligencia es siempre atractiva, interesante pero, si no se acompaña de la bondad y la generosidad, no es completa”, añade.

“Mi lema de vida es ayudar y crear, pero siempre amando, queriendo a la gente. Si no se respeta, ni se quiere a las personas, eso se termina reflejando en la vida y no funciona. Amar te abre a la gente y a la humanidad de las personas. Amar, querer, es una experiencia enriquecedora, apasionante. Y todo esto lo percibía al tiempo que me vi como una privilegiada en la vida, porque lo tenía todo muy fácil”, son algunos de los párrafos de sus Vivencias.

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