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Opinión: “Cuando Éramos Españoles…”

Salvad al soldado Rajoy

Por Laureano Benítez Grande-Caballero (*)

domingo 17 de julio de 2016, 17:35h
Salvad al soldado Rajoy

17JUL16.- «Echar a Rajoy», ha sido el eslogan, el mantra de las dos últimas campañas electorales, la frase que resumía el programa de todos los partidos a la izquierda del PP, e incluso de los grupos a su derecha. Es más, dentro de su propio partido también había voces que jaleaban ese estribillo: «Echar a Rajoy».

Salvad al soldado Rajoy

Esa consigna, sin embargo, no surgió de la nada en los cenáculos políticos, sino que fue lanzada a la arena por una obsesiva campaña mediática compulsivamente enfocada a airear las corrupciones del PP, mientras mostraba con sordina sus evidentes logros económicos, y mientras solo informaba muy de pasada, y con letra pequeña, de los trapos sucios de otras formaciones políticas, especialmente de Podemos. La conjunción de ese «Echar a Rajoy» con la descarada promoción de los podemitas es altamente sospechosa de constituir una auténtica conspiración cuasi golpista que pretende alterar el rumbo de la política española.

#echararajoy, el «trending topic» de la política de España desde que el chapapote podemita arribó a nuestras costas, con su populismo simplista, siempre en busca de consignas fáciles con las que lobotomizar a los pueblos. «Echar a Rajoy», la escala con la que querían asaltar los cielos, conquistar las jugosas y aburguesadas poltronas del poder.

«Echar a Rajoy», el equivalente del «¡Váyase sorsáles» aznariano. Y decían, además, como coletilla añadida, aquello de «¡Sí se puede!», alardeando de «empate técnico» en las encuestas. Sin embargo, la derrota del «echar a Rajoy» no ha sido técnica, sino ignominiosa. Y se podría decir aquí eso de «Jugamos como nunca, y perdimos como siempre».

Ante el éxito del PP, las tornas han cambiado, y del «echar a Rajoy» hemos pasado al «salvar al soldado Rajoy», pues todo el mundo sabe que unas terceras elecciones le colocarían cerca de la mayoría absoluta, y los corifeos de «echar a Rajoy» seguirían desangrándose en votos inexorablemente.

Ahí tenemos a Pedrito, resistiendo estoicamente la campaña de «echar a Pedro Sánchez» que le hacen desde su propio partido, el inventor del «no es no». Sabe que será el único responsable de que haya terceras elecciones, hecho que el pueblo español castigará implacablemente haciéndole perder todavía más votos, pues, si perdiste en su «noesno», estará demostrando ―como ya se sospechaba― que España le importa un bledo, torpedeando su gobernabilidad.

Por otra parte, esta vez al PSOE le salvó la campana del «sorpasso», pero, después de la sorpresa del hundimiento de Podemos, no es descabellado suponer que el péndulo electoral vaya en sentido contrario en unas próximas elecciones. Al menos, Pedrito podrá ser el jefe de la oposición si gobierna Rajoy, y el PSOE tendría tiempo sabático por delante para refundarse y regenerarse.

En cuanto a Rivera, le ha visto las orejas al lobo con su pérdida de votos en las últimas elecciones. Su «echar a Rajoy» no era un anatema contra el PP, sino un veto personalizado en la figura del presidente, al que asocia con la corrupción de su partido.

Pero, amigo, las aguas bajan turbias. Su coyunda con el PSOE le ha pasado factura, porque sus votantes no le dieron su confianza para alianzas izquierdosas con los sociatas, sino para que fuera el PP sin corruptelas. Si darle el voto a Rivera supone prestárselo al PSOE, lo lógico es que sucediera lo que sucedió: que el voto vuelva a sus orígenes peperos.

Si Rivera persistiera en su veto, y facilitara unas terceras elecciones o ―incluso peor― un frentepopulismo con su negativa a apoyar a Rajoy, Ciudadanos acabaría en el desván de los recuerdos, estilo UPyD. Y él lo sabe, o sea, que ahora se decanta por el «salvar al soldado Rajoy».

¿Qué decir del Turrión? Éste sostiene el «echar a Rajoy», y no lo enmienda, pues está en otra guerra: la de acabar con el PSOE. Como está ansioso de poder, y como sabe que los sociatas están de saldo, pues ya ha lanzado su venenosa oferta de pactos para formar un gobierno «progresista» ―¿cuándo entenderemos que lo que la izquierda trae a los pueblos nunca es «progreso», sino reparto de miseria?―. A mí me gustaría que me explicara qué parte del «no» que le ha dado el pueblo español es la que no ha entendido, cómo pretende el Coletudo violentar la meridiana claridad de lo que ha votado España, que ha dado al PP solo 20 escaños menos que la suma conjunta de PSOE y UP, que ha dado el triunfo al PP en todas las CC.AA. menos en Cataluña y el País Vasco, que ha vencido en 44 provincias españolas, que tiene la mayoría absoluta en el Senado.

Esto da a entender que, como en el caso de Pedrito, le importa un ardite la voluntad de «la gente», y está dispuesto a pactar con independentistas con tal de sentir la caricia del terciopelo del poder.

El caso es que estamos en un país en el que un conciliábulo de políticos iluminados pretenden decir al pueblo español que se ha equivocado, que han votado cambio, su «progreso». Pretenden decirnos que hemos sido ignorantes por haber salvado al soldado Rajoy. Y yo me pregunto: si tan nefasto era, y el pueblo le ha votado masivamente, ¿no querrá esto decir que ellos eran menos dignos de confianza?

¿Echar a Rajoy, al ganador, y por bastante diferencia? ¿No será que a quien hay que echar es a los tres mosqueteros, que la han pifiado?

(*) Laureano Benítez Grande-Caballero es escritor

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