La gran versatilidad de uso es una característica muy importante de la chapa perforada, a la que se añaden una considerable estabilidad y la durabilidad, así como un aspecto atractivo interesante que, aunque no demuestra a primera vista, todavía fascina arquitectos y diseñadores durante más de un siglo.
El uso de los primeros metales perforados se remonta al XIX siglo, en particular en la agricultura. En todo este tiempo, el producto en sí ha cambiado sólo marginalmente, pero ha encontrado terreno fértil y aplicación en sectores cada vez más nuevos. Una parte considerable de su éxito está vinculado a sus productores históricos, quien pronto se dieron cuenta de la peculiaridad del producto y se comprometieron a mostrar su amplia gama de aplicaciones a sus clientes.
Al principio las chapas perforadas fueron utilizados principalmente en la agricultura, pero también en diversos ámbitos: prácticamente en todas las ocasiones donde había la necesidad de separar o filtrar. Los agricultores los usaban como un tamiz, las fábricas de cerveza (por ejemplo Moritz y Estrella)como tanque para el lúpulo y también en la apicultura encontraron su alcance.
Durante el siglo pasado fue una especie de clientela totalmente nueva que descubrió las ventajas de la chapa perforada. Arquitectos y diseñadores industriales reconocieron como los metales perforados se adaptaran de una manera extraordinaria con el objetivo declarado del "Jugendstil", o sea lo de combinar la funcionalidad y el diseño.
Incluso durante el auge del Art Déco, el movimiento siguiente a la "Jugendstil" entre 1920 y 1940, las placas perforadas encontraron amplio uso especialmente para los objetos cotidianos y el diseño industrial, pero también en la arquitectura para los más variados fines, desde las fachadas ornamentales a mueble hasta a los paraguas. El estilo Art Déco fue lúdico, más orientado hacia el lado decorativo y ornamental respecto al Jugendstil, pero caracterizado por la misma fascinación hacia materiales innovadores.
A partir de 1945 esta tendencia continuó existiendo, cambiando todavía el enfoque de las oportunidades de empleo sobre la apariencia más funcional. En la tierra del milagro económico, la elegancia estética no era una exigencia principal, por eso las nuevas aplicaciones se concentraron en el campo industrial.
Las chapas perforadas fueron utilizadas en la construcción de maquinaria, en la minería y la metalurgia, y particularmente en la extracción de cemento y de potasio, así como en fábricas de productos químicos. Incluso en la agricultura, la demanda aumentó: para los agitadores, clasificadores, tambores de remolacha y otros tipos de maquinaria.
El enfoque en la funcionalidad duró hasta los años 1990. Posteriormente, la chapa perforada fue redescubierto en la arquitectura, por ejemplo en la cubrición de los restos del barrio romano del Molinete de Cartagena, y a menudo propio en aquellos casos en que, como ya poco después del inicio del nuevo siglo, se buscaba la unión perfecta entre forma y función.
La funcionalidad combinada con la estética ya se han convertido en requisitos evidentes en muchas áreas de nuestras vidas. Los metales perforados hoy en día se encuentran en casi todas partes: sirven como vallas y barreras acústicas, como asientos, bancos para el parque, visten fachadas y ofrecen soporte para balcones y escaleras.
En virtud de su resistencia, las chapas perforadas son ideales para todas estas aplicaciones y gracias a su plena capacidad de reciclaje es también muy amable con el medio ambiente. La compañía Internacional Actis Furio produce chapas perforadas utilizadas con éxito en varios campos de las energías renovables y funcional dentro de sistemas que garantizan un bajo consumo de energía.
Un producto en su esencia no cambia con el tiempo, pero sus ciclos de aplicación se adaptan sustancialmente a la situación económica general y a las tendencias en arquitectura, a través de un proceso de innovación.
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