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Memorias: Así fue y así lo voy a contar

Yo, El Azafato (XXVI)

Por Quino Moreno

miércoles 01 de julio de 2015, 01:01h
Yo, El Azafato (XXVI)
Yo, El Azafato (XXVI)

Y llegó la “Operación Plus Ultra”… (III)

Nos desplazamos al aeropuerto, a recoger a la comitiva de mecánicos jubilados que nos mandaron desde Madrid para la revisión del avión; la media de edad no sabría como definirla pero se me antojaba que no estaban para hacer ninguna maratón, eran todos unos vejetes jubilados y algunos –seguro-, pasaban de los 75 u 80 años pero se les veía felices ya que venían a ver uno de los aviones en los cuales habían trabajado durante muchos años.

El cabecilla -por llamarlo de alguna manera- era un antiguo Jefe de Taller al cual los compañeros todavía les llamaban de Usted, cosa que nos chocó desde el primer momento y por otra parte Ramón -que así se llamaba el cabecilla- a Pepe el ingeniero le trataba también de Usted, un protocolo semi militar que me daba que venía de tiempos anteriores, en las fabricas de CASA.

Parecíamos un equipo de fútbol pues Iberia nos alquiló una Furgoneta DKW porque en algún caso, se habían traído hasta sus herramientas. Se me ocurrió la idea de logotiparla con el eslogan de Gracias a Iberia el Plus Ultra vuela de nuevo y asi lo propuse pero la idea no fue bien acogida por nadie, así que mi ínfula publicitaria cayó en saco roto.

Esa noche hubo una reunión técnica en el hotel y digo técnica, porque Pepe el ingeniero, nos pidió que no asistiéramos. Al principio esto a Nicolás no le sentó nada de bien pero después de dos copazos en el Fechorías, como que nos alegramos; a nuestras amigas les encantó la venida del longevo grupo de mecánicos y nos reclamaron su presencia en cuanto pudiéramos; de cachondeo les advertí que no hicieran ningún destrozo ya que suponía que ellos no habían visto dos guayabos como ellas en su vida y sobre todo por la forma de vestir de mis amigas, que quitando la nuez de la garganta que los hombres la tenemos más pronunciada -y eso si que no tiene operación posible- por lo demás eran de escándalo para la vista y recuerden que mencioné antes que tenía la fijación de traerlas a Madrid y montar lo que fuera con ellas ya que estaba convencido (y me lo decía a mi mismo) que sería un verdadero negocio ya que si Bibí Andersen había triunfado en España, estas criaturas triunfaban (seguro) en toda Europa. Tan buenas estaban que hasta me imaginaba la portada del disco FECHORIAS.

Cuando subían al pequeño entarimado a cantar, obviamente en Play back, me acordaba de aquellas españolas que triunfaban en Alemania, Las Baccaras, pero mis amigas con perdón, eran el doble de artistas y buenas en toda la extensión de la palabra pero bueno, a lo que vamos, que me enrollo con la farándula y me olvido de la historia.

Al día siguiente con la cucaracha, que ya un gaditano se encargó de bautizarla por su color negro y lo dijo con tanta gracia que a partir de ese momento, la llamábamos la Cucaracha. El bautizo fue de la siguiente forma: “Que furgoneta mah fea coño, con esse coló paresse una cucaracha” y así se llamó todo el tiempo que estuvo con nosotros, ejemplo diario era: “acércate a la cucaracha que me he dejado esto y esto” El pobre Nico estaba encantado rodeado de andaluces aunque a algunos del grupo de Sevilla y Cádiz -y me daba que por sus dentaduras postizas- a veces no los entendía ni yo que soy de Cai.

Llegamos a Luján al museo y el Director nos recibió como la vez anterior y el pavo no quiso cerrar la sala del Plus Ultra al público con lo que estaba demostrado que la consejera de Cultura de La Plata no daba su brazo a torcer. La revisión de los mecánicos duró casi tres horas siendo un espectáculo viéndolos –aún con sus edades- como se movían entre las cuadernas del avión: se les veía henchidos de felicidad realizando un trabajo que a su edad ni por asomo esperaban.

La disciplina que comentaba antes que era casi semi militar entre ellos, se convirtió con el correr de las horas en castrense del todo. Todas las novedades iban dadas por Ramón al Jefe de Taller y éste las compartía con Pepe el ingeniero y éste a Nico, aunque en pocas ocasiones y muy sesgada en los términos aeronáuticos y así fue que empezamos a tener un cierto roce o fricción con Pepe puesto que en realidad, no sabíamos a que atenernos con él debido a que era totalmente autónomo para mandar sus conclusiones a Madrid sin pasar por nosotros. Puestas así las cosas de esta manera teníamos un vacío de la información que nos mosqueaba mucho además de las reuniones que Pepe mantenía con sus gentes sin nosotros estar presentes. Comentamos esta situación con el delegado de Iberia para que estuviera al tanto de lo que estaba ocurriendo más que nada porque los gastos del grupo, iban por cuenta de Iberia y de esos informes tenía estar enterada Iberia de todas, todas.

Yo por mi parte intenté hablar con Pepe, porque más o menos sabía lo que estaba pasando y así se lo hice saber a Nicolás y al Delegado de Iberia. Estaba convencido de que éste no se iba a mojar de ninguna de las maneras en dar el visto bueno diciendo que remozando el avión podría volar de nuevo. Y así fue que después de una charla, me dio a entender que no podía tener esa responsabilidad ya que su gente le había dicho que el fuselaje estaba bastante dañado y de trasladar el avión a España, sería para hacerle obligatoriamente, una reparación de mucha envergadura.

Nada más saber lo que estaba pasando lo comenté con Nicolás para que se pusiera en contacto con mayores instancias de Madrid, porque amen del tiempo que llevábamos en Argentina que ya casi pasaba un mes, teníamos muchos frentes abiertos: la Embajada, la Responsable de Cultura, y ahora la comitiva de técnicos de CASA y le dije: “O viene una orden de las alturas que le diga Pepe que lo único que tiene que hacer es preparar el avión para trasladarlo a España y que una vez en la fabrica de San Pablo, él ya se pondría en el proyecto o aquí, ya no hay nada más que hacer”, porque aunque no me lo dijo, yo sabía que el proyecto le gustaba.

Así que en los próximos días ese tenía que ser el objetivo: hablar con el mismísimo Ministro, con UGT y con quién hiciera falta para que se desatascara todo. En una cena en casa del Delegado, Nicolás empezó a moverse y lo primero que hizo fue llamar al Director Comercial para que le contara al Presidente lo que estaba pasando, al mismo llamó tiempo a UGT Argentina y al Secretario General del Transporte Aéreo de UGT en España para que informara a su Secretario lo que estaba pasando con un proyecto que tenía su bendición. Ahondando en el detalle de que los favores se pagan y que nadie se olvidara del coste ahorrado al desconvocar una huelga de pilotos elitista que estaba costando al gobierno socialista mucho malos tragos y pérdida de dinero; en fin y en dos palabras, rematar la gran idea que a todo el mundo le pareció en su momento, a la Dirección de Aviación Civil la primera, que ya no estaba en manos de los militares y a Iberia por supuesto, ya que aparte del agradecimiento por lo acontecido con la desconvocatoria de la huelga de pilotos, estaba lo de nuestra estancia en Argentina que ya se estaba prolongando más de lo suficiente y que sentíamos que el apoyo, -como en el amor- en la distancia, se estaba diluyendo.

Una noche -como no- en el cuartel general nocturno que era el Fechorías, nos presentaron a un español maderero que era unas de las fortunas más grandes de Sudamérica y que residía en Argentina; se rumoreaba que en las mesas de dinero en Argentina él ponía el precio al Peso. Alguién lo trajo a nuestra mesa y nos lo presentó advirtiendo que contáramos todo de primera mano pues había oído hablar del proyecto, pero no lo tenía muy claro. Nicolás cogió la palabra con ese léxico que le caracterizaba y al final del relato, el montañés -que así le bautizamos por su raíces de Santander-, quedó con la boca abierta y dijo:

-“cuenten conmigo para lo que queráis pero eso si, ese paseo me lo quiero dar yo como tripulante ya que tengo el título de piloto”

Como suponéis esto cambió el panorama y más cuando al día siguiente, nos invitó a comer a su casa para que le contáramos todo lo que estaba aconteciendo.

Su casa estaba situada en el barrio más emblemático de Buenos Aires, la Recoleta, lugar residencial donde viven los pudientes, y nunca mejor dicho porque lo que nos encontramos delante de nosotros fue una Casa Blanca en pequeño donde no faltaba incluso, la fuente central con el mismo caño subiendo al cielo. Ni en las películas habíamos visto tamaño lujo y eso que nosotros por nuestra profesión estábamos acostumbrados a hoteles de cinco estrellas pero esto, era diferente. Por la escalera que precedía al hall principal me parecía que de repente, iba a bajar Ava Gadner poniéndose esos guantes interminables que le llegaban hasta los codos. Me desperté cuando si vi a unas camareras uniformadas y esas si que llevaban guantes pero blancos y no tenían nada que envidiarle a Ava Gadner sobre todo, por sus figuras. Compartimos mesa y mantel con su esposa uruguaya y encantadora y ni decir quiero que no faltó el caviar y el champán francés.

Tan contentos salimos de esa reunión además sabiendo que el montañés nos iba apoyar en todo después de la larga sobremesa que tuvimos, que decidimos limar asperezas con el personal y llevar aquella misma noche a que los jubilados conocieran el Fechorías.

La llegada del equipo al Fechorías fue digna de ver. Se notó de inmediato que aquel grupo de vejetes hacía mucho tiempo (quizás a causa de la jubilación,) que no habían entrado en un lugar donde se concentraban todos los ambientes : restaurante, billares, espectáculos, coctelería etc., así que lo primero que hice fue llevarlos a la zona del Bar para que conocieran a nuestras compatriotas. Se quedaron encantados con ver a los dos peazos de pibones españoles manejando ese cotarro en Argentina, exceptuando a Fernando, el de Cádiz, que a los cinco minutos me dijo al oído:

-“Quino, estos son dors tíos, tienen mussha esparda y mussha nuez y un número de pie mah grande que er mío.

-¡Grande Fernando! y le dije:

-“Pisha no me extraña la fama que tenemos los gaditanos, los has calao al momento y a mi me costó tres días” y me respondió:

-“Esso te passa por viví en Madri que no os enteráis de ná…”.

Pepe estuvo pegado a mi todo el rato como rehuyendo quedarse solo con Nicolás y dándome el coñazo con el tema del nudismo. Ya dije que el hombre era presidente de una asociación relacionada con el nudismo y con sede en Sevilla pero que se despelotaban en Barbate. La verdad que no es por nada pero Pepe, tenía que tener un desnudo horroroso y así se lo hice saber diciéndole que no se le ocurriera decirme donde estaba la playa porque si los miembros de la Asociación eran de su porte, era mejor desconocer el lugar.

En el próximo capitulo les contaré lo acontecido con la entrevista con el presidente Alfonsín en la Casa Rosada que vale mucho la pena conocer como fue.

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