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PUNTO DE VISTA: Plataforma Pro Bolivia

II Jornada sobre el proceso migratorio boliviano. Retorno Digno: ¿Frustración u oportunidad?

Participantes en el Foro II Jornada sobre el proceso migratorio boliviano. De (i) a (d): Diana del Pilar Salcedo, Heriberto Cairo, Yolanda Villavicencio y Fedra Chávez
Participantes en el Foro II Jornada sobre el proceso migratorio boliviano. De (i) a (d): Diana del Pilar Salcedo, Heriberto Cairo, Yolanda Villavicencio y Fedra Chávez

Por Fedra Chávez, presidenta de la Plataforma Pro-Bolivia

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
El 13 de febrero de 2009 se celebró en la Casa de América, una iniciativa para reflexionar sobre el Retorno Digno que viene a constituirse en la II Jornada que la Plataforma Pro Bolivia organiza en torno a los procesos migratorios con el apoyo de la Embajada de la República de Bolivia en España. La primera Jornada se llevó a cabo el diciembre pasado, cuando analizamos la Directiva Retorno, su trasposición a las leyes españolas y sus efectos

Hemos entendido que la Europa de los 27 y, por lo tanto también España, están pasando por una grave crisis, una de cuyas consecuencias ha colocado a la regulación de los flujos migratorios en el orden del día político y social.

En esta oportunidad, sin embargo, el centro de nuestra propuesta de análisis y reflexión gira en torno al individuo como puntal de toda acción de la vida política y como objeto de las políticas públicas.

Ahora bien, tal como hicieron los emigrantes europeos en pasados siglos, los latinoamericanos que vienen aquí traspasando el Atlántico, se han planteado como objetivo de vida venir a trabajar aquí, porque han alcanzado la mayoría de edad y entienden que son libres de tomar la decisión de desplazarse hacia donde elijan libremente.

Sin embargo, se encuentran con que tienen que dialogar con estamentos oficiales en una correlación de fuerzas tan desproporcionada como la de David y Goliat. La Europa de los 27 -pronto 28- a través de sus directivas nos dice cómo quiere entenderse con los individuos que viven en su territorio y España trasponiendo las directivas nos da el marco de acción en el que los inmigrantes pueden desenvolverse.

Todas estas directivas y leyes no detienen la migración del Hombre. Ésta ha sido siempre una constante.

A lo que nos referimos, desde la Plataforma Pro Bolivia, es que una vez que el inmigrante ha llegado a su destino, coge el metro, el autobús, se compra tabaco, se aloja en un hotel/hostal... ya está participando de los impuestos indirectos que repercuten positivamente en la Balanza de Pagos del Estado español. Aún participa más, en esta ocasión afectado por los impuestos directos, cuando se pone a trabajar o funda empresas, o se dispone a trabajar como empleado de hogar. Estas aportaciones impositivas se producen independientemente de que tenga papeles o no.

Sin embargo, él, que como todo ciudadano, es el actor que mueve el país y el mundo, se encuentra con que su dinero sí puede circular libremente pero él no. Él, que viene a trabajar, se enfrenta con redadas, con detenciones, peticiones de identificación basadas en el indicio de que sus rasgos físicos u otros caracteres pueden ser suficientemente sospechosos de que se encuentra en una situación de “irregularidad identificativa”

Muchos entonces van del trabajo a la casa y viceversa, no se acercan al centro de la ciudad porque hay más presencia policial, evitan hacerse notar. Me decía el otro día una amiga que “los bolivianos son un colectivo invisible, sabemos que hay muchos pero no los vemos”. En cierta medida es natural pues de entre los 350.000 a 380.000 bolivianos que se estima viven en España sólo entorno a 70.000 tienen tarjeta de residencia. Lo que es evidente es que no son invisibles �prueba de ello ha sido su masiva asistencia-

Resulta entonces que, cuando te dicen que si no tienes papeles es imperativo por ley que te vayas, o que si no tienes trabajo y no puedes renovar tu tarjeta, deberás irte junto a todos los que están asociados a tu tarjeta de residencia; te vas, en ese caso con los ahorros que tienes, a iniciar una segunda migración. En su defecto te incentivan con la capitalización �siempre y cuando tu país tenga convenio bilateral en materia de Seguridad Social-. Otra opción es que te regalen el billete de avión y te den 50€ -a veces más-, pero vete. En último extremo te “ingresan” en un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) para tenerte localizado, pero vete.

Entonces, ¿donde está el umbral de dignidad? Los Derechos Humanos definen la dignidad como aquel rasgo de afirmación de la persona frente al Estado, pues el poder público debe ejercerse para el servicio del ser humano; es decir que no puede ser empleado lícitamente para ofender atributos inherentes a la persona, al contrario, debe ser un vehículo para que la persona pueda vivir en sociedad en consonancia con los principios que le son consustanciales a la dignidad. Es decir, con aquello que tiene la calidad de digno, y digno es aquello que el Estado tiene el deber de respetar, garantizar o satisfacer; en esto consiste la dignidad para los derechos humanos: en la condición inherente a una persona que merece el respeto de los demás y de sí mismo, lo cual garantiza el Estado.

Frente a esto hay muchos latinoamericanos que contestarán que es una teoría muy bonita pero que su realidad es que tienen que salir adelante y por ello están dispuestos a dejar su Dignidad con D mayúscula de lado. Eso sí, hasta un punto, hasta donde la dignidad con D minúscula no cede más.

Entonces puede ser que diga ¡Está bien, me voy! Atendiendo a sus normas �directivas y leyes-. Pero ¿en qué condiciones?, ¿cuál es mi umbral de dignidad?. Este es el punto de partida que la Plataforma plantea para encontrar una orientación consensuada de acción.

En este sentido el Doctor en Ciencias Políticas Heriberto Cairo ha puesto sobre la mesa el hecho de que la globalización financiera, tecnológica, económica, cultural, política, ecológica, geográfica y sociológica se ha visto marcada por el atentado del 11 de Septiembre del 2001, lo que ha derivado en una asimilación de la migración como un síntoma de delincuencia o de peligro para la Seguridad Nacional.

A esto se suma una explicación sobre la crisis actual que se podría explicar desde los ciclos de Kondratieff. Es decir, que se crea una crisis a raíz de una sucesión de fases o ciclos económicos que, por un problema de planificación, llevan a la irracionalidad de los procesos productivos. Esta relación de sucesos pautaría entonces los ritmos migratorios abriendo un escenario complicado, con mayor motivo si reparamos en una frase del celebre politólogo Immanuel Wallerstein quien, en una reciente visita a Madrid, dijo que al capitalismo le quedan 30 años de vida.

El problema se complica más si, como esta sucediendo en Francia, se plantea el debate de que el asentamiento de los inmigrantes, regularizándoles sus papeles, permitiría que el ciclo económico se renovara puesto que impulsaría el actual sistema de consumo. Por otra parte, quedaron expuestas otras consideraciones que hacer en relación concreta al colectivo boliviano que consisten en los conflictos sociales que se dan a consecuencia del choque generacional del colectivo inmigrante y de las relaciones de desestructuración de las familias.

En definitiva lo más criticable es el hecho de que el Retorno se plantee como una salida fácil para el problema de una fuerza de trabajo que se encuentra en España sin empleo.

En este amplio contexto, se plantea el tema de la frustración. Diana del Pilar Salcedo, especialista en Talento Humano, plantea el enfoque de que la base fundamental de nuestra dignidad pasa por el reconocimiento de nuestro origen y en este sentido por la decisión individual de capitalizarse a uno mismo mediante la formación, la superación de estigmas tales como que “la emigración es sinónimo de riqueza” o que “el retorno es sinónimo de fracaso”. Quizás al salir del país y llegar a Europa saquemos la conclusión de que “no era todo tan perfecto �en Europa- ni era todo tan malo �en nuestro país de origen”. En realidad el verdadero desarrollo consiste entonces, en adquirir un verdadero sentido de ciudadanía, lejos de prejuicios y complejos, en un proceso personal que permita que los conceptos se redefinan eliminando nuestras limitaciones y permitiéndonos enfocar nuestro problema sin distorsiones externas.

Sin embargo al tratar el tema de las oportunidades, con la diputada Yolanda Villavicencio, concluimos que el inmigrante se encuentra enfrentado a un momento de recesión en un medio economicista. En un mundo interdependiente, con las graves asimetrías del mundo global el retorno no ha llevado a establecer un binomio de desarrollo local en los países de origen desde el cual se pueda establecer un diálogo en paridad con los países receptores de migración. A esta circunstancia se suma el hecho de que “no hay políticas de retorno, hay medidas de retorno”, sin embargo no hay políticas públicas que se hayan elaborado en torno a una migración circular, falta el elemento de participación. Destaca una frase en particular de su ponencia: debemos decidir “si queremos que nos cuenten, o si queremos contar”.

Por tanto se trata de encontrar un nuevo enfoque del Retorno Digno, conforme a los principios de Derechos Humanos, pero que también recoja las inquietudes, vivencias, problemas, atropellos que sufre el inmigrante en la calle.

Desde el momento en que la Plataforma decidió plantear esta Jornada, tuvimos claro que el centro del debate debía ser el individuo, y así lo hemos visto reflejado a lo largo de la Jornada dadas las numerosas intervenciones que se han producido. Es evidente que está presente en la mente de todos que necesitan ser verdaderamente representados. Las asociaciones por su parte, han expuesto sus posturas en un diálogo que ha sobrepasado la relación oyente-ponente. Esto ha llevado a convertir la Jornada en una acción dinámica de entidad propia.

En definitiva esta Jornada, cuyo planteamiento ha sido expuesto al abrirse el evento, ha dejado claro que nadie va a venir a resolvernos el problema del retorno digno; ni al colectivo boliviano ni a ningún inmigrante que se encuentre en este dilema.

La solución ha de partir de nosotros y de la capacidad que demuestren las asociaciones para superar sus diferencias para trabajar por los colectivos inmigrantes en un esfuerzo por conseguir resultados que garanticen sus Derechos Fundamentales.

De tal forma que se ha planteado un reto a lo largo de la Jornada: crear una acción eficaz de red asociacionista, con vocación de servicio al inmigrante, superando las diferencias ideológicas, de nacionalidades, o las de intereses personales, de militancia política y/o fidelidad de voto. Entiendo que es un reto que nos plantean las sociedades de acogida, sus normas, sus estamentos oficiales, pero sobretodo nuestros compatriotas inmigrantes que nos han hecho el honor de asistir, de intervenir con su voz y de pedir �como dijo una señora “humildemente”- que se atienda a su realidad y no sólo a la dimensión teórica y oficial de la migración.
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