Choque de satélites

El riesgo de que alguno de estos restos choque contra la ISS (Estación Espacial Internacional) es bajo, ha señalado la misma fuente. Los restos de esta colisión se someterán a seguimiento de aquí en adelante por el riesgo que podría suponer que provocaran otra colisión, aunque se espera que la mayor parte de ellos caigan a la Tierra y se desintegren al entrar en contacto con la atmósfera a gran velocidad. De todas formas la ISS está en alerta puesto que la órbita de la misma está unos 435 kilómetros más abajo de donde se produjo en impacto, aunque desde la Nasa ahn aadvertido que aunque la posibilidad de colisión es mínima, la ISS tiene la capacidad de hacer una maniobra de evasión de estos restos, si fuera necesario, y que ya lo han realizado en unas seis ocasiones en las más de 60.000 órbitas que la ISS ha completado alrededor del planeta.

El satélite norteamericano era propiedad de Iridium, compañía con base en Bethesda, Maryland, que ha avisó a sus clientes de posibles problemas con su servicio hasta este viernes, y que pretende sustituir el satélite perdido con algún otro de los que ya tiene en órbita.

El General Alexander Yakushin, del Ejército Ruso, confirmó la “colisión entre un satélite Iridium 33 y un satélite militar ruso Kosmos 2251”.

Los expertos en desechos espaciales indican que cada vez aumentan más la posibilidades de colisión en órbita, tanto es así que es prácticamente el mayor riesgo que ha de enfrentar un transbordador espacial que sale al espacio, y que la cantidad de desechos espaciales actualmente ronda la cifra de 17.000, algunos tan pequeños como 10 cm, son vigilados de cerca por SSN (Space Surveillance Network o Red de Vigilancia Espacial), que envían la información de estos seguimientos para ayudar a los técnicos de vuelo espacial a evitarlos.

En Europa se acaba de iniciar un proyecto propio de seguimiento de desechos espaciales, después de que en diciembre estuviera a punto de perderse uno de los principales satélites meteorológicos europeos a causa de una posible colisión con un desecho de origen chino. Sólo se pudo corregir el rumbo del satélite después de que los norteamericanos avisaran a la Agencia Espacial Europea (ESA) de la amenaza.