“Solidaridad entre trabajador y comunidad: tal es la clave”

Hace cinco años tuvo que despertarse para darse cuenta de que la lucha sindical es lo único que les queda a los trabajadores como ella. Desde entonces esta ecuatoriana no ha dejado de acudir a las protestas contra las grandes empresas de limpieza a las que acusa de aprovecharse de su mano de obra.

Junto a su marido lleva adelante el sindicato Independent Workers Union of Great Britain. Una organización con casi 800 socios, la mayoría de ellos latinoamericanos. Este camino le ha permitido ver que las mujeres luchan tanto como los hombres. Sobre todo, le indigna ver cómo a los empresarios les da igual los casos de enfermedades o embarazos a la hora de despedir.

Como la mayoría de sus compatriotas, dice, no se fía de la política. Al margen de promesas electorales, ella sigue adelante en una lucha en la que se esfuerza por implicar a sus hijos. Porque cree que la segunda generación debe saber que ellos podrían sufrir el mismo abuso que sus padres, y deben estar listos para defenderse.

¿Cómo empezó su carrera como militante?

Empecé en el 2009 cuando empezó la lucha contra las compañías Willis y Mitie. Nunca antes había ido a ninguna protesta en mi país. Entonces era muy novata, me daba mucho miedo la policía. Allí había unos jóvenes estudiantes ingleses y eso me hizo pensar mucho. Porque ellos, que no era su lucha ni su trabajo, estaban allí en solidaridad a unos trabajadores que ni conocían. Si ellos hacían eso, ¿por qué no nosotros como afectados?

¿Es IWGB el sindicato de los latinoamericanos?

No. Es un sindicato donde todo el mundo puede participar. Pero sí hay más latinoamericanos.

¿Por qué escogió la vía sindical?

Porque es donde te das cuenta de las injusticias. Cada día conoces a personas que son abusadas psicológicamente. Con el pretexto de los recortes las empresas reducen los empleados a la mitad. Si te aumentan tu superficie de trabajo no lo puedes hacer, o tienes que matarte. ¿Y quién ve estas injusticias? Nadie. Por eso tenemos que ser los trabajadores los que cambiemos esas cosas.

¿Cómo es su día a día como activista?

Trabajo entre semana. Soy una de las pioneras de la parte educativa del sindicato. Hemos organizado intercambios de lenguaje y clases de inglés. Porque también tenemos que educarnos y aprender el idioma para poder trabajar.

¿Es entonces el apoyo de las organizaciones sociales fundamental para la integración?

Sí, es muy fundamental. Pero también es clave solidarizarse entre trabajadores y entre comunidades, y no solo latinoamericanos, sino de cualquier sitio.

Pintura de Guayasamín

Lleva ya cinco años en un sindicato. ¿Nunca ha pensado en participar en política, presentándose por ejemplo a unas elecciones locales?

No.

¿No cree que la vía política sea útil para defender los derechos de los latinoamericanos?

Realmente no soy partidaria del asunto político. No me gusta.

¿Por qué?

No creo que haya política buena. Todos los políticos mienten. Desde mi punto de vista siempre se los conoce cuando están en elecciones. Después ya nunca los ves y nunca cumplen sus promesas.

¿Cómo explica esa reticencia de los latinoamericanos a participar en política?

Porque hemos venido de países donde ha habido mucha traición de los políticos. Por eso no hay mucha gente interesada en ello.

¿Y no cree que en el momento en que haya más latinos elegidos habrán dado un paso importante hacia la integración?

Sería muy bueno si hubiera más latinos en puestos políticos, siempre y cuando no se olvidaran de dónde vienen ni de su gente.

¿Está la comunidad latinoamericana muy movilizada?

Yo creo que sí. En nuestro sindicato la mayoría de los socios son latinoamericanos. Pero tratamos de unirnos con otros trabajadores. Porque todos somos explotados, seamos negros o blancos.

Borrasca en Azul de Iván Guayasamín

¿El latino se hace militante aquí o lo era ya en su país?

Muchos han venido ya con la experiencia de las luchas en sus países. Porque en todos lados existe explotación y abuso.

Y aquellos que no lo hacían antes, ¿a qué cree que es debido?

Por falta de costumbre y de conocimiento. En mi caso, yo soy del campo, por lo que no tenía costumbre de salir a las manifestaciones. En el campo no protestas, no sales a huelgas. En Ecuador eran muy violentas. La policía te atacaba con bombas lacrimógenas, y yo tenía miedo a eso.

¿Están las mujeres latinoamericanas implicadas en las luchas sociales?

Sí, hay tantas mujeres como hombres. Tenemos muchas mujeres abusadas laboralmente estando embarazadas y esto indigna al resto de trabajadores. A las empresas no les importa que seas hombre, mujer, ni que estés enfermo.

¿Se invierten los roles de género cuando los latinoamericanos emigran?

Sí, la mujer cuando viene aquí se libera. En nuestros países hay mucho machismo. Muchas mujeres no trabajan o están sometidas a lo que sus maridos dicen. Pero aquí tiene que trabajar para sobrevivir, porque es un país donde no te puedes quedar en casa. Todo eso las ayuda a abrirse, independizarse y luchar por lo que quieren.

¿Le afecta eso a la vida familiar?

Yo creo que no. Realmente si luchas, lo haces por tu familia, sobre todo por tus hijos. Por supuesto que te afecta si sufres acoso laboral y el salario no te alcanza. Pero la lucha es lo que te enriquece como ser humano y como persona.

La militancia es una actividad que requiere tiempo y sacrificio. ¿Es más difícil ser activista para una mujer que para un hombre?

Si tienes hijos es un poco más complicado porque además tienes que dedicarle tiempo a la familia, al trabajo y al sindicalismo.

¿Cuál es el perfil del latinoamericano que se moviliza?

Hay jóvenes aunque muy pocos. Sobre todo son gente de más de treinta años.

¿Serán retomadas estas luchas por la segunda generación, la de los jóvenes que han crecido aquí?

Esperamos que sí. Tratamos de incentivar a los jóvenes y a los niños. En nuestro caso siempre hemos llevado a nuestros hijos, para que conozcan la explotación que hay y que ayuden. Porque eso también les puede pasar a ellos más adelante. Ahora tienen 10, 13 y 14 años, pero ya tienen un largo recorrido. Ahora les gusta, participan y diseñan pancartas. Están pendientes y se interesan por los casos de la gente.

En su caso la lucha se vive en familia. ¿Es algo que hacen muchos latinoamericanos?

Sí muchos. Cuando hay protestas y los niños están de vacaciones, los padres llevan a sus hijos. Creo que es un buen comienzo para que ellos también se den cuenta de lo que está pasando y de que nos está golpeando duro esta crisis. Tenemos que trabajar más tiempo para poder pagar los gastos o no se vive.

¿Está la comunidad latinoamericana tan unida como parece?

Creo que sí hay unión, pero nos falta un poco más. Nos olvidamos de lo que pasa con los trabajadores, que son los que realmente sufren maltrato. Nos gustaría ver más apoyo de la comunidad. Hay una parte que no vive esos problemas y se enfocan más en aspectos sociales. Muchas organizaciones latinoamericanas no nos apoyan. Si estuviéramos más unidos sería más fácil y ganaríamos todos.