Madrid Declara a la Corrida de Toros “de Interés Cultural”

El Ayuntamiento de Madrid habría declarado a los eventos taurinos “Bien de Interés Cultural”, es decir, considerados parte del Patrimonio Cultural Inmaterial; para una concejal presidenta de escuela de tauromaquia es la “esencia de las bellas artes de España”. Se pretendería inscribirla como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

No quiero dejar de ser objetivo y mezclar proteccionismo idóneo y racional con fanatismo de improvisados, además es una tradición metida en la sangre de la gente de ese país europeo y no puedo saltar como “leche hervida” por asuntos extranjeros, sólo en casos de excepción me atreví a hacer duros comentarios, porque en mi país se permiten oficialmente hechos peores con los animales y no encajaría que activistas españoles se metan con las jineteadas de Argentina (hoy tradiciones prostituidas y enmascaradas en “gauchismo” y otras estupideces), en ese caso tendría derecho a preguntar ¿en casa cómo andamos?

Admiro la destreza de los toreros, la elegancia de sus movimientos, la lujosa vestimenta que usan, su condición innata para moverse frente a los astados en la arena y poner en riesgo la vida.

No comparto, por supuesto, la crueldad de los picadores, el uso de caballos para rejoneo (enfrentar a dos animales que no son enemigos naturales) y tampoco matar salvajemente al toro después de acosarlo mientras pierde sangre, se debilita y está en inferioridad de condiciones. Sinónimo de cobardía y barbarie.

Los animales no eligen a sus dueños ni su destino, el hombre en el papel de Dios los esclaviza y explota durante su corta existencia en propio beneficio (entiéndase: por placer, deporte, alimento, obtener dinero, “colecciones” para jaulas, experimentos, trabajos de fuerza, exhibiciones, riñas, etc.), llevándolos por senderos de sufrimiento.

Cuando un humano se mancha las manos con sangre animal pierde dignidad, se convierte en perverso, en enano mental. No puede ser placentero entrar en la carne de un ser vivo y matarlo con impunidad.

Los espectáculos taurinos españoles donde al final de los enfrentamientos son desangrados inocentes animales, encerrados y provocados (previamente anulados en trastienda mediante métodos despreciables), igual que la “destreza” criolla argentina de golpear con rebenque y clavar espuelas de pihuelos largos a caballos con carácter arruinado que caen de cabeza a tierra o se doblan y ruedan pesadamente (torturados en la preparación atados a palenques y en muchos casos sometidos a “toques” de picana eléctrica en la boca), son tradiciones crueles que tienen en el mundo decenas de millones de seguidores, entonces no queda más remedio que respetar al que piensa y actúa diferente. No puedo imponer mi verdad con presiones tratando de cambiar el orden del mundo; como proteccionista debo ser sabio y controlar mis exigencias, buscar caminos alternativos para que los de la otra vereda no se sientan permanentemente agredidos y con cautela despertar conciencias dormidas así las generaciones futuras toman las riendas y los actos crueles no brillan tanto, pero... desde la óptica periodística no puedo silenciar la verdad.

El hombre de hoy vive en guerra con su prójimo, tiene gran cuota de egoísmo, ha perdido sensibilidad por injusticias y padecimientos y no tendría tiempo para analizar los daños que causa a hijos de la Naturaleza; es más, se “divierte” barato asistiendo a riñas de perros, de gallos, a jineteadas públicas, corrida de toros, etc., con la excusa que son tradiciones que no deben perderse. Es cierto, son tradiciones o deportes antiguos, con mayor razón podrían tener reglamentos diferentes, menos sangre, porque vivimos en el siglo XXI y no en lejano pasado; hasta el boxeo profesional ha cambiado reglas, mejorado los guantes y medidas de protección, reducido los minutos de combate, etc., peleas que son detenidas cuando un hombre acusa lesiones de importancia y en veinte o treinta años estos deportes serán “suaves”.

EE.UU. tiene abusos y actos crueles como el protagonizado en la vía pública, semanas atrás, por un descontrolado e impune policía en Nueva York contra un perro Pit bull terrier, pero los rodeos han cambiado, en el cine aclaran que los animales utilizados no han sufrido maltrato (las caídas de indios y vaqueros se hacen con hombres y caballos entrenados en rodadas), no se muestran riñas de gallos ni de perros, raras veces en viejos documentales, y una serie televisiva de gran éxito protagonizada por Dustin Hoffman la dieron por terminada porque en las carreras de caballos tres habrían muerto en espaciados accidentes.  

Fundamento: entiendo de comportamiento, enseñanza, técnicas de rehabilitación y derecho internacional animal, me dedico -entre otras cosas- a actividades ecuestres, soy asesor en asuntos equinos de centro cultural y tradicionalista, de establecimientos rurales de familias conocidas, impulsé rescates de varios centenares de caballos maltratados, domino las tareas ganaderas, en numerosas ocasiones he pasado largo tiempo en estancias de más de 10.000 hectáreas cada una y manejado bovinos, de manera que hablo con experiencia acerca de animales. Respecto a jineteadas, tauromaquia, etc., conozco mucho por haber tenido la oportunidad de observarlo desde adentro. 

En el Coliseo romano enfrentaban osos y leones contra gladiadores, mientras decenas de miles de espectadores “disfrutaban” el espectáculo, pero hoy Italia no tira hombres y animales a la arena para mantener palpitante el deporte preferido de los poderosos ni ha quedado vigente como “tradición”. ¿Sabían que en el rejoneo antiguo asistía la aristocracia y autoridades exclusivamente para ver caballos con las tripas desparramadas en la arena? (pronto escribiré del tema). Los tiempos cambiaron, de manera que no necesariamente las “corrida de toros” deben realizarse en un marco de ilimitado salvajismo.

Muchos toreros han nacido toreros y no podrían dedicarse a otra cosa, estaría en los genes y pasarán muchas décadas para que desaparezcan -en parte- estos espectáculos despiadados. Posiblemente suceda por falta de público, por multiplicación de defensores de animales, por prohibiciones u otra cosa del futuro que no puedo adivinar.

Detrás de las “corrida de toros” y las jineteadas públicas se mueven poderosos intereses y amparo oficial, millones de seres humanos vivirían de la explotación y dolor animal, lo que deja ganancias a empresarios hoteleros y cadenas de restaurantes (por el turismo), llega dinero a diferentes industrias, organizadores, anunciantes, empleados de estadios, vendedores ambulantes, picadores, veterinarios, médicos de humanos, transportistas, peones de campo, ayudantes de pista, competidores, criadores de animales, fabricantes de banderillas, adornos y otros elementos usados en el ruedo, empresas textiles (por la venta de telas), modistos de alta costura, “preparadores” de animales (prefiero no comentar los métodos para pulir astas, restar resistencia general a los toros y disminuir su visión); del negocio viven colaboradores y entrenadores de caballos de rejoneo (aunque un verdadero experto prepara en persona a sus caballos sin permitir que otro lo haga y cada animal pasa a tener elevado valor en euros por la perfección de sus desplazamientos, coordinación y esquives de embestidas, naciendo asombrosa conexión interna y externa entre jinete y animal), negocios que llevarían prendidos como garrapatas a innumerables funcionarios municipales y de otras áreas oficiales.

Pretender que de un día para otro se terminen las “corrida de toros” es una locura. En el campo de lo supuesto, si se frotara la “lámpara de Aladino” y saliera un genio dispuesto a anular las "corrida de toros" ¿qué pasaría? el país entero quebraría, el caos sacudiría todos los niveles sociales, varios millones de personas quedarían desocupadas repercutiendo en entornos familiares, quedarían inactivas importantes industrias, disminuiría el dinero que llega permanentemente a arcas públicas, millones de toros de lidia tendrían que ser sacrificados, se arruinarían millares de ganaderos y ejércitos de empleados, arrastrando estructuras comerciales ligadas. Un desastre sin precedentes en el mundo. La tauromaquia se debilitaría si pierde público anualmente (como los toros mueren al perder sangre).

Bueno, basta de supuestos y miremos las cartas sobre la mesa. España acaba de asegurarse por mucho tiempo las fiestas taurinas y el que no acepte esta realidad…tendrá que ir a llorar a la iglesia, porque políticos y gobernantes (sin ofender investiduras) trepan alto porque tienen una coraza de insensibilidad que los protege para no examinar sus conciencias ante errores, sólo piensan en vivir bien (el que lo niegue que me señale altruistas mediante pruebas) y respaldan todo lo que deja dinero (…) y genera turismo.

Jesús dijo: "lo que le hagáis a la más pequeña de mis criaturas, me lo hacéis a mi".

------------------------------

Carlos Estrada   (hijo de hogar patricio) *proteccionista independiente y periodista de investigación.

Buenos Aires, Argentina, 26 de septiembre de 2012.  

Nota: las fotografías copiadas por el autor podrían tener defectos, pero no pierden valor como documentos probatorios de crueldad.