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Noticias Graves del Mundo Animal  - Parte I

Argentina, Península de Valdés- Balazos para Gaviotas Cocineras que Dañan a las Ballenas Francas

Desde Buenos Aires escribe Carlos Estrada*

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Foto de Internet. Gaviota hundiendo su pico en la carne de una ballena franca
Foto de Internet. Gaviota hundiendo su pico en la carne de una ballena franca

Negociados de trastienda y aneja vista gorda de gobernantes, han multiplicado los basurales a cielo abierto y según los científicos las gaviotas buscan alimento en esos lugares llenos de materia podrida y también entre descartes de innumerables barcos pesqueros que nadie controla ni sanciona, convirtiéndose en peligrosas portadoras de bacterias y virus.

Fotografía de archivo
Fotografía de archivo
Fotografía de archivo
Fotografía de archivo

Las gaviotas cocineras (larus dominicanus) que habitan las costas, han aumentado su población de manera sorprendente y en la Península de Valdés, sur de Argentina, demuestran que han adoptado la costumbre de atacar insistentemente entre julio y diciembre a las ballenas francas (eubalaena Australis), picoteando sus lomos para arrancar piel y grasa como alimento, causando en los cetáceos profundas heridas que se infectan, interrumpiendo el amamantamientos de ballenatos que pierden nutrientes maternos y a la vez son blanco de perforaciones corporales, flagelo que lleva a la muerte a innumerables crías.

El problema habría sido detectado por primera vez en la década del ’70, se multiplicó en las décadas del ’80 y ’90;  en el 2001 hubo resonantes advertencias de científicos pero aparentemente los gobernantes miraron para otro lado. Estos mamíferos caminan hacia la extinción por la impune matanza que realizan barcos piratas (que escapan por el sospechoso descuido que habría en nuestras aguas territoriales), sumado a la vulnerabilidad de los ejemplares jóvenes y la contaminación del mar. Hoy casi el 100% padece ulceraciones en el cuerpo debido a agresiones de las gaviotas cuando exponen la parte superior al emerger del agua, daños que les estaría cambiando el comportamiento, afectado el ritmo cardíaco y dificultando la respiración por posible estrés, dolor, debilitamiento, infecciones y otros problemas que estudiarían los especialistas en vida marina.

Por decisión oficial, en agosto pasado se habría dispuesto la “eliminación selectiva de atacantes”, acción monitoreada y  supuestamente a cargo de tiradores del Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP) provistos con rifles de precisión con balas de goma y de aire comprimido, en lanchas que no interferirían con la actividad de las ballenas.

Algunos presuntos ambientalistas y posibles defensores habrían cuestionado las medidas oficiales. Al respecto debo decir que hay que separar el enfermizo fanatismo (desorden psicológico por inconfesables fracasos personales) de la racional y científica protección para no terminar defendiendo lo indefendible.

Como se dice en derecho, siempre hay que fundamentar extenso para dejar las cosas claras: podemos amar profundamente a los animales y no por eso aplaudir (por ejemplo) la invasión de palomas en las ciudades,  alimentarlas y enojarnos cuando los ministerios de Salud las combaten (ahuyentan o les dan anticonceptivos), a sabiendas que se han convertido en gran parte del mundo en la peor plaga y caldo de cultivo de enfermedades  (aves conocidas como "ratas voladoras"), molestan con incesantes ruidos, tapan con plumas canaletas de paso de agua, arruinan monumentos históricos y vehículos con sus excrementos, anidan en techos, cornisas y balcones de edificios, siendo portadoras de graves males para el hombre.

Respeto y admiro a los protectores que trabajan con seriedad y no buscan beneficios económicos, aclarando a los que tocan la guitarra de oreja: soy un pionero del auténtico proteccionismo, seguramente el que más ha puesto en juego la vida en defensa de  los animales. 

No he querido pronunciarme contra lo resuelto oficialmente para liberar a las ballenas francas de las agresivas gaviotas cocineras y podrían creer equivocadamente los fanáticos que “proteger” es subirse a cualquier ómnibus que pasa como dueños de la verdad, entonces aquí van detalles de lo que es luchar por el bien animal: decenas de veces he estado en riesgo debido a heridas ocasionadas por varias especies salvajes, más allá de recibir balazos, criminales atropellamientos en la vía pública, puñaladas, secuestros y otras traicioneras represalias de traficantes ilegales e intocables mafias en connivencia con influyentes autoridades; “premios” por investigar casos de corrupción, rescatar más de 600 caballos del maltrato y actos de cuatrerismo, salvar decenas de perros y gatos lastimados, hacer interceptar grandes cargamentos de pieles y cueros silvestres e impulsar incautaciones de reiterados millares de especies vivas de la caza furtiva y contrabando, todo valuado en muchos centenares de millones de dólares, trabajando desinteresadamente en todo tipo de terrenos (léase: montañas, desiertos, selvas, etc.), soportando inclemencias del tiempo como intenso frío, calor, huracanes, temporadas de lluvia e inundaciones, días de hambre, soledad, enfermedades y heridas de todo tipo, usando equipos y dinero propio, lucha personal en el foco de problema, no como demasiados que aconsejan y solo son opinólogos sin experiencias, sin cicatrices en el cuerpo y el alma, sin aval científico. Hace diez o más años comenzaron a ramificarse en todas partes pedidos de donaciones de dinero para miles de cuentas bancarias, de esa manera innumerables personas (no generalizo) pasaron a vivir mejor gracias al dolor animal.

La principal ayuda que me ha sostenido es el conocimiento adquirido colaborando durante años con renombradas autoridades científicas de diferentes especialidades de centros oficiales del país y con expertos del exterior; trabajos en contacto directo con  animales domésticos y salvajes, estudios, base de inquebrantable coraje y ganas de hacer algo comprobable contra la caza furtiva de especies vulnerables y contra el maltrato equino. Para tareas complejas contraté peones de confianza (campañas documentadas desde 1970) y en casos especiales fui acompañado por biólogos de mi amistad.

Entiendo de comportamiento animal y mi defensa es racional, no fanatismo de escritorio como florece sin verse compromisos individuales, no sirve la desesperada búsqueda de notoriedad y hablar de proteccionismo de fauna si no hay antes un mínimo de quince años de investigaciones y observaciones de costumbres de las especies, trabajos realizados, estudios específicos y colaboraciones con autoridades científicas. Ser ecologista, vegetariano o proteccionista está de moda, lo mismo ocurre con la fácil bulla mediática y críticas desde el desconocimiento a lo que hacen las autoridades, sin ofrecer soluciones inmediatas, por eso en este caso de excepción no puedo poner en tela de juicio las medidas oficiales; está afectada la supervivencia de un valioso animal marino y los funcionarios no tienen tiempo para buscar otros caminos correctivos, tampoco pueden quedarse inactivos ante grupos de decenas de miles de gaviotas que han cambiado sus hábitos (y no lo perderán) fijando preferencia por la piel y grasa de las ballenas, situación que requiere dura y rápida respuesta centrada en cortar los perjuicios.

He observado a varios cetáceos con tremendas úlceras infectadas, cuadro terrorífico su  indefensión ante daños que no cesan.  Quisiera ver a los fundamentalistas que se oponen (son pocos), con iguales úlceras en sus cuerpos, que no puedan defenderse y que tengan en sus cuellos y espaldas orificios sangrantes e infectados con animales picoteando y desgarrando esas heridas y a la vez vean atacar a sus hijos debilitados, todos sin posibilidades de recibir ayuda. Imaginando esa situación tal vez comprendan que las autoridades no tienen otra salida (conste que permanentemente cuestiono a los centros  municipales de zoonosis eutanásicos, cotos de caza y deporte "tiro al pichón"). 

Algunos de los que defienden a las gaviotas cocineras causantes de lento destrozo, sufrimiento y muerte de ballenas francas, se alimentarían con carne asada de vaca, hamburguesas, pescado, jamón o carne de pollo, usarían cinturones, carteras y zapatos de cuero, muebles de madera, etc.; seguramente matan cucarachas, moscas, mosquitos, arañas y serpientes, fumigan, exterminan pulgas y garrapatas que dañan a sus perros y gatos, colocan trampas para cazar ratas que invaden sus viviendas y si fueran amenazados, lesionados y ven herir a familiares, matarían a delincuentes o justificarían que lo haga la policía, entonces suena a hipocresía que tejan tantos dobles discursos y critiquen a funcionarios que han decidido combatir por única vez y en forma controlada a las perjudiciales gaviotas picadoras de ballenas.

En las décadas del '80 y '90 fui entrevistado por importante camarógrafo de profundidades del ecologista francés Jaques Cousteau y del equipo del documentalista español y especialista en fauna Félix Rodríguez de la Fuente. Con este conocedor de   ballenas y otras especies marinas hice amistad después que dejó los viajes por el mundo y el buceo profesional, lamentablemente quedó inválido en el 2005.  

Parte II

EE.UU., Alaska- Por Molestar a un Oso un Hombre fue Devorado 

El viernes 24 de agosto pasado un ciudadano de San Diego que acampaba en zona verde, decidió por la tarde caminar bordeando el río Toklat en el Parque Nacional Denali de Alaska, en Estados Unidos, reserva que tiene una extensión de aproximadamente 2.420 hectáreas, donde viviría una docena de osos adultos, alces, caribús, lobos, etc.  Al observar a un oso de más de 400 kilos de peso a unos 45 metros de distancia comenzó a tomar fotografías violando las prohibiciones de no acercarse a especies salvajes, siendo atacado y luego arrastrado por el animal que comenzó a comerlo en la espesura del bosque; unos turistas que encontraron su billetera y rastros de sangre habrían avisado a las autoridades del Parque o a familiares del individuo, búsqueda que se suspendió al anochecer hasta el día sábado por los riesgos de recorrer en oscuridad un terreno donde hay diversas especies potencialmente peligrosas. Al día siguiente habrían encontrado más rastros de sangre y una mochila, después localizaron el cuerpo sin vida y despedazado del hombre; las versiones no son coincidentes,  algunos medios de EE.UU. no señalaron la captura y muerte del oso, mientras diarios sudamericanos hicieron hincapié en su ejecución a balazos, parte de la historia que no conviene conocer. El animal estaba en su territorio, fue molestado por un imprudente y reaccionó sintiéndose amenazado ¿el oso merecía ser perseguido y eliminado? ¿iba a  querer carne humana nuevamente? Por regla general no es así, aunque algunos hombres de “ciencia” lo aseguren.  

La cámara digital encontrada, presuntamente marcó que la víctima había estado 8  minutos fotografiando al animal, es decir, empleó suficiente tiempo para irritarlo a sabiendas de las prohibiciones existentes. El servicio estatal anunció que era “el primer hecho ocurrido” en el Parque Nacional Denali.

En septiembre del año pasado un oso atacó y mató a un cazador en el noroeste de Montana y poco tiempo antes varios osos mataron a dos hombres en el Parque Nacional de Yellowstone. Podría mencionar más casos de ejemplares que no soportaron el acoso humano y tengo impresionantes fotografías.

A colación: Mordedura leve de oso joven, en 1985, me llegó al hueso piramidal de una mano, con dolor como si hubiera entrado un taladro, muy cerca de donde un mono grande me desgarró la carne y cortó una vena. Los osos poseen gran fuerza y demoledora potencia.

En 1988 colaboré con la justicia e hice trascender públicamente el caso de un niño que perdió un brazo atacado por un oso en un gigantesco zoológico ilegal que funcionaba  en terrenos fiscales de Ezeiza, provincia de Buenos Aires, “colección” propiedad de uno de los peores contrabandistas impunes del país y tal vez de Sudamérica, protegido por gente influyente y respaldado por empresario del ambiente artístico que lo había contratado para exhibiciones en TV; a ese zoológico comercial comencé a investigarlo en 1971 (instalado en General Rodríguez al principio); también recuerdo que en la década del ’80 un elefante mató a una turista y otros animales hirieron a visitas; establecimiento donde impulsé resonantes procedimientos de incautación y en una ocasión  -por las connivencias-, tuvimos que hacer un sorpresivo allanamiento sin apoyo de autoridades. El juez penal de turno manejó una camioneta del Poder Judicial y yo que estaba autorizado lo acompañé; solos nos dirigimos al zoológico para recuperar a un felino salvaje del Amazonas, además tengo las respuestas firmadas y selladas de los titulares de cada Dirección de Fauna reconociendo que el zoológico no contaba con autorización de esas áreas de aplicación para funcionar y “desconocían” el número de especies que albergaba (?), funcionarios que tiempo después tuvieron que renunciar a los cargos cuando quedaron al descubierto numerosas  irregularidades e incumplimientos de los deberes de funcionarios públicos (ver diario “La Razón” de la Capital Federal del año 1989: “Demanda Contra Fauna Silvestre”, cuando un incorrupto fiscal investigador estudió mi denuncia de años antes y decidió sacudir trastiendas y formular cargos contra el director nacional de Fauna). Un día el contrabandista trasladó a jurisdicción federal a un chimpancé africano adulto (en escala zoológica lo más cercano al hombre) para grabar un comercial en conocido estudio de televisión y al finalizar y salir a la calle, el mono se puso a jugar con otro más joven negándose a subir a un camión, entonces en presencia de muchas personas el inescrupuloso individuo lo mató de once disparos, casi dos cargadores de pistola calibre 11,25 mm. (45) proyectiles recubiertos de bronce con punta hueca, que serían de uso prohibido en la guerra por convenciones internacionales; de inmediato envié la noticia a los medios de prensa y una semana después conseguí que un perito veterinario que había participado en la necropsia me permitiera entrar con las reservas del caso a la Facultad de Veterinaria y fotografiar en una sala cerrada los restos del animal y los orificios producidos por las balas. La resolución judicial nunca se conoció, pero mi intervención y los graves  ilícitos detectados, aparentemente derivaron en el cierre del zoológico, dejando de aparecer en público el contrabandista, siendo hasta hoy un misterio el destino de los  osos y varios centenares de animales, mayoría contrabandeados de Europa, África, India y selvas de Sudamérica, nunca devueltos por las autoridades a los países damnificados.

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CARLOS ESTRADA * escritor y periodista de investigación.

Buenos Aires, Argentina, 20 de septiembre de 2012.   

Nota: las fotografías copiadas por el autor podrían tener defectos, pero no pierden valor como documentos ilustrativos.

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