El bosque de las esculturas

Se trata de la colección privada de Simon Spierer (1926 – 2005), un judío de Trieste que hubo de exiliarse en Suiza durante la segunda guerra mundial y se nacionalizó en ese país. Viudo y sin hijos coleccionó pintura junto a su esposa; cuando ella murió, él la vendió para iniciar de nuevas una colección de esculturas de aire homogéneo, de ejes verticales y tersos, que constituye una especie de bosque. Antes de morir la dejó instalada en el Museo de Darmstadt de Alemania, ahora en obras, razón por la cual se exhiben las piezas en diversas ciudades europeas, ahora en la madrileña Fundación Canal.

Madrid acoge 39 de las 40 piezas que constituyen la colección Spierer (la ausente pesa dos toneladas y se consideró un inconveniente) y entre los nombres de escultor que la integran están: Hans Arp, Cesar Baldaccini, Brancusi, Anthony Caro; Giacometti, Julio González, Baltasar Lobo, Fausto Melotti, Henri Moore, Luccio Fontana, Daniel Spoerri, Arnaldo Pomodoro, Max Ernst, Max Bill o Vassiliakis Takis. En suma, un panorama de la escultura del siglo XX en su práctica totalidad.

No olvidemos que la escultura ha sido punta de lanza de la vanguardia histórica y radical, sobre todo a partir de Duchamp que la transformó en “objeto escultórico”, con lo cual esta muestra es una exposición elocuente sobre esa singularidad y creatividad del arte de la tercera dimensión, sin llegar a radicalismos excesivos, no en balde conserva la verticalidad de las antiguas estatuas, de ahí el concepto de “bosque de esculturas”.

Un retrato en pintura de Andy Warhol nos presenta al coleccionista ya fallecido como un hombre entre dos perros, sin aludir para nada a su faceta de coleccionista de escultura, rompiendo ese dicho de que lo que aparece en el retrato ha de definir claramente al retratado. Esto pone de manifiesto que el pintor americano lo vio como un hombre amante o protegido por los perros.

Resulta curioso comprobar los escasos nombres femeninos de las escultoras que se han atrevido a la obra volúmica: la gran Bárbara Hepworth, Alicia Peñalba, Marta Pan, Louise Bourgeois, Germaine Richier o Vera Röhm.

Nos encontramos con una exposición contenida en número de piezas, pero con una elocuencia e intensidad inusitadas. Simón Spierer seleccionaba las obras sin asesoramiento exterior alguno, visitando galerías o ferias como la de Basilea. La mayoría de las esculturas son en bronce, aunque hay media docena en madera. Vale la pena visitar la muestra.