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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan...”

La muerte de Cristo

  • Si el nacimiento de Cristo es una muestra fehaciente de la misericordia y del amor que nos tiene el Padre; su muerte es, a parte de misteriosa, una prueba más de lo mismo.

Por Germán Ubillos Orsolich
domingo 26 de febrero de 2023, 23:31h

26FEB23 – MADRID.- El Hijo de Dios, esto es el verbo hecho carne, dispuso y tuvo tiempo suficiente, en tan solo tres años de magisterio, para mostrar la voluntad el Padre y todas sus enseñanzas a través de las parábolas y sobre todo de las bienaventuranzas. Esas enseñanzas, conservadas a través de los escritos de Pedro, Santiago, Lucas y Juan, fueron suficientes para cambiar la historia del mundo.

Pero sobre todo su muerte, y la forma en que tuvo lugar, nos dan mucho que pensar.

Cristo pudo redimir a la humanidad de sus faltas y sus errores sencillamente con cualquier minúsculo de sus actos, desde convertir el agua en vino, hasta escribir con el dedo índice en la arena; sencillamente porque era Dios, la segunda persona de la Trinidad. Pero la voluntad del Padre era que muriera y crucificado en una cruz de madera.

¿Es que el pecado de los hombres era tan grande que necesitara para limpiar esa afrenta, tan terrible solución como la muerte del Hijo?. ¿Es que por el contrario el amor del Padre por nosotros, miserables mortales, casi gusanos, nos quería tanto como para dejar morir así a su hijo?; ¿o es que a la hora de nuestra muerte, quería que su propio hijo conociera y padeciera semejantes sufrimientos, hasta el punto de tener que exclamar, “! Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado!”.

¿ O es que, finalmente, para alcanzar la vida eterna y entrar en su reino, necesitaba que el Hijo único, el predilecto, terminara de forma tan inquietante y tremenda, como vamos a terminar cada uno de nosotros?.

Todas y cada una de estas cuatro posibilidades caben como explicación.

No quiero introducirme en más cábalas que no son de mis capacidades, y no por el mero hecho de no ser sacerdote ni de ser Papa, pues creo que en este tema ni los sacerdotes, ni los obispos, ni el Papa saben o creen saber mucho más de lo que yo sé. Sino porque no se sabe mucho más que lo que nos cuentan los evangelistas y la tradición oral de la iglesia.

Aquí solamente juegan la fe. Sí, la fe por parte nuestra y la infinita misericordia por parte de Dios, que conserve nuestra memoria más allá de ese túnel de tiempo, que hemos quedado en llamar la muerte humana.

Germán Ubillos Orsolich

Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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