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Opinión: “Cuando Éramos Españoles…”

Full Monty en Nuevaspaña

Por Laureano Benítez Grande-Caballero (*)

sábado 16 de julio de 2016, 16:52h
Full Monty en Nuevaspaña

15JUL16.- Bueno, pues ya tenemos aquí el «Día sin bañador» en las piscinas de Madrid, creación de la ADN ― «Asociación para la Defensa del Naturismo», no crean otra cosa―. No es de extracción estrictamente podemita, ya que hubo anteriormente algún otro día así con ayuntamientos del PP, pero la novedad es que parece que se va a institucionalizar, y que la filosofía que se trasluce en él es «cristiana», según explica Ismael Rodrigo, presidente de la ADN: «Lo que pretendemos con este día es educar, transmitir nuestros valores, que son los valores occidentales, incluso de los cristianos, si me apuras». Nudismo cristiano: Ole y ole.

Al socaire de esta celebración, pues les sugiero que organicen también el «Día del orgullo naturista», que podría tener como expresión ―aparte de una kabalgata con gente despelotada a ritmo de bachata― una marcha ciclonaturista a la vallisoletana, es decir, que terminara en la catedral de la Almudena. Sin ánimo de ofender a los católicos, por supuesto.

Y es que estamos en un país donde todo el mundo tiene derecho a manifestar su orgullo. Antaño presumíamos de los tercios de Flandes, antecedente claro de la «furia española» que tanto nos enorgulleció en el siglo pasado, nacida con la famosa frase de «¡Sabino! ¡A mí el pelotón, que los arrollo!», que le gritó Belauste a Sabino el 1 de setiembre de 1920 en el partido contra Suecia, dentro de los Juegos Olímpicos de Amberes. Hoy nos enorgullecemos de nuestros orgullos. El mismo Ismael afirmaba orgulloso que somos el primer país del mundo en celebrar el «Día sin bañador». O sea, que de ser «el país de la furia», hemos pasado a ser «el país de la feria». Normal, pues ostentamos el récord mundial de estupidez.

Confieso que siempre me ha mosqueado la pertinaz manía de identificar el progreso con acciones que empiezan con la palabra «sin». Todo empezó con las dietas «sanas y equilibradas»: sin colesterol, sin cafeína, sin alcohol, sin conservantes…

Luego, el «sin» infectó el mundo de la moda, originando desde el «top less» hasta el sin corbata. Una precursora de este activismo progre fue, una vez más, Rita la quemaora, cuando se quedó en sujetador en la capilla de la Complutense, acompañada por «las nietas de las brujas que no pudimos quemar».

Se ve que a la izquierda zarrapastrosa le mola cantidad el naturismo, que han elevado a la categoría de arte con el genitarte. Y, claro, del genitarte se pasa indefectiblemente a la genipiscina. Del mismo modo, el naturismo del «coño insumiso» se transmuta en «bañadores insumisos».´ Dentro de nada lanzarán el «Día Full Monty»: es decir, sin calzoncillos. Al tiempo.

Por mi parte, confieso que a mí también me mosquea tanto exhibicionismo carnal, hasta el punto de que sospecho que esta progresía usa el naturismo para camuflar sus evidentes obsesiones sexuales. No es casualidad que el Turrión dijera aquello de que «la política es como follar», y de que Podemos es «un partido sexy». O igual quiso decir «sexty», vete a saber.

O sea, que este es el «nuevo país» que nos prometían los izquierdosos, nuevo a base de cambios basados en el «sin». Pero resulta que ya estamos instalados en esa novedad desde hace tiempo. Esto me recuerda a la genial frase con la que Franco respondió en cierta ocasión al embajador estadounidense que le preguntaba por lo que había preparado para el futuro de España: «Ya estamos en el futuro», aseguró sin pestañear. Pues bien, ya estamos en «Nuevaspaña».

Y es que España cambia que es una barbaridad. Llegamos tarde a la parida hippienta del «new age», pero resulta que en un tiempo récord hemos acumulado una ingente cantidad de «ismos» ―y es que estábamos predestinados desde la eternidad a coleccionar «ismos», ya que por algo somos una Península―: naturismo, nudismo, animalismo, feminismo, multiculturalismo, etc. Es así como hemos creado el «new country», patente española de un país en el que igual asaltas una capilla, que te quedas en bolas en una piscina; en el que igual silbas impunemente el himno, que se exhiben besos homoeróticos y mandurrias en el Kongreso; en el que la blasfemia contra el catolicismo se sobresee como «libertad de expresión», mientras el Kichi gaditano ―que ha pasado olímpicamente de las celebraciones católicas a las que debía haber asistido como responsabilidad de su cargo― se ha apresurado a presumir de diversidad cultural participando ostentosamente en el fin del Ramadán ―Ah, pero… ¿ustedes no eran laikos?―.

Ante tantas barrabasadas, los jueces sobreseen que te sobreseen, archiva que te archiva. Aquí no passa ná.

Y agárrense los machos, porque lo más seguro es que tantos «ismos» progres acaben por cruzarse, con lo cual pronto veremos a los perros solazarse en las piscinas públicas, faltaría más, que por algo la Carmena es una animalista convencida. Sólo así se explica que esté obsesionada por recoger colillas ―¿para cuándo un «Día sin tabaco», señora?―, y no se haya preocupado por la enorme cantidad de excrementos caninos que emponzoñan las calles madrileñas. Pero, claro, eso de organizar un «Día sin mascotas» le restaría votos de los simpatizantes de los animales. O igual les da por introducir perros en las capillas, vete a saber.

El caso es que la Maestre ha venido a decir que ―en eso del «Día sin bañador»― tenemos que dejarnos de mojigaterías. Vaya: si no les votamos, somos gilipollas; si somos de derecha, somos fachas de mierda; y si no nos desnudamos, pues somos mojigatos. Pues sí: igual somos los hijos de los mojigatos que no pudisteis quemar en el 36.

Luego hay quien va por libre. Por ejemplo, los cachorros antifascistas de «Distrito 14Moratalaz» decretaron por su cuenta el pasado 18 de junio el «Día sin pijos», festejándolo con agresiones a los jóvenes que llevaban ropa de marca, mientras gritaban: «¡Nazis fuera!», y «¡Fachas de mierda!». O sea, que en la «new España» llevar ropa de marca es sinónimo de ser facha. Por algo el Turrión se viste en «Alcampo», a pesar de ganar más de 100.000 euros al año. Y es que el uso de «señoritos» y «pijos» como insulto marxista a «los de arriba» es de clara raigambre podemita.

Mas no nos extrañemos de estos peculiares «díassin» ―que podrían tener su correspondiente «Día del orgullo…»―. La visionaria Rita la quemaora ya había puesto allá por el 2011 la primera piedra del «Día sin católicos», o, para decirlo en su versión feminista, del «Día de las almejas». Si lo traducimos a la jerga orgullosa, pues tenemos entonces el «Día de las putas, señoritas, bolleras, pescaderas... Seguimos siendo las brujas que no pudisteis quemar», como dicen en AhoraMadrid.

Pero, lo que de verdad quieren decretar los radikales es el «Día sin Rajoy», ya que el «Día sin España» ya lo han patentado los indepes desde el comienzo de la NovaEspaña, y más allá. Tanta estulticia junta ha terminado por convencerme de que España ha inventado la cuadratura del círculo: «el país sin país».

Así que el «cambio» que nos prometía la izquierda era esto.

Sin ánimo de ofender: ¿Para cuándo un «Día sin gilipollas»? Y es que a mí se me sube la furia ante tanta estupidez, y me dan ganas de gritar también eso de: «¡A mí el pelotón, que los arrollo!».

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