Esperanza Aguirre la Última Cacique, en “Salvados”

Sin embargo lo que comenzó como una prometedora entrevista y que podía dar mucho, se convirtió en una exasperante muestra del desparpajo y desfachatez que ha caracterizado siempre a Aguirre. Desparpajo que durante muchos años ha sido uno de sus pluses de cara a la galería que veía en esta actitud un sinónimo inequívoco de la férrea voluntad de la entonces presidenta de la Comunidad para llamar las cosas por su nombre y dar la cara a cualquier situación por difícil que fuera.

La entrevista inconclusa (en una tonta estrategia por su parte para evitar responder a lo incontestable) que protagonizó Aguirre este domingo mostró por el contrario la verdadera cara, actitud y maneras de enfrentar los desafíos que tiene la sexagenaria señora que exhibe como un galardón, el llevar 30 años en política. Sus respuestas, sus actitudes y sobre todo la manera de ignorar las directas preguntas del entrevistador dejaron en evidencia la personalidad caciquil de Aguirre, quien en todo momento se comportó con la condescendencia propia del patrón acostumbrado a mandar y que por un momento, en un rapto de generosidad, admite bajar al nivel de sus mandados.

No hay duda que la omnipresencia de su facultad para el ordeno y mando le ha producido a la ex presidenta una secuela que ella de manera consciente no es capaz de controlar y de ahí entonces que eludiera (ignorara más bien) con una desfachatez que resulta insultante, cualquier evidencia que se le presentó y lo que resulta más irritante, ignorara de manera deliberada la esencia de las preguntas del entrevistador.

Por otro lado, su fijación mental con “Podemos” le hace tener presente en cada momento, a quien señala precisamente, que no le interesa para nada. Si Évole alude el tema de la corrupción, haciéndole notar lo de las obras de rehabilitación de la Sede del PP pagadas con dinero negro la presidenta del PP habla de Podemos. Si se le recuerda que nombró a Mercedes Rojo como consejera de Caja Madrid sin tener ningún conocimiento financiero y que se gastó 120.000 euros con la tarjeta black, la cacique responde con un "pues mire, Iñigo Errejón tiene una beca black".

Tan acostumbrada está la señora lideresa a que todos bailen a su compás que no se daba cuenta que su actitud repetida una y otra vez, estaba siendo contemplada por cuatro y medio millones de personas que aprendían de primera mano como las gasta de verdad, una política, una cacique decimonónica que hace y dice exactamente lo contrario de lo que predica. El telespectador a estas alturas, ya tiene claro que No es cierto que Aguirre enfrente cara a cara lo que le pregunten. No es efectivo que ella no tiene pelos en la lengua y que aborde cualquier tema sin pensar a quien pueda molestar o no. Lo que si tiene y a raudales la ínclita señorona ésta, es una desfachatez, impertinencia y desparpajo indignos de un político serio y sobre todo de una aspirante a la fuerza, -ya lo hemos dicho- que confía en que su mandamás en el partido la nomine candidata.

Creo que el hecho de haber sobrepasado el sexagenio, le ha jugado una vez más una mala pasada a esta política, rescoldo de épocas ya superadas y estoy convencido que ella no sabe ni de lejos que es aquello de lo que tanto se habla y que se llama relevo generacional. No obstante, no tendrá que esperar mucho para conocerlo de primera mano.