El proceso de renovación religiosa en la Corona de Castilla durante este periodo se caracterizó por un notable dinamismo, enmarcado dentro del proyecto centralizador de los Reyes Católicos.
Particularmente destacables fueron las reformas en las órdenes benedictina y cisterciense, cuyas estructuras conventuales fueron transformadas desde dentro con un objetivo claro: revitalizar la vida monástica y corregir los abusos acumulados durante siglos.
San Benito de Valladolid: epicentro del cambio
Uno de los núcleos más influyentes de esta transformación fue el monasterio de San Benito de Valladolid, considerado la “fortaleza de la Reforma Real” y sede principal de la Congregación de la Observancia, que promovía una vida religiosa más austera, activa y conforme a las reglas originales. Este movimiento no surgió de la nada: sus raíces se remontan a inicios del siglo XV, aunque fue en las décadas de 1480 y 1490 cuando tomó mayor fuerza, prolongándose incluso hasta la regencia de Fernando el Católico.
El enfoque de los Reyes no consistió tanto en una intervención directa, sino en la creación de un marco político y jurídico que permitiera a los movimientos reformistas crecer con autonomía. Según García Oro, la Corona se limitó a proporcionar el contexto adecuado para que una reforma que ya había comenzado antes de su reinado pudiera consolidarse y perdurar.
Tres pilares de la estrategia reformista
La estrategia real se basó en tres medidas fundamentales:
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Nombramiento de obispos reformistas, alineados con los principios de la Observancia.
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Obtención de bulas pontificias, que legitimaban los cambios impulsados.
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Apoyo a líderes religiosos clave, como fray Pedro de Nájera, fray Juan de San Juan de Luz y fray Rodrigo de Valencia, que encabezaron la transformación desde el interior de las órdenes.
También hubo resistencias al cambio: la oposición de muchos monjes, las tensiones internas dentro de las congregaciones y los conflictos con la curia romana, que solo se resolvieron mediante concesiones como pensiones compensatorias.
Galicia, Castilla y el Cister: un mapa reformado
Uno de los primeros territorios donde se implantó la Observancia fue Galicia, mediante decretos que incorporaron los monasterios gallegos a la Congregación de Valladolid, con Santiago de Compostela como enclave clave. Las ramas femeninas de las órdenes siguieron caminos similares, con San Payo de Antealtares como centro de referencia.
En otras regiones, como Asturias, Salamanca y Burgos, la reforma se extendió gracias a figuras como fray Pascual de Ampudia. En cambio, en La Rioja, los abades de San Pedro de Nájera ofrecieron resistencia directa.
La orden del Císter, menos deteriorada que la benedictina, vivió un proceso más gradual de adaptación, iniciado en la década de 1490. Monasterios como La Espina, Palazuelos y Valbuena se incorporaron gracias a la labor de comisarios episcopales. El Císter femenino, sin embargo, fue más reticente, con casos como el de la abadesa de Las Huelgas, que evitó la intervención real con apoyo del Capítulo General.
Un legado de renovación estructural
Los frutos de la reforma se manifestaron en la corrección de prácticas corruptas, la reactivación de la vida religiosa y una apertura de los monasterios hacia ámbitos como la cultura y el apostolado.
La reforma impulsada por Isabel y Fernando fue, sin duda, una empresa estatal, pero también profundamente eclesial y contó con el respaldo del papado, siendo ejecutada por grandes figuras religiosas.
El papel de la reina Isabel fue especialmente relevante, como lo demuestran sus decisiones en la selección de personas clave y su correspondencia directa con las autoridades religiosas.
Fernando también mostró firmeza y continuidad durante su regencia, asegurando la consolidación de las reformas emprendidas junto a su esposa.
Una valiosa aportación documental
El trabajo se enriquece con el Corpus documental recopilado por María José Pórtela, que incluye 180 documentos datados entre 1502 y 1527, procedentes del Archivo General de Simancas. Esta colección distingue entre documentos reales —como cédulas y provisiones— y memoriales relativos a veinte monasterios castellanos.
Gracias a este esfuerzo archivístico y al análisis exhaustivo de García Oro, se puede afirmar que esta investigación constituye una de las más significativas aportaciones con motivo del Quinto Centenario de la muerte de Isabel la Católica y una muestra contundente del compromiso religioso de los Reyes Católicos.
Impacto significativo en Extremadura
La acción reformadora de los Reyes Católicos en el ámbito monástico también tuvo un impacto significativo en Extremadura, aunque la historiografía a menudo ha prestado más atención a regiones como Castilla la Vieja o Galicia. Sin embargo, Extremadura formó parte del entramado reformista gracias a varios factores clave que permiten relacionar esta política con el territorio:
1. Extremadura como espacio estratégico monástico y religioso
Durante los siglos XV y XVI, Extremadura contaba con una importante presencia de órdenes monásticas, especialmente benedictinos, franciscanos, jerónimos y cistercienses. Los Reyes Católicos vieron en estos centros no solo espacios de espiritualidad, sino también nodos de poder local, influencia territorial y educación. La reforma impulsada desde la Corona pretendía precisamente controlar esos centros para convertirlos en motores de moralidad, cultura y cohesión religiosa.
2. Aplicación del modelo reformista en monasterios extremeños
Aunque los focos más intensos de la reforma se situaron en lugares como Valladolid o Galicia, el modelo de Observancia promovido por los Reyes también alcanzó monasterios extremeños. Monasterios como el de San Benito de Alcántara, el de Guadalupe (aunque jerónimo, no benedictino) y el de Tentudía fueron receptores del espíritu reformista de la Corona.
En particular, el monasterio de Guadalupe —uno de los más influyentes de la Península— vivió una reorganización interna durante el reinado de los Reyes Católicos, con visitas apostólicas y reformas disciplinares, reforzando su papel como centro espiritual y cultural de primer orden. Guadalupe no solo era un lugar de devoción, sino un foco de irradiación reformadora hacia toda la región.
El Monasterio de Tentudía fue receptor del espíritu reformista de los Reyes Católicos. En el contexto de la reforma eclesiástica impulsada por los Reyes Católicos, el monasterio de Santa María de Tentudía, situado en la actual provincia de Badajoz, se configuró como uno de los enclaves monásticos extremeños permeables al nuevo clima espiritual promovido desde la Corona. Aunque no alcanzó la relevancia institucional de otros grandes cenobios como Guadalupe o San Benito de Valladolid, Tentudía participó activamente en el proceso de regeneración religiosa que caracterizó el final del siglo XV y los inicios del XVI.
La política religiosa de Isabel y Fernando estuvo marcada por la promoción de una reforma interna de las órdenes religiosas, orientada a recuperar la disciplina regular, corregir los abusos acumulados y reforzar el papel de los monasterios como centros de espiritualidad, educación y control social. Esta reforma se canalizó a través del impulso a las Congregaciones de Observancia, el apoyo a comunidades comprometidas con la renovación, y una clara intención de vincular la vida religiosa a los intereses del Estado moderno en formación.
Tentudía, fundado a mediados del siglo XIII como un cenobio de canónigos regulares y posteriormente integrado en la orden de Santiago, experimentó durante el reinado de los Reyes Católicos un proceso de reorganización espiritual y material, acorde con los nuevos ideales monásticos. Aunque no formó parte de una Congregación de Observancia al estilo benedictino o cisterciense, el monasterio se benefició del clima reformista general mediante la revitalización de su vida comunitaria, la mejora de sus estructuras litúrgicas y la consolidación de su patrimonio.
El apoyo regio se manifestó tanto en la concesión de privilegios como en la supervisión de los nombramientos eclesiásticos, una de las claves de la estrategia reformadora. Esta vinculación directa con la Corona contribuyó a afianzar la autoridad de la orden de Santiago sobre Tentudía, favoreciendo una mayor vigilancia disciplinar y una apertura hacia las corrientes de renovación espiritual.
Además, la situación geográfica del monasterio, en un cruce de caminos entre Andalucía y Extremadura, lo convirtió en un punto estratégico para la difusión del nuevo espíritu reformador. Su iglesia, elevada posteriormente a rango de colegiata, testimonia el esfuerzo de monumentalización propio de los espacios religiosos favorecidos por la Corona, lo cual refleja no sólo una función devocional, sino también un papel simbólico dentro del programa político-religioso de los Reyes Católicos.
El monasterio de Tentudía, aunque modesto en comparación con otros grandes focos reformistas, fue sin duda receptor del espíritu renovador impulsado por Isabel y Fernando. A través de su integración en las dinámicas de control y reforma de la Iglesia peninsular, Tentudía representa un ejemplo del modo en que el proyecto religioso de los Reyes Católicos alcanzó también a los espacios periféricos, reforzando la cohesión espiritual del Reino y preparando las bases de una Iglesia más disciplinada y alineada con los intereses de la Monarquía.
3. Extremadura y la política de nombramientos eclesiásticos
Una de las claves de la reforma fue la intervención real en el nombramiento de abades y obispos. En Extremadura, los Reyes Católicos promovieron a eclesiásticos comprometidos con la Observancia o al menos con ideas renovadoras, reforzando la autoridad real sobre la Iglesia local.
Este control permitió que las reformas tuvieran continuidad y se consolidaran con menos resistencia en algunas áreas del suroeste peninsular.
4. La reforma como preparación espiritual para la expansión ultramarina
Extremadura fue tierra natal de muchos de los conquistadores que partieron hacia América tras el descubrimiento de 1492. El ambiente religioso reformado, con monasterios más activos en el apostolado, en la educación y en la ortodoxia doctrinal, contribuyó a moldear un contexto ideológico que acompañó a la empresa colonial. Monasterios reformados y centros eclesiásticos de Extremadura jugaron un papel en la formación de clérigos, misioneros y administradores que más tarde influirían en el Nuevo Mundo.
5. Isabel la Católica y su vínculo con Guadalupe
La reina Isabel tuvo una estrecha relación con el Monasterio de Guadalupe, que visitó en varias ocasiones. En sus estancias allí no solo reforzó la autoridad real sobre el monasterio, sino que también utilizó su influencia para fomentar el espíritu reformador, consolidar la educación religiosa y respaldar obras caritativas y culturales.
Guadalupe, por tanto, se convirtió en un símbolo del tipo de religiosidad que los Reyes Católicos querían expandir en toda la Corona, incluida Extremadura.
Conclusión
La acción reformadora de los Reyes Católicos no pasó de largo en Extremadura. Aunque no fue la región más protagonista del proceso, sí fue partícipe de un movimiento más amplio que transformó la vida religiosa peninsular.
A través del fortalecimiento de la Observancia, la reforma de monasterios estratégicos como Guadalupe y la intervención en los nombramientos eclesiásticos, Extremadura se integró en el proyecto espiritual, político y cultural de los Reyes Católicos.
Esta política contribuyó a consolidar el papel de la región como puente entre la espiritualidad medieval y el dinamismo misionero de la Edad Moderna.
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*María del Carmen Calderón Berrocal, Dra. Historia. Ciencias y Técnicas Historiográficas, Correspondiente por Extremadura en Academia Andaluza de la Historia, Cronista Oficial de Cabeza la Vaca. Secretaria Canciller de la Asociación de Cronistas de Extremadura y miembro de la Real Asociación de Cronistas de España