¿Se pueden autofinanciar los Institutos Cervantes?

Descartado el cierre de centros y la reducción de personal por parte de su director, Víctor García de la Concha, su viabilidad pasa por potenciar la autofinanciación. Así lo demuestran los pasos que está dando el equipo del exdirector de la RAE y así lo cree José Antonio Sierra, uno de los fundadores de este organismo y artífice de una iniciativa compuesta por 35 puntos encaminados a alcanzar este objetivo.

José Antonio Sierra, uno de los promotores del Instituto Cervantes y fundador y director del Instituto Cultural Español en Dublín entre 1971 y 1994, ha elaborado una iniciativa compuesta por 35 puntos que, de aplicarse, considera que contribuirían a lograr la autofinanciación de este organismo para desahogo de las cuentas nacionales. Los treinta años que lleva dedicados a la docencia del español por el mundo -ha impartido clases en Irlanda, Reino Unido o Francia- coinciden también con el tiempo que ha destinado a defender la “reestructuración” de los Cervantes en Europa, Estados Unidos, Japón o Australia.

“Hasta 1991, los centros culturales eran controlados por las embajadas y, desde entonces, han funcionado casi como reinos de taifas, es decir, con los directores siguiendo su propio albedrío”, dice Sierra. Aunque es cierto que hay unas líneas estipuladas desde España de común aplicación, afirma que la prueba de que no existe "mucha supervisión" está en la reciente imputación de Eusebi Ayensa y Adrián Bautista, exdirector y exadministrador de la sede de Atenas, por supuestos delitos de falsedad de documento público y prevaricación. “Si eso pasa, es que algo no funciona”, dice.

Para alcanzar la autofinanciación, que no independencia, ya que este tipo de instituciones están vinculadas a las embajadas por su presencia en el exterior, Sierra considera indispensable “hacer un estudio comparativo entre los centros para averiguar cómo recortar gastos, equiparar en número máximo y mínimo de alumnos por clase para evitar que haya cursos con sólo tres estudiantes, fomentar la contratación de personal in situ y suprimir la duplicidad de funciones con la consejería de Educación de las embajadas, encargadas de promocionar la lengua, algo que debería corresponder al Instituto”.

Para reducir gastos de traslado, plantea que los cargos directivos “permanezcan en cada país diez años”. Si los empleados desean trasladarse a otro centro antes de la fecha acordada, “deberían hacerlo haciéndose responsables del pago”. También propone que los directores asuman “la responsabilidad del departamento de prensa, patrocinio y gestión cultural ayudados por los administrativos" y “la anulación de la reunión anual en España de los responsables de todos los Institutos Cervantes”. El ahorro por este concepto “podría ser destinado al pago de la Seguridad Social y mejoras salariales del personal docente colaborador de los centros”.

En su iniciativa incluye la “supresión del cargo de administrador o gestor administrativo, cuyas funciones pasarían a ser responsabilidad del auxiliar administrativo”, así como buscar el patrocinio “para el mayor número posible de actividades culturales”.

Los 35 puntos que forman parte de su propuesta de autofinanciación, y que ha enviado en repetidas ocasiones a los Gobiernos del PSOE y del PP, además de a los gestores del Cervantes, cobran especial sentido para Sierra siempre y cuando se aborde su “despolitización” mediante la creación de una comisión independiente que se ocupe de nombrar a los directores.

¿Qué dicen los datos?
Con un presupuesto de 83,77 millones de euros, un 13,9 por ciento menos que en 2012, este organismo gestiona 77 centros repartidos en 44 países. Cuando se conoció la reducción de la partida económica del Gobierno, Víctor García de la Concha —su director- apuntó la posibilidad de prescindir de personal y de cerrar las sedes de Damasco (Siria), Recife y Curitiba (Brasil) y Sofía (Bulgaria). Si bien, sólo un mes después negó tal extremo al anunciar que había sido posible aumentar los recursos propios del Instituto en cinco millones de euros gracias a la reorganización interna de administraciones colectivas de varias zonas, un gesto que fue percibido como una prueba de los pasos que está dando a favor de la autofinanciación y que Sierra valora de forma positiva por tratarse de iniciativas "que se hacían necesarias hace tiempo".

En su Memoria 2011-2012, el Instituto Cervantes afirma que mantiene su esfuerzo por "disminuir su dependencia de los presupuestos generales del Estado”, por lo que “el patrocinio y la colaboración con entidades públicas y privadas se han convertido en un importante apoyo para el desarrollo de su actividad”.

Durante el año académico 2011-2012, el número de entidades que colaboraron con Cervantes ascendió a 2.346, de las cuales 67 realizaron aportaciones a su sede en Madrid y 2.279, a sus centros en el extranjero. El importe total de las contribuciones recibidas en este periodo alcanzó los 5.647.454 euros, “dato que consolida el crecimiento del patrocinio conseguido por la institución en los últimos años”, dice el documento, que matiza que las aportaciones en metálico representaron el 36 por ciento del total. Además, un total de 3.702 actividades culturales y académicas fueron patrocinadas por entidades públicas o privadas. De ellas, 122 se realizaron en España mientras que 3.580 lo hicieron en el exterior.

Con el fin de obtener ingresos estables, “los centros desarrollan programas de patrocinio abiertos a todas aquellas personas y entidades que tienen interés en vincularse con el Instituto Cervantes para apoyar su labor en los diferentes países a través de compromisos duraderos de colaboración”, dice en su memoria, en la que explica que estos programas, denominados comités de mecenazgo, “responden a un modelo según el cual los integrantes reciben una serie de contraprestaciones determinadas por la cuantía de su aportación en especie o en metálico”. Actualmente, cuentan con un comité como este en las sedes de Pekín y Fráncfort. Como novedad, el año pasado la de Bruselas creó un programa de patrocinio dirigido también a particulares.

Fuente: Elimparcial.com - Elena Viñas / Fotos: Juan Pablo Tejedor