“Reivindicar el silencio para escuchar el silencio del viento. Volver a encontrar los espacios vacíos (necesarios para la creación) y desde la emoción interior llenarlos con versos, allí donde se olvidó la poesía; llenarlos de notas, allí donde se silenció la música; llenarlos de arte, de libertad, allí donde, por momentos, se nos perdió la memoria de la emoción”, dice Juan Días en su Decálogo de intenciones.
La obra de Juan Díaz Rubio (El Real de San Vicente. Toledo, 1953) se debate entre el paisaje y la abstracción, géneros siempre próximos. Sutileza y elegancia recorren su trabajo, donde la mancha artística y controlada define la imagen, el icono sin apenas línea; paisajes de mar o de tierra, celajes de luz o claroscuros, diáfanos o de nubes, rompimientos de gloria; horizontes lejanos y soñadores; formatos rectangulares, apaisados o verticales…
Las acuarelas de Juan Díaz juegan con el color, los matices, la sensibilidad, el silencio, la elegancia, la estética… El pintor ha sido merecedor del Premio Nacional de Acuarela 1990 de la Comunidad de Madrid, entre otros varios galardones como el Rafael Requena, el de la Fundación Wellington, el Caudete…
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