www.euromundoglobal.com

ARGENTINA

Pérdida de Grandes Figuras de la Escena Nacional y una Buenos Aires en Decadencia

Por Carlos Estrada *

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Parte I

Argentina-  El sábado 14 de julio p.pdo. falleció el actor Jorge Luz (Oscar Jorge Da Lus Borbón) a la edad de 90 años, internado de urgencia quince días atrás en el sanatorio “La Providencia” de la Capital Federal por una grave afección pulmonar de la que no pudo recuperarse luego de ser operado; sus restos fueron depositados en el Panteón de Actores del Cementerio de la Chacarita.

Jorge Luz nació el 8 de mayo de 1922 en la provincia de Buenos Aires, iniciando su carrera en Radio Argentina cuando tenía 16 años de edad, integró el grupo “Los Cinco Grandes del Buen Humor”, participó en más de 30 películas, era un excelente imitador de actrices de la época, se destacó en innumerables comedias teatrales y vestido como mujer dio vida al personaje “La Porota” acompañado por otro cómico en el papel de “Tota”, exitoso programa televisivo de la década del ’90 que giraba alrededor de dos señoras de barrio muy chismosas que no dejaban títere con cabeza, las que recibían la visita semanal de una figura masculina del espectáculo, elevando la temperatura de la pantalla chica las preguntas indiscretas e insinuaciones de las vecinas, desesperadas por un “encuentro cercano”.

La comediante Niní Marshall fue muy amiga de este príncipe de la risa, hermano de Aída Luz otra grande de las tablas que murió el 25 de mayo de 2006. En su extensa carrera logró una distinción como Mejor Actor de Reparto, llevó sus obras por varios países con contundente éxito de público, cosechando los más sostenidos aplausos en España; en 1988 recibió un galardón internacional en el Festival de Huelva, en el 2007 la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina lo premió con un  “Cóndor de Plata” y en el 2010 fue declarado “Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires”.    

Desde el domingo pasado, los medios de prensa han hablado de su trayectoria, los noticieros han reflejado el dolor de la colonia artística, en cada comentario el público se ha expresado con respeto y admiración, es decir, los que disfrutamos sus interpretaciones y su humor no vamos a olvidarlo.

A Jorge Luz lo conocí personalmente, fueron muchas veces en la década del '70; él salía alrededor de la una de la madrugada a caminar solo, no le pregunté razones, creo que se desenchufaba de todo y respiraba un rato la noche porteña paseando por Lavalle, continuaba por avda. Carlos Pellegrini (frente al Obelisco) y tomaba avda. Corrientes hacia Suipacha, zona de numerosos cines y teatros, yo era cronista especial de una revista que desde 1970 hasta final de la década del ´80 me dio cuatro secciones a cargo.

Con la muerte del prestigioso cómico se fue un pedazo de Buenos Aires, un grande de verdad que brilló en el escenario y tuvo la sabiduría de no dejarse comer por el personaje, es decir, en la calle volvía a ser en un simple hijo de vecino. Su humildad y trato amable conmovían, vivía sin la vanidad y soberbia que hoy envuelve a muchos que creen que "fama" es rodearse de lujos, tener cámaras cerca, firmar autógrafos, ser noticia por escándalos periódicos, comprar aplaudidores y tener serviles disfrazados de “asistentes”.  

Otros Grandes que se Fueron de Gira Llamados por Dios

Parte II

Recuerdo la simplicidad del maestro de tango y director de música Juan D´Arienzo (“El Rey del Compás”) que todas las noches compraba diarios en kiosco de un integrante de nuestra barra de amigos en Lavalle y Carlos Pellegrini y se quedaba a hablar de música y otros temas; el cantautor napolitano Gian Franco Pagliaro con quien he conversado muchas veces en sus visitas al  “tano” Rino (también cantante italiano) que tenía un puesto de revistas cruzando la peatonal Lavalle; la alegría y sencillez del cantante y bailarín Pedrito Rico (“El Ángel de España”) que pasaba meses en Argentina realizando exitosas presentaciones, artista que conocí personalmente en el centro de Buenos Aires (entre 1971 y 1975), después con un amigo lo invitamos a comer y charlar acerca de sus giras, películas, etc. La noticia de su muerte en junio de 1988 me produjo tristeza.

Todos estos famosos cedían al embrujo de la noche porteña, casi entrando la madrugada salían a pasear solos por la zona Obelisco, especialmente porque el público respetaba la vida privada de las figuras del espectáculo y no los acosaba, eran épocas de valores morales más elevados, de menor corrupción y poca contaminación humana. 

Un personaje que daba gusto tratar era el actor de cine, teatro y televisión Gogó Andreu, cantante de tango y cómico que se lució en New-York y otras ciudades del mundo, a quien pude conocer de cerca en innumerables viajes en la línea de ómnibus 39. Muy tarde y generalmente a la misma hora partía desde el centro en compañía de una señora, decía que prefería el colectivo porque le permitía ver mejor la ciudad y conocer más a la gente, yo usaba ese medio de transporte desde Libertad y avda. Corrientes a Laprida y Charcas; caballero con mayúscula fue el célebre concertista de guitarra Cacho Tirao, músico y compositor de mi estima, es más, entre las guitarras que colecciono hay una valenciana que él eligió, probó y me dedicó cuando una tarde nos encontramos en “Antigua Casa Núñez”; un gigante para destacar por su corrección era el cantante de tangos y guitarrista Edmundo Rivero que concurría al mediodía a un restaurante de calle Laprida al 1200, a metros de Charcas, y al retirarse caminando hacia avenida Santa Fe nos saludaba respetuosamente agregando una leve inclinación de cabeza (los fines de semana varios amigos nos reuníamos en la vereda de enfrente a tomar gaseosas en un comercio pegado a la vivienda del querido actor de telenovelas Juan Vitali y su esposa -clientes del local-, edificio donde además tenía departamento el fallecido actor y galán televisivo Orlando Carrió). Podría extenderme y nombrar a muchos más, pero voy a cerrar con dos figuras de renombre: el boxeador Eduardo Lausse, campeón argentino y sudamericano, persona extraordinaria, un grande temido en el ring que hacía vibrar los estadios con peleas memorables. Al "zurdo" lo conocí en su comercio de ropa deportiva de importante marca en calle Suipacha y Lavalle, donde pasábamos horas hablando del arte de los puños (años que me dejó varias dedicatorias), había sido operado del corazón y con una figura excelente continuó entrenamiento con la bolsa, causando sorpresa su muerte la segunda semana de mayo de 1995, esa noche fui al velatorio y me quedé para acompañar a su hijo. Otro coloso fue Marcos Zucker, actor de cine (casi 70 filmes), teatro y televisión, que tenía la virtud de hacer reír o llorar al público, hombre muy culto y de maravillosa sensibilidad; en la década del ’90 hice amistad con él y a partir de ese momento en numerosas oportunidades compartimos mesa de café y largas charlas en una confitería ubicada frente a la Casa del Teatro en la elegante avenida Santa Fe.

He mencionado a estos destacados señores -aplaudidos por millares de espectadores en el mundo-  porque tuvieron la virtud de no perder su sencillez, salían a la calle a realizar compras y paseos como ciudadanos comunes sin que la fama actuara como "burbuja aislante", muy diferente a las nuevas generaciones de argentinos "populares" que se sienten inalcanzables (léase: en un altar) y pretenden rodearse de misterios estilo leyendas de Hollywood.       

Anarquía, Desintegración Social, Estancamiento, Subdesarrollo y una Buenos Aires Deteriorada

Parte III

Todo ha cambiado, la TV local construye “famosos” por arte de magia, personas muy pagadas por sí mismas, generaciones de vanidosos (habría excepciones) que viven alejados del público que les da de comer y posibilita riqueza, aunque debo reconocer que no pueden salir a la calle porque son acosados por miles de inadaptados que buscan notoriedad mimetizados como “admiradores”, entonces los artistas y los aspirantes al estrellato (hombres y mujeres) tienen que contratar a musculosos custodios para que los cuiden a la hora de retirarse de los canales de televisión (conste que en nuestra sociedad se diploma de "famoso" el que consigue mayor exposición diaria frente a las cámaras); temen robos de sus valiosos automóviles, no se atreven a caminar de día o de noche por el centro o barrios de clases media y alta por los secuestros extorsivos y no se arriesgan a exhibir ropas caras, relojes, anillos y teléfonos celulares debido a la tremenda inseguridad que azota el país. 

La ciudad de Buenos Aires no es la de años atrás, está arruinada, descuidada, tomada por piqueteros, indigentes, vendedores ambulantes, bandas de ladrones y por viciosos violentos, no precisamente de clases sociales pobres.  

En 1970 era muy joven y periodista de importante medio, estudiaba, entrenaba y también trabajaba como vendedor nocturno en la librería “Lear” de Avenida Corrientes al 1100 a pocos metros del Obelisco y después en 1971 pasé como encuadernador de la  librería “Del Valle” de avenida Corrientes y Rodríguez Peña, sin dejar de reunirme con mis amigos de avda. Carlos Pellegrini entre Corrientes y Lavalle (frente al Obelisco) hasta altas horas de la madrugada. El centro de Buenos Aires y otros lugares del país no reflejaban la miseria que se ve actualmente (he recorrido bastante el Norte), las calles estaban cuidadas, sin mugre, sin robos en comercios y sin ataques a transeúntes, todo era armonía y millares de personas llenaban cines, teatros, restaurantes y confiterías las 24 horas del día, de lunes a lunes; los sábados a la noche una masa humana ocupaba tres cuadras en calle Lavalle esperando ingresar a diferentes salas cinematográficas (innumerables de los dos lados), personas que luego chocaban con las que salían sin que existieran manoseos a mujeres o robos de pertenencias, cualquiera podía llevar carteras de cuero, relojes caros, anillos y collares de oro, etc., sin temor a la codicia ajena. La última función terminaba pasadas las 3 de la mañana y no había indigentes en las calles (tampoco los múltiples cordones de pobreza que en estos momentos atenazan las grandes ciudades), no se veían jóvenes drogados, los turistas no eran molestados, no existían agresiones y el tránsito -siempre intenso- se movía en orden, especialmente en la avenida 9 de Julio (de cien metros de ancho, que por "embellecerla" la han perjudicado).

Resulta una vergüenza el abandono oficial de la vía pública, destrozos por todas partes, paredes pintadas, placas metálicas y mármoles arrancados, colchones y cartones con gente durmiendo en la puerta de los edificios, botellas de vidrio rotas en las veredas, entradas de viviendas orinadas, paradas de ómnibus quemadas, monumentos arruinados, contenedores de basura y teléfonos públicos destruidos, espacios verdes destrozados (algunos enrejados son vulnerados por las noches por individuos peligrosos), bandas impunes de arrebatadores por todas partes, robos de vehículos, imparables actos de violencia, asaltos a restaurantes y todo tipo de comercios, la cocaína, marihuana y alcohol se han apoderado de los jóvenes, hay graves accidentes de tránsito y muertes en rutas, calles y avenidas porque las autoridades de aplicación no controlan y la justicia no sanciona, entonces los conductores cometen infracciones y abusos, especialmente las líneas de transporte público que tendrían impunidad por presunto tráfico de influencias en trastienda, crece de manera alarmante la anarquía e inseguridad porque poco a poco están retirando la presencia policial en casi toda la ciudad y conurbano bonaerense (ver estadísticas de hechos delictivos y noticiarios con reclamos diarios de empresarios, dueños de comercios y damnificados en general), situación que parece sostenida por motivos inconfesables, por ende, el radio céntrico como otros barrios están liberados a la violencia y el delito.

Sin ir más lejos, en avda. Corrientes y Uruguay, pleno centro de la Capital Federal, a una cuadra del Palacio de Justicia, el 2 de noviembre de 2011 colocaron un banco fijo con las estatuas de los queridos actores cómicos fallecidos Alberto Olmedo y Javier Portales, reproducidos sentados y conversando como aparecían por televisión llevando alegría a todos los hogares en el papel de dos periodistas rodeados de mujeres hermosas, que improvisaban historias imperdibles. Diariamente centenares de ciudadanos y turistas que pasan por el lugar se sientan entre las estatuas y se sacan fotografías, pero debido a la falta de vigilancia de la comisaría 3ª de Policía Federal y ausencia de la Policía (“fantasma”) Metropolitana, fuerza que pocos conocen, por quinta vez autores anónimos sin temor a las cámaras de “seguridad” del gobierno de la ciudad y de varias entidades bancarias, dañaron impunemente la mencionada obra de arte, actos vandálicos que comenzaron en enero pasado y continuaron en febrero, mayo, junio y julio del corriente año, es decir, pintan las estatuas, les cortan manos y pies, mientras los que deberían garantizar el cuidado total de todo lo que está en la vía pública (incluyendo la seguridad de los ciudadanos), mirarían para otro lado. 

Innegable, los famosos de años atrás podían caminar solos y tranquilos o disfrutar una cena con amigos en el centro o en barrios elegantes, pero las nuevas generaciones de artistas no pueden hacerlo porque la ciudad se ha convertido en tierra de nadie.

CARLOS ESTRADA *escritor, ex periodista parlamentario, cronista cinematográfico durante más de diez años en tres medios de prensa, ex columnista de revistas jurídicas y periodista de investigación.

Buenos Aires, Argentina, 17 de julio de 2012.

 

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (20)    No(0)

+
0 comentarios
Portada | Hemeroteca | Índice temático | Sitemap News | Búsquedas | [ RSS - XML ] | Política de privacidad y cookies | Aviso Legal
EURO MUNDO GLOBAL
C/ Piedras Vivas, 1 Bajo, 28692.Villafranca del Castillo, Madrid - España :: Tlf. 91 815 46 69 Contacto
EMGCibeles.net, Soluciones Web, Gestor de Contenidos, Especializados en medios de comunicación.EditMaker 7.8