A media tarde, jóvenes airados formaron barricadas en calles comerciales, torpedearon a agentes del orden con contenedores de basura, apedrearon escaparates y quemaron vehículos y establecimientos en Hackney, en el este, Lewisham y Pekham, en el sur de la capital británica, Ealing, en el oeste, Camden, en el norte, y Croydon, cerca del aeropuerto de Gatwick. Horas después, se registró el primer enfrentamiento con las fuerzas de seguridad fuera de Londres, en Birmingham.
Los altercados se extendieron a distritos londinenses más céntricos, incluido Islington, donde las tiendas echaron la persiana antes de la hora de cierre y el Ayuntamiento dejó salir a sus empleados en previsión de una escalada de la violencia al ponerse el sol. La noche anterior, distritos colindantes a Tottenham, foco de la protesta inicial y escenario de la muerte aún no explicada de Duggan, así como zonas del multicultural Brixton fueron atacados por jóvenes que saquearon comercios de moda y zapatillas deportivas, aparatos eléctricos, móviles y una joyería.
La crisis trastocó la agenda vacacional de gran parte de la clase política. A su vez, la jefa de la Policía de Tottenham, Sandra Lobby, comenzó a planear su retorno desde Florida, a donde partió horas antes de la manifestación pacífica del sábado que desencadenó los más graves disturbios que sacuden el distrito desde los años 80. Con el primer ministro, David Cameron, en Italia, fue el ‘número dos’ del Gobierno de coalición, Nick Clegg, quien intentó calmar la situación y afrontó las críticas por la aparentemente deficiente actuación de Scotland Yard.
Clegg rechazó relacionar los actos de pillaje del domingo en el sur y norte de la capital con las repercusiones por la muerte de Duggan. «Fueron robos oportunistas y violencia innecesaria; nada más», dijo el viceprimer ministro, tras recordar que quienes sufren estos actos de vandalismo son «los tenderos que han perdido sus negocios, las familias que se han quedado sin vivienda y las personas que sienten miedo». No intervención Clegg acudió por la tarde a Tottenham en su primera visita al devastado distrito una vez concluídas sus vacaciones.
Pudo escuchar directamente el malestar de muchos residentes y comerciantes por la incapacidad de la Policía para prevenir y contener la violencia. En la población cunde la sospecha de que las fuerzas del orden han adoptado una estrategia de no intervención para evitar caldear más la situación, con el resultado de que los atacantes, en su mayoría jóvenes y no exclusivamente negros, han prendido fuego a decenas de locales, viviendas y vehículos.
Los agentes tienden a aplicar esta táctica en el control de manifestaciones, confiando en las cámaras de seguridad y en las detenciones a posteriori. La rápida dispersión de los altercados está favorecida por la celeridad con que se transmiten en las redes sociales los detalles sobre nuevos objetivos, y puede haber contribuido a la desastrosa actuación de Scotland Yard.
La Policía de Tottenham reconoció que no previno el extremo nivel de violencia del sábado ni anticipó los actos de pillaje que se prolongaron durante horas. Líderes comunitarios venían advirtiendo de las potenciales explosivas repercusiones de la polémica muerte de Duggan, pero sus palabras llegaron a oídos sordos. Ayer, el vicecomisario Steve Kavanagh se disculpó por primera vez de un error en la contención de la situación que vuelve a desacreditar la reputación de Scotland Yard semanas después de la dimisión del jefe del servicio por la crisis de las escuchas periodísticas. Kavanagh reconoció que las «necesidades de la familia» del hombre asesinado deberían haberse atendido «más efectivamente». Los allegados de Duggan reclamaron información en la concentración del sábado frente a la comisaría de Tottenham, pero su petición fue desatendida y se convirtió en la chispa que dejó el barrio en llamas.
La ministra de Interior hizo un resumen de las tres jornadas de descontrol que, según dijo, han provocado 215 arrestos y causado heridas a más de 40 policías. May rechazó entrar en consideraciones socioeconómicas como marco de los disturbios que se localizan en su mayoría en zonas deprimidas de Londres.
«La violencia, los actos de pillaje y vandalismo que hemos observado son pura criminalidad», dijo May. A su vez, el comisionado en funciones de Scotland Yard, Tim Godwin, pidió a los padres que controlen a sus hijos para evitar que nuevas «comunidades sean asoladas por las acciones de una minoría».
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