12JUN25 – MADRID.- Cuando somos viejos y medio inválidos a veces sentimos una tristeza profunda, quisiéramos dormir para no despertar jamás, unos dicen que se debe a que la mente sigue siendo joven mientras que el cuerpo yace deterioro y vetusto, pero el asunto es más complejo, por equis razones nos sentimos no queridos, esto es, no nos sentimos queridos por los que nos rodean de forma más cercana, esto puede ser real o una distorsión del pensamiento, pero es algo muy doloroso que nos inclina a dejar de desear vivir.
Llamo a mi psiquiatra, se asusta, pues me aprecia de verdad, y me dice que vendrá enseguida a verme.
Jesús, clavado en la cruz, cuando pensó o mejor sintió que el Padre le había abandonado no tuvo un psiquiatra al que acudir a los pies de la cruz. Quizá este asunto que se ha repetido a lo largo y ancho de millones de seres humanos, será un componente de la condición humana, aquello a lo que se refiere André Malraux, y es muy difícil de evitar y también de explicar.