Inevitablemente Apple TV la ha llevado a la pequeña pantalla en una miniserie de 8 capítulos de coproducción franco-japonesa. La trama es sencilla: una joven francesa Camille - Fleur Geffier- se desplaza a Tokio llamada por su padre del que llevaba años distanciada, al anunciarla este su próxima muerte. A su llegada ya había fallecido, pero no puede hacerse con la herencia de 130 millones de euros en esta valorada la mejor colección de botellas de vino del mundo de la que este era propietario porque en su testamento dejaba establecido que tenía que competir para obtenerla con el mejor alumno de su padre :Issei Tomine-Tomohisa Yamasita.
Alexander Leger era el propietario de la influyente guía de vinos que llevaba su nombre por lo que es lógico que la competición verse sobre esta materia. En busca de soluciones a los problemas que plantea la competición tienen que desplazarse a las zonas vinícolas de Cotes de Rhone en el sudeste francés y del Trentino en el norte de Italia. Magnifica disculpa para deleitarnos con maravillosos paisajes mientras nos explican todos los gustos y aromas de los vinos que degustan en medio de una creciente tensión que consigue que el simple gesto de llevarse la copa a la nariz para identificar los aromas lleve consigo un suspense digno de Hithcock.
El enfrentamiento entre la joven mujer europea desinhibida y expansiva y el hierático joven japonés se resuelve con éxito gracias a la magnífica actuación de los actores, que salen siempre exitosos de la estrecha línea que separa los lugares comunes de la sinceridad, y el sentimentalismo de la emoción.
Aunque no podemos olvidar que estamos viendo la adaptación de un manga que figura entre los favoritos de millones de personas de todo el mundo. Aquí compiten el conocimiento intuitivo, quizás genético con el conocimiento adquirido a través del estudio, el gusto frente al olfato la alegría frente a la obligación enfrentados en las diversas catas a ciegas que nos deleitan.
Todos los vinos mencionados : las etiquetas son claramente visibles, agotaron sus existencias en las tiendas de varios países, especialmente en Japón, y aumentaron de precio. Aparecen algunas menciones genéricas al Rioja y al Priorat y una mención especifica al Vega Sicilia Único 1999 al que se le compara con el Chateau Cheval Blanc en Saint Emilion. Son difíciles de distinguir en catas ciegas porque el “coupage“ es el misma, pero fáciles de distinguir en la tienda por la desproporcionada diferencia de precios entre el vino de Burdeos y el de la Rivera del Duero.
Aunque sean pocos los televidentes que puedan permitirse esos lujos, varios millones si habrán abierto botellas de vino de todos los precios para disfrutar y para comprobar si algo han aprendido sobre la cata, los aromas y los gustos.
Las historias de amor que cada uno de ellos mantiene : el con una periodista local, ella con un viticultor francés son más bien disculpas para mostrarnos las diferencias culturales, pero disculpas gestionadas con gran eficacia narrativa.
En los 8 capítulos la historia recorre un circuito cerrado, pero el éxito obtenido hace que no se excluya una segunda temporada.