En una distendida charla que tuve con Stefan en su casa, café de por medio, tuve la oportunidad de conocer a un auténtico artista y una excelente persona. Recuerdo que se encontraba muy afectado por el reciente atentado terrorista en un mercadillo navideño de Berlín, que dejó varios muertos, entre ellos un amigo de su hijo. Los dos compartimos la inclinación por el reciclaje (una de las obras del parque la hizo con una mesa recuperada de un contenedor) y me alentó a seguir con el proyecto de poner en valor la escultura publica, esos espacios al aire libre donde se puede pasear, llevar a los niños y estimularlos a la contemplación del arte en forma lúdica, alejados del silencio y el recato que se debe guardar en los museos clásicos. Aunque quizás en Málaga todavía nos falta aprobar alguna materia para poder disfrutar de esculturas en parques o aceras, sobre el suelo, donde se las pueda tocar y en su caso abrazarse a ellas para un selfie, sin que estén amenazadas por el vandalismo o el orín de los perros.
Cuando he visitado algunas ciudades de Europa del este, disfruté paseando entre esculturas de pintores y músicos, de tamaño natural y sobre la acera, a las que toqué y abracé. Me dio mucha envidia no ver papeleras rotas, grafitis ensuciando monumentos ni perros evacuando vejigas. O son más educados y respetuosos, o las leyes se aplican, da igual.
En estos días, un grupo de vecinos y amigos del Parque ha logrado que se instalen mesas de ajedrez, para invitar a dos personas a que echen unos minutos ejercitando sus respectivos cerebros. Y los que observen tan insólito espectáculo recuerden que debajo del pelo tenemos un órgano maravilloso, capaz de escribir poemas, pintar capillas, bajar la música de los cielos, esculpir con piedad y descubrir una vacuna. Po qe de tantos gimnasios, clínicas estéticas, implantadores de pelo, tatuadores y uñeros varios, da la sensación que lo que más importa hoy es la carcasa del aparato, porque el resto lo tenemos ocupado ¡y cómo!, con el móvil. Celebro y apoyo totalmente los esfuerzos del Círculo de Amigos del Parque del Oeste para dar visibilidad a este singular y único espacio, del que, por lo menos hasta hace poco, muchos malagueños desconocían su existencia.
(Enviado por José Antonio Sierra)