La muerte hace desaparecer todo, pero la vida de Cristo es la mejor de las películas, en su vida aparece el triunfo sobre la muerte, y la eternidad de un mundo futuro lleno de luz y de satisfacciones. En unos momentos dramáticos de su vida terrenal, Poncio Pilatos el pretor Romano afincado en Jerusalén, le pregunta a Jesús si es el verdadero rey, y él contesta textualmente “Yo soy rey, pero mi reino no es de este mundo, porque si mi reino fuera de este mundo vendrían mis ángeles y me liberarían de todo esto.
Poncio Pilatos quedó pasmado, y su propia esposa le susurró al oído “no hagas ningún mal a este justo, porque he soñado sueños horribles si le haces algún mal”.
Años después, cuando Poncio Pilatos vuelve Roma, después de la muerte de Jesús ajusticiado en una cruz, todas las tardes le ardían las manos , bajaba la río Tiber, el río de Roma e intentaba lavárselas en el agua, pero toda el agua se teñía de rojo. José Camón Aznar contaba todo esto en una tercera del diario ABC cuando yo era un joven fogoso.
Esta película que continua en la actualidad, la muerte y la resurrección de Jesús, la Iglesia Católica pretende que no sea una ficción sino una realidad. La vivimos como tal y nos la creemos, los incrédulos no se la creen, pero tan- to los creyentes como los incrédulos constataremos esa realidad, cuando descorramos el velo que nos oculta ese otro mundo más allá de la muerte.