Ávila es una de esas provincias. De allí procede Gonzalo San Segundo (1948).Los que no somos de allí tenemos dificultad o nos da vergüenza pronunciar el título de la primera novela histórica de este escritor y poeta, más conocido por su faceta de periodista: los Roeles, que exige arrastrar la r desde el fondo del paladar hasta la parte delantera. Resulta que los roeles son los discos que figuran en algunos escudos heráldicos. En la novela las dos familias a las que el libro sigue a lo largo de varias generaciones, a caballo de los siglos XIV, XV Y XVI. Ambas Dávila (como no ) de apellido, se distinguen porque una ostenta 13 roeles en su escudo, mientras que la otra se conforma con 6.
Unos, como Pedro Dávila, señor de Villafranca y las Navas y Pedro González de Valderrábano, señor consorte de Navamorcuende y Villatoro, son personajes reales -nadie se podría inventar un nombre así para una novela- otros aparecen por “necesidades del guion”. Con esos nombres no es de extrañar que en las crónicas europeas de la época y aun de siglos después, se señalara lo” tiquismiquis “ que eran los nobles o incluso los hidalgos castellanos en cuestiones de protocolo.
Como en toda buena novela histórica, la trama fundamental es consecuencia del estudio , en este caso de los archivos municipales y provinciales de Ávila, adornado con una historia romántica entre jóvenes, no aprobada por los mayores.
Las dos familias se enfrentan a lo largo de la narración de todas las formas posibles, para extender su poder o influencia con el apoyo de otros señores y con la complicidad de los monarcas de la época, especialmente Juan II, Enrique IV el Impotente y Alfonso XI el efímero , justo antes de los Reyes Católicos.
Con este libro Gonzalo San Segundo inicia una trilogía en la que seguirá prestando atención a las gentes, los paisajes y la gastronomía de su tierra.
El lenguaje es periodístico, rápido, claro y preciso como corresponde a un profesional que, entre otros medios, pasó largos años en Cambio 16, trabajando en las áreas de investigación y economía y como redactor jefe. Recordemos que ese semanario transformó la forma de escribir en las publicaciones periódicas en España, pasando de la retórica tradicional al lenguaje sencillo, desenfadado , directo y eficaz, propio de los medios anglosajones. El ritmo en cambio es cinematográfico, en menos de 400 páginas caben 32 capítulos breves y precisos.
Tras retirarse del periodismo activo San Segundo publicó un importante libro de documentación, que narra precisamente la historia de Cambio 16: ”El Cambio de España, Los protagonistas de la transición “que es el referente sobre la publicación más importante de finales del franquismo y la época mencionada.
Hay que agradecer a San Segundo que, en vez de dedicarse a ver pasar las nubes por el cielo de Marbella o las montañas de Ávila, siga pegado al ordenador -antes se decía pluma en ristre- para deleitarnos con la historia de su ciudad. Los periodistas de verdad no se olvidan del oficio de escribir, aunque se conviertan en novelistas. Para Borges eran dos actividades opuestas: lo diario frente a lo anacrónico .Nuestro autor ha demostrado ser competente en ambas.