Posteriormente, la exposición va a itinerar al palacio de Barrantes-Cervantes de la Fundación Obra Pía Francisco Pizarro de Torrijos (Cáceres) y al Museo de Arte Cubano en La Habana.
Después de las palabras inaugurales, la comitiva recorrió la exposición, que fue explicada por el autor, Andrés Puig, quien puso de manifiesto sus influencias varias desde Cuba, África, España, Estados Unidos… Contó que durante su residencia en Madrid capital, visitaba con frecuencia el Museo del Prado y, en especial las pinturas negras del pintor aragonés.
En el acto inauguras estuvo presente Hernando de Orellana-Pizarro, presidente de la Fundación Obra Pía de los Pizarro, patrocinador del catálogo.
Después de la inauguración, el artista y sus acompañantes visitaron en la sede de los Caracciolos, la exposición “Mujer y artes visuales del siglo XXI”, comisariada por Manuel Víctor del Campo, dentro de “La iberoamericana de Alcalá”, con Ecuador como país invitado, en el XXV aniversario de la clarificación de la ciudad universitaria como Patrimonio de la Humanidad.
La comisaria Julia Sáez-Angulo ha escrito en el catálogo un texto sobre la serie Serengueti, la llanura interminable, de la que figuran algunas piezas en la exposición:
“Serengueti. La llanura interminable es el título de una de las series más interesantes y bellas del artista cubano Andrés Puig, a lo largo de su fecunda trayectoria artística.
“Andrés Puig es uno de los pintores latinoamericanos más relevantes del panorama actual. Cubano de nacimiento, mente y corazón, naturalizado y residente en España, el artista no ceja en sus raíces para extraer de ellas la sabia como rico motivo de su inspiración plástica. África, presente en el acervo cultural de su querida isla, no podía faltar en su expresiva pintura.
El artista llevó a cabo un viaje a Tanzania, Somalia, Kenia y el Congo Brazzaville durante los años 1975 y 1976. Allí tuvo la oportunidad de visitar pueblos y aldeas, de conocer la vida salvaje animal en tiempos en que aún no estaba reducido su hábitat.
Fue un primer encuentro con África, tierra madre del hombre y humus de la cultura afrocubana, el pintor cubano habría de volver, más adelante, en diversas ocasiones. El impacto visual y emocional de la gran sabana, Serengueti –llanura interminable—se aferraba al pintor en sus retinas y memoria, y supo atrapar el concepto de aquella soberbia y compleja inmensidad cromática.
El pintor necesitó una larga serie pictórica para plasmar la grandeza de Serengueti, un mundo hecho de inmensidad de territorio, por el que se desplazan hombres y animales en un juego sutil de presencias y ausencias, de días y noches, de luces y sombras, de transparencias, acechos y secretos. Solo el arte, a través de la pintura, la escultura y la instalación como lenguajes polisémicos, podría plasmar con audacia la idea de la inmensa llanura de África. Andrés Puig con su particular lenguaje plástico, entre lo real, onírico y surrealista, da vida en el arte a todo aquello que las retinas vieron y atrapó el corazón.
Con un lenguaje propio, dibujístico y colorista, con señas de identidad claras, con alfabeto propio, el artista da cuenta del mundo africano de Serengueti, “la llanura interminable”, según se desprende de la lengua swahili, así como del panteón de deidades de la cultura yoruba, que llegó hasta Cuba dotando de acentos africanos a la isla.
A partir de un espléndido cuadro “Cabeza africana”, representación de la pujanza de un continente, Andrés Puig elabora personajes polimorfos, que comienzan de manera hierática en los primeros óleos, hasta lograr el progresivo movimiento; todo un símbolo del despertar de África, a través de estos seres multiformes entre los que se encuentran, desde la pareja hombre/mujer hasta el bestiario singular de Serengueti, que el artista plasma de modo imaginativo, simbólico o alegórico”.
Serengueti. La llanura interminable, (2008-2012) es una serie magnífica, brillante, colorista, misteriosa… Son unos cuantos los coleccionistas y museos, que han adquirido estas piezas.”
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