En los años que estuve en Casp nunca oí hablar de abusos sexuales. Por eso he quedado sorprendido cuando el escándalo ha saltado a la luz. Los padres jesuitas de ese colegio pertenecen a la élite de la ya por si elitista organización, al tiempo que la clase social de los alumnos impone respeto.
Cuando el tema de los abusos sexuales dejó de ser tabú, se publicaron distintos casos y la orden se vio obligada a abrir una investigación interna en toda España. Pero ha sido el escándalo de lo sucedido en colegios de Bolivia – la burguesía de Cochabamba no es la de Barcelona-, donde han aparecido jesuitas procedentes de Casp a los que habían desplazado al “exilio“, el que ha llamado la atención de los medios y por los que el Papa, el mismo jesuita, se ha visto obligado a pedir perdón.
Los casos de pederastia en centros educativos de la Iglesia Católica empezaron a salir a la luz en 2002 con las revelaciones del Boston Globe. En Europa no se hicieron públicos hasta hace cinco o seis años cuando la propia Iglesia, en Francia, Portugal o Irlanda, empezó a crear comisiones para tratar de identificar los posibles casos. En España las revelaciones de El País forzaron a la Iglesia a contratar a un bufete de abogados para que hiciera una investigación independiente.
El procedimiento ha sido similar en todo el mundo: cuando los superiores tenían información de un caso concreto retiraban al perpetrador de la diócesis a la que estuviera adscrito y lo enviaban a otra. Sin embargo cuando empezaron las demandas penales y llegaron las sentencias, fue imposible mantener la “ omertá“. Salían los nombres de las víctimas, pero costaba sacar a la luz los de los delincuentes que, en la mayor parte de los casos, ya habían fallecido.
Como institución rica, la Iglesia se avenía a pagar, pero buscaba discreción. El número total de casos desvelados es proporcionalmente inferior en España que, en Francia o Portugal, lo que nos hace sospechar que aún quedan muchos casos por desenterrar.
El abuso sexual, en general de hombres sobre mujeres siempre ha existido, lo que es peculiar en un sistema educativo, aunque no sea exclusivo, es la pederastia. Algunos críticos señalan que, sin celibato ni confesión-secreto y absolución-, peculiaridades del catolicismo la sexualidad estaría menos reprimida y disminuirían los abusos.
En el Concilio de Elvira hacia el 305, el celibato fue uno de 81 cánones aprobados como recomendaciones. Pocos años después Constantino impuso la cristiana como la religión oficial del imperio. La Iglesia empezó a enriquecerse y obtuvo poder terrenal ratificado por el falso testamento del Emperador.
Como explica el principal historiador de esa época, el británico Peter Brown en su maravillosa obra “Through the eye of the needle“ (“A través del ojo de la aguja”), en la etapa final del imperio romano había un pequeño núcleo riquísimo y una inmensa mayoría sin apenas recursos. En una sociedad que se desintegraba la Iglesia asumió el papel que el estado abandonaba, entre otras funciones, como centro de redistribución de los excedentes de riqueza. Para ello acudieron a la famosa frase de Jesucristo: ”Es más fácil que un camello pase a través del ojo de la aguja que un rico entre en el reino de los cielos”. El ojo de la aguja era una pequeña puerta en la muralla de Jerusalén que era tan estrecha que había que descargar a los camellos y obligarles a hacer contorsiones para pasar.
Cuando San Agustín y sus seguidores aconsejaban a los ricos la renuncia a los bienes terrenales y que dejaran a la Iglesia como heredera, estaban también pidiendo dinero para construir edificios religiosos cada vez más imponentes. El esplendor se alcanza a mediados del S. XII cuando el celibato se impone como norma en los dos concilios de Letrán y el arte gótico se superpone sobre el románico para ofrecernos alguna de las obras arquitectónicas más bellas de la historia: esas catedrales que todavía hoy son los principales edificios de tantas ciudades europeas.
Como es bien sabido, allí donde pudo, Lutero terminó con el celibato, así como con las bulas, que también servían a la Iglesia para enriquecerse.
El celibato fue una imposición, pero la práctica fue harina de otro costal, especialmente en épocas en las que al sacerdocio no se llegaba por vocación.
En el S. XX Pio XI ratificó la posición oficial de la Iglesia en una encíclica cuyo título lo dice todo “ Sacra Virginitas “posición confirmada por los sucesivos papas que, en algunos casos, también echaron tierra sobre los casos de religiosos pederastas.
El celibato sigue sin ser un dogma sino un simple reglamento fácil de derogar, aunque parece que ningún Papa tiene, ni interés ni suficiente capital político para hacerlo. Pero incluso si esto ocurriera, los jesuitas seguirían exigiéndolo a sus novicios, pues ellos van a ser ”soldados de Cristo“ que necesitan que toda su energía se concentre en el cumplimiento de su misión.
Nadie puede asegurar que si la Iglesia acaba con el celibato y la confesión termine la pederastia en los colegios , pero lo que es seguro es que mientras estos persistan seguirán los abusos.
Si (
No(
