Sáez Angulo hizo la siguiente presentación:
“El primer día de la creación, según el Génesis con palabras poética: Dios creo la luz, y la separó de la obscuridad y vio Dios que era bueno”; el segundo día creo el firmamento, al que puso por nombre cielo; el tercer día la tierra seca y las plantas; el cuarto, el sol, la luna y las estrellas; el quinto las aves que velan en el aire y los animales marinos; el quinto los animales terrestres y el hombre, que pertenece al mismo reino animal, aunque en espíritu está creado a imagen y semejanza de Dios. El séptimo descansó.
Todo este párrafo bíblico es para señalar aquella primacía de la luz y su contraste con la penumbra, que da lugar al título del libro de José Luis Pardo Caeiro (Santiago de Compostela, 1959), editor, fotógrafo y escritor, en este caso, escritor poético, que sitúa sus poemas en prosa o en verso, junto a una serie de fotografías en las que se alternan imagen y palabra, luz y sombra, luz y penumbra… Una hermosa serie de ventanas que dejan pasar la luz a instancias interiores, desde donde el poeta lleva a cabo su reflexión y pensamiento. Y dan lugar a susurros que se traducen en poemas. No falta en ellos algunos acentos de erotismo.
Por el camino de los sueños
Entre nubes de azabache y algodón
me deslizo
hacia ti.
Buscando el profundo sonido
que encierra el silencio
la íntima calma
que anida en tu cuerpo.(…)
Se trata de una poesía romántica, amatoria, de diálogo silencioso con la persona amada cercana o ausente. Ya desde el comienzo del libro, el autor se define: “La vida en pareja es un hermoso contraluz en el que dos almas se mueven en un delicado equilibrio entre la luz y la penumbra”. Y concreta aún más la dirección de su escritura: “A mi niña Pilar, mi compañera en este apasionante viaje entre la realidad y los sueños”. Ni que decir tiene que Pilar es su esposa.
Leídos los poemas, se percibe un canto a la vida y al amor, por parte del poeta, que ha llevado a cabo su escritura mirando las imágenes de su propia creatividad. No faltan motivos de nostalgia, soledad o tristeza -seguramente la saudade gallega-, pero, en suma, al termina de contemplar y leer el poemario, es el gozo y el asombro de vivir, de amar… lo que predomina, sin olvidar que el trayecto constituye una serie de susurros entre la luz y la penumbra. El poeta erscribe:
La vida, esa aventura maravillosa que me gusta a lo largo de la existencia, saliendo a mi encuentro al amanecer de cada día, pintando de color cada jornada
José Luis Pardo Caeiro viene de un trabajo previo en el que los nocturnos sobre las ciudades, en definitiva, sobre el paisaje urbano en la fotografía, han sido una particularidad de su trabajo, siempre en series unitarias, con libros como Betanzos,-Eco de Siglos; La Coruña- Su alma oculta; Puentedeume- Priego de Córdoba; Santiago de Compostela. Un camino de estrellas a la eternidad; Camino interior de madrugada en Madrid (2018) y La noche mágica en Santiago de Compostela (2015)... la mayoría de ellos, publicados por su antigua editorial “EspacioCultura”. De esos nocturnos ha pasado a la penumbra junto a la luz, que llega a través de unos visillos o los postigos de las ventanas plegados, unos cristales emplomados o una vidriera. Se diría que algunas de las fotos guardan todavía cierto parentesco con los nocturnos. El poeta escribe:
Y me inunda un impenetrable velo,
El silencio, y, sobre todo, la esencia de la vida.
Imagen y palabra. Palabra e imagen. “En el principio fue el Verbo”, la Palabra, si seguimos citando al Génesis. Son muchos los que repiten eso de que “una imagen vale más de mil palabras”, pero yo tengo comprobado que ese aserto solo sucede cuando el lector sabe de qué va la imagen, de lo contrario, esa imagen se hace ambigua o polivalente. En suma, la imagen funciona mejor junto a la palabra y viceversa: la palabra funciona mejor con una imagen que la ilustra.
El libro de José Luis Pardo Caeiro funciona muy bien, porque imagen y palabra se imbrican en una unión poética, romántica incluso. La fotografía no debiera separarse de la palabra, aunque ambas pudieran funcionar por separado. El poeta escribe:
Y es en la penumbra
cuando asoman los sentimientos,
en íntima comunicación con los recuerdos.
Una clara alusión a los tiempos de pasado y del presente.
Contemplación, soledad, silencio, anhelo, deseo… Todo un registro de la emoción y el sentimiento humano se da cita en estos poemas, que traslucen el estado de ánimo del escritor, aunque también, como diría el gran portugués Fernando Pessoa, con frase conocida: “el poeta es un fingidor”, no porque sea hipócrita, sino porque saber ver, sentir y representar, a la hora de la escritura, lo que otros y él mismo siente o han sentido.
Cuando uno lee los versos de un poeta, se impregna de lleno en lo escrito como si fuera para sí mismo y no solo para el poeta que lo escribió. Los vates, los aedos, saben plasmar mejor que nadie la conciencia humana con palabras hermosas o aladas, como las de las sibilas o los profetas.
En el libro de Pardo Caeiro, hay también poemas que son un solo verso, como el cuento “El Dinosaurio” de Augusto Monterroso. El poeta escribe:
Te necesito ardientemente, te necesito y quiero verte…
Y quiero llevarte conmigo
Deseando que…
Al final del libro, el escritor cierra con un amplio poema, amplio respecto a los anteriores en general: Ventanas lo titula:
Ventanas que acogen con su cariñosa penumbra
la intimidad de nuestra dulce soledad.
Ventanas que nos comunican con el mundo.
Ventanas a la música, la luz, la poesía y al amor
que envuelve el universo.
Ventanas que protegen el alma de los miedos, las dudas,
y las amenazas del mundo exterior.
Ventanas que construyen un camino de luz,
entre nuestro profundo interior y el milagro de la vida.
Y como broche final del libro, del poemario: la imagen de la amada: Pilar Otero, su esposa y destinataria de los poemas. La foto de portada es Pilar embarazada. Ambas junto a luz de una ventana”