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EL Capricho de Dionisos”

Marqués de Vargas (I)
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Marqués de Vargas (I)

Por Segundo López Soria (*)
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seloriatelefonicanet/7/7/18
jueves 13 de octubre de 2022, 19:00h

13OCT22 – MADRID.- El veterano viñedo de Hacienda Pradolagar - un singular chateau al estilo bordelés -, circunda la bodega Marqués de Vargas, anexa a un elegante palacete lujosamente acondicionado para enoturismo. Pelayo de la Mata y Pobes, Marqués de Vargas, es propietario de esta joya de predio. Finalizaba el mes de septiembre y aguardaba la llegada de un cuarteto de neófitos vendimiadores matritenses.

Las modernas bodegas
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Las modernas bodegas

Las viñas, jalonadas de almendros y olivos arróniz, verdadero jardín de este particular Edén, fueron plantadas con las variedades tintas riojanas tempranillo, garnacha, mazuelo, y algo de graciano. Son las uvas autóctonas que otorgan una personalidad indiscutible a los vinos finos de la D.O.Ca Rioja. En una estancia evocadora de recuerdos a los fundadores, antesala a la bodega, nos recibe Pelayo de la Mata, acompañado de Jordi Viñals director general del trio de bodegas del Grupo Marqués de Vargas, y Ana Barrón enóloga de la bodega logroñesa que visitábamos.

El ilustre anfitrión – cuarta generación con pedigrí nobiliario de tradición secular -, introdujo una breve descripción histórica, poco antes de invitarnos visitar la bodega y sus diferentes zonas de tarea. Coincidimos con la llegada de las uvas recién vendimiadas de la variedad mazuelo. La llegada de lo recogido se ubicaba en la planta superior de la bodega. Desde ese lugar, pudimos observar la primera selección de uvas al pie de aquellas cepas viejas plantadas en vaso.

Los vendimiadores desechaban los racimos deteriorados, y dejaban sin recolectar los más reducidos en tamaño; aquellos brotados de sarmientos secundarios conocidos popularmente como “nietos”. (El tempranillo, había sido el primero en vendimiarse – de ahí su nombre -, una vez alcanzado su grado óptimo de maduración). Así pues, llegamos justo para la recepción de las uvas de mazuelo que acababan de ser recolectadas manualmente; habían pasado un primer examen en la viña, y llegaban a bodega en apretados ramilletes ordenados sobre robustas cajas grises. Cada una de ellas, completaba una veintena de kg de lustrosos racimos que una vez depositados en un mostrador de acero, iniciarían un definitivo control de calidad.

La cinta sin fin de la mesa de selección acarreaba a buen ritmo los frutos, al tiempo que diestras manos femeninas desechaban aquellos deteriorados por diversas causas, y los dañados en el transporte. Apartados de la mesa pedúnculos y hojas, otra cinta portaba los racimos para su despalillado. Desprendidas las uvas del raspón, una prensa neumática de membrana, ejercía un suave estrujado consiguiendo un turbio mosto, todavía sin color, que era conducido por gravedad y acción peristáltica con parte del componente solido (pepitas y hollejo), hasta los depósitos de fermentación de acero inoxidable.

Las levaduras aportadas por los hollejos iniciarían una primera fermentación “tumultuosa”, tornando los azucares en alcohol aportando a ese primer vino el suave color purpura del hollejo. Ana Barrón y Jordi Viñals, asumieron durante la expedición en bodega, el compromiso de relatar las diversas fases de producción del vino, explicando los términos técnicos usuales, tanto en la nave de elaboración y depósitos, como en la sala de barricas y de embotellado, detallando singularidades del afinado de estos formidables vinos tintos de guarda: crianzas, reserva y gran reserva (Marqués de Vargas no elabora vinos blancos). Está presente en el mercado nacional e internacional con sus cuatro referencias tintas: M.V. Reserva, M.V. Gran Reserva, M.V. Selección Privada, y M.V. Hacienda Pradolagar. Impresionante la sensación de majestuosidad que impone la inmensa sala de barricas, lujuriosamente abastecida de prestigiosas tonelerías francesas.

En ausencia de contaminación lumínica, acústica y a una temperatura constante, evolucionan sin tener en cuenta el tiempo, las diferentes añadas de los riojas Marqués de Vargas. Soberbio el formidable “cementerio de sus cosechas olvidadas”. Destacando el orden y pulcritud que presidió todo el itinerario, una particularidad en Marqués de Vargas, es la selección de corchos para el taponado de las botellas, puesto que una partida contaminada puede arruinar toda una añada como ya aconteció en bodegas de renombre. Los corchos de máxima calidad, suministrados por firmas contrastadas, son seleccionados por su máxima calidad y calibre, pasando posteriores controles en bodega.

En el caso de añadas singulares como las de Selección Privada y Hacienda Pradolagar, una empresa ad hoc controla con tecnología puntera cada corcho - un euro por unidad - de forma individual. Este examen definitivo, certifica, y garantiza su absoluta idoneidad para la conservación y guarda de estos vinos nacidos de un terroir privilegiado. (Sirva lo descrito, para comprobar lo laborioso y oneroso que supone la elaboración y conservación de unos vinos de alta gama, y larguísima crianza).

Ana Barrón enóloga de la bodega
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Ana Barrón enóloga de la bodega
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